Mandela, el revolucionario que no renunció a la violencia

Antes de ser un icono mundial de la paz y la reconciliación, Nelson Mandela fue un líder revolucionario. En 1964, fue conducido ante un tribunal para ser juzgado por cometer «actos de violencia y destrucción». El líder del Congreso Nacional Africano sólo quería destruir el régimen racista del apartheid, no el país.

Había dudado mucho en apoyar el sendero de la violencia, pero al final vio que era la única alternativa que dejaba el Estado a la lucha por los objetivos políticos de la mayoría negra del país. Como otros líderes nacionalistas negros de África, había llegado a la conclusión de que la resistencia pacífica sólo conducía a la inmolación.

Ante el tribunal, no intentó negar los hechos, pero sí la interpretación que hacían de ellos los jueces blancos. Sus palabras finales son las más recordadas («es un ideal por el que estoy dispuesto a morir») y procedían de las pocas esperanzas que tenían él y sus compañeros sobre el veredicto final. Tardó dos semanas en escribir su alegato final. Un abogado que lo revisó preveía un desastre. Comentó que si leía ese texto, «le llevarían directamente a la parte de atrás del tribunal y le colgarían». Su abogado le recomendó que no acabara con esa nota de desafío. Mandela no le escuchó: «Creía que nos iban a colgar no importa lo que dijéramos, así que pensé que podríamos decir aquello en lo que de verdad creíamos», escribió años después en su autobiografía.

Más relevante que esas palabras finales fue la explicación que dio antes sobre por qué el CNA había decidido crear Umkhonto we Sizwe (Lanza de la Nación, el brazo armado del movimiento) y embarcarse en una campaña de sabotajes. Mandela nunca quiso una «guerra interracial» y, aunque al final se produjeran víctimas mortales, intentó que la violencia estuviera limitada a objetivos específicos. Ante el tribunal, decidió convertirse en fiscal del sistema y acusarle de no haber dejado a los negros más alternativa que empuñar las armas.

«En primer lugar, creíamos que, a resultas de la política del Gobierno, la violencia por el pueblo africano se había convertido en algo inevitable, y que a menos que un liderazgo responsable pudiera canalizar y controlar los sentimientos de nuestra gente, se produciría un estallido de terrorismo que ocasionaría un aumento de la hostilidad y el resentimiento entre las distintas razas del país hasta un punto desconocido incluso en una guerra.

En segundo lugar, pensamos que sin los sabotajes no habría forma de que el pueblo africano tuviera éxito en nuestra lucha contra el principio de la supremacía blanca. Todas las formas legales de oponerse a este principio habían sido bloqueadas por la ley, y estábamos en una situación en la que o aceptábamos un estado permanente de inferioridad o desafiábamos al Gobierno. Elegimos desafiar al Gobierno. Primero, violamos la ley evitando el recurso a la violencia. Cuando se legisló contra esto, y cuando el Gobierno recurrió a la fuerza para aplastar a la oposición a su política, sólo entonces decidimos responder a la violencia con violencia».

Es probable que la descripción de Mandela sobre el camino a la violencia como un proceso gradual que culminó en junio de 1961 no fuera del todo cierta. Varios miembros del Partido Comunista de Suráfrica confirmaron años después que la iniciativa surgió en su partido y que incluso Mandela formó parte también de la misma organización durante algún tiempo, algo que el expresidente surafricano siempre negó.

A finales de 1960, el PC adoptó la vía de la lucha armada, pero su número de militantes era ínfimo. Sabían que no tendrían ninguna posibilidad sin el apoyo del CNA. Mandela asumió la decisión pocos meses después con la idea de que el paso era inevitable. Tras la matanza de Sharpeville en marzo de 1960, también había sectores del CNA que pensaban que había llegado el momento de empuñar las armas.

Este apoyo táctico a la violencia, incluso algo reticente, no se convirtió en una baza negociadora que pudiera abandonarse con facilidad si las circunstancias lo permitían. Ya en los años 80, el Gobierno de P.W. Botha ofreció la libertad a Mandela a cambio de la renuncia a la violencia. La rechazó. Aunque ya no fuera posible derrocar al Gobierno racista con las armas, la guerra continuaría hasta el fin del apartheid.

La progresiva movilización política, económica y cultural en Occidente a favor de su liberación y del fin del racismo en Suráfrica no podía ocultar el hecho de que desde el primer momento el mayor apoyo que recibió el CNA procedió de los gobiernos africanos que habían conseguido la liberación del colonialismo, muchos de ellos a través de la insurrección armada, y del apoyo material de los gobiernos soviético y chino. En el esquema de la guerra fría diseñado por Washington, el CNA pasó a formar parte de la amenaza comunista, aunque en su propio juicio Mandela recordó al tribunal que nadie se hubiera atrevido a llamar comunistas a Churchill y Roosevelt por haberse aliado con la Unión Soviética en la lucha contra Hitler.

En los años 80, los gobiernos de Reagan y Thatcher no se movieron ni un centímetro en ese rechazo. Washington instauró una política con Reagan que apostaba por la existencia de unos supuestos moderados dentro del Gobierno a los que había que apoyar para conseguir que el régimen cambiara desde dentro. Ese apoyo a Botha, tan moderado que llegó a decir que el sistema de un hombre, un voto nunca se impondría en Suráfrica, permitió al apartheid sobrevivir unos años más.

En el Reino Unido, el ala derecha de los tories, incluida su primera ministra, arrojó sobre Mandela todo su odio. En 1987, 23 años después del encarcelamiento de Mandela, Thatcher aún decía: «El CNA es una típica organización terrorista. El que crea que algún día gobernará Suráfrica vive en un mundo de fantasía». Otros diputados pedían directamente que Mandela fuera fusilado. En esos años las juventudes tories distribuyeron un cartel en un congreso del partido que reclamaba que Mandela fuera ahorcado, y no sólo él: «Y todos los terroristas del CNA. Son unos carniceros», decía.

Mandela había apostado ya desde su juicio por la reconciliación. Al salir de prisión, se deshizo de la violencia con facilidad porque ya había cumplido su objetivo: mantener unida a la mayoría negra y evitar la aniquilación de los que luchaban por la libertad. A partir de ese momento, quiso dejar claro que su lucha no era contra los blancos, sino contra la pobreza, la violencia y la dominación de un grupo racial sobre otro. Que es lo mismo que ya había dicho en su juicio de 1964.

Un fragmento de la entrevista que Mandela dio a ITN en 1961.

Una entrevista con George Bizos, el abogado que le representó en el juicio y que continuó representándole durante los años en que estuvo encarcelado. Fundamental para conocer la actitud de Mandela en prisión, su relación en esa época con el Gobierno y finalmente sus negociaciones con De Klerk.

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25 respuestas a Mandela, el revolucionario que no renunció a la violencia

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  4. Andrés dijo:

    Gracias por este gran artículo. Esta claro que, quien es mordido se acuerda de que el tambien tiene dientes. Solo que en diferente contexto sociopolítico ejercer violencia contra la violencia es contraproducente y otras veces lo único que queda. Que descanse en paz.

  5. Rafael dijo:

    No todo el mundo pone la otra mejilla directamente, pues eso, a veces, es simplemente una estupidez. Si me agredes, respondo. Y está claro que la mayoría negra tenía razones de sobra para responder. Madiba, para mí, además de ser la generosidad personificada, fue un hombre con una inteligencia fuera de lo común, un visionario. Gracias por todo lo que nos enseñaste.

  6. Liberto dijo:

    Hay muchas lecciones que extraer de la vida de Mandela: Primero, la violencia es legítima cuando se emplea para luchar contra la opresión de un pueblo. Segundo, un terrorista se convierte en un luchador por la libertad cuando triunfa, lo sea o no. Porque la historia la escriben los vencedores. Tercero, el pacifismo a ultranza es inmoral y suicida. Inmoral, porque se queda impasible frente a la opresion que sufren los demás. Suicida, porque no se puede derrotar a la violencia organizada de un Estado opresor poniendo la otra mejilla.

  7. Gorki dijo:

    Que descanse en su sueño eterno. Lo primero que se me viene a la cabeza, son los otros Mandelas, de cuya lucha es mejor no hablar (si no es para hablar mal). El primero de todos es Barghouti, igualmente encerrado por los mismos motivos, y cuya lucha es la misma. Y me asquea la hipocresía de esos líderes políticos que ahora dan sus condolencias con sus frases grandilocuentes, sin sentir nada de lo que dicen; mientras consideran terroristas a otros luchadores. Siempre que suceden estas cosas, lo más vomitivo es escuchar a los políticos.

  8. Man. dijo:

    Precisamente al contrario: fue el revolucionario que sí renunció a la violencia y entonces venció.

  9. Felip dijo:

    Si no hubiera renunciado a la violencia hoy no sería tan respetado…
    Hoy es una figura reconocida en todo el mundo y admirada precisamente por que no fué ningún Ché Guevara, ni se ató al kalashnikov.

  10. Manu dijo:

    Me gustaria saber sobre esas victimas mortales que dice el artículo, he buscado por la web pero no he encontrado nada.

    Y ahora que todo el mundo glorifica a Mandela sería conveniente tb saber esa parte de su historia.

  11. imr dijo:

    Liberto dice: «el pacifismo a ultranza es inmoral y suicida. Inmoral, porque se queda impasible frente a la opresion que sufren los demás.»
    No soy pacifista a ultranza (de hecho, casi nadie lo es), pero pocas veces he visto un juicio moral(ista) tan disparatado y, en consecuencia, salgo en defensa de esa gente tan inmoral que se pasea impunemente por el mundo sin matar una mosca.
    Pero… ¿quién le ha dicho a Liberto que a los pacifistas permanecen impasibles frente a la opresión que sufren los demás (y los propios pacifistas, digo yo)? La no violencia no es impasibilidad. Es una respuesta sobre cuya idoneidad cabe opinar, pero que, en general, responde a un discurso ético bastante elaborado.
    A mí me preocupan bastante más algunos
    revolucionarios que usan la violencia con liberalidad y, estos sí, permanecen impasibles ante el sufrimiento que origina.

  12. imr dijo:

    El «revolucionarios» del comentario anterior debería ir entrecomillado.

  13. Raul dijo:

    Muy aviesa la cronica historica. Y si el señor ministro del interior tuviera un pelo de ilustrado le interesaria y mucho, pero a el, la historia le interesa lo mismo que la democracia …. mas bien poco.

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  15. Dr. Pointer dijo:

    Lo que está meridianamente claro es que el asqueroso régimen sudafricano vívía, se alimentaba y respiraba a costa de Occidente, que veía una oportunidad cojonuda de saquear Sudáfrica, porque lo del anticomunismo no se lo creía ni el subnormal de Reagan (el único presidente de los EEUU que se mandaba hacer informes de un folio a dos caras porque leer más le daba derrame cerebral, supongo que irían en lenguaje de Cayo Coyuntural). El gobierno de Sudáfrica se cansó de filtrar información reservadísima, delicadísima y como dicen, sensibilísima, a la URSS (y la URSS no se privó de apoyar a quien le dio la gana), y esto lo hicieron por algo tan natural como pasta, ingresada religiosamente en Suíza.

    Cuánto le debemos los humanos a los Marx. A todos ellos.

    Me parece meridianamente claro que un tío tan inteligente como Mandela captó perfectamente este estado de cosas, y vio con claridad los escenarios donde el régimen se derrumbaría por su propio peso. Como efectivamente era sudafricano, era importante salvaguardar el país de una serie de guerras civiles que perfectamente podrían haber tenido lugar a la caída del régimen, algo que sin duda Occidente vería con buenos ojos, como una forma de seguir saqueando impunemente el país (tal y como hace en otras latitudes).

    Sin embargo, Sudáfrica tiene hoy un gobierno sudafricano con intereses sudafricanos, tan corrupto (o más) que cualquier otro, pero desde luego salvaguardando el chiringo por la cuenta que les tiene.

    Sí, consiguió algo tan elemental como esto que no obstante es dificilísimo de lograr.

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  17. Liberto dijo:

    Imar, señor mío, plantéese quién es aquí el moralista. El pacifista a ultranza renuncia a la violencia cuando a veces ésta es imprescindible para defender, no ya a uno mismo, sino a los demas. A los propios seres queridos. Y eso es inmoral se mire como se mire. Esto nos ignifica que yo vaya por ahí empleando la violencia con liberalidad (¿?). Pero ud. entiende lo que le parece. Si se siente ofendido por mis palabras, hágaselo mirar.

  18. imr dijo:

    Bueno, es evidente que no me refería a Liberto cuando hablaba de «revolucionarios» que usan la violencia con entusiasmo y poca conciencia. Eso sí, detecto cierta agresividad en su último comentario y no entiendo el motivo.
    Lo que yo tenía en mente era, entre otras organizaciones, ETA, de cuya catadura moral he tenido numerosas y cercanas pruebas; soy de Pamplona, «vasquista» (feo término) y partidario de la no violencia, que no del pacifismo a ultranza.
    Y hablando de pacifismo a ultranza, parece que el campo de los que llevan la no violencia hasta consecuencias extremas va asimilándose, según Liberto, a gentes tan exóticas y ajenas a nuestro contexto cultural como los jainitas (no conozco por aquí a nadie que no esté dispuesto a atizar una hostia para salvar la vida de los suyos). Los jainitas me parecen eso, exóticos, pero no inmorales.

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  21. Liberto dijo:

    No sé cómo estarán las cosas en Pamplona, pero le aseguro que en Madrid abundan los pacifistas a ultranza que equiparan al miembro de la UIP que abre cabezas de niños y ancianos con aquellos que se enfrentan a ellos para evitar detenciones ilegales. Gentuza (no merece otro nombre) que muestra su muy elaborado pensamiento pacifista con frases del tipo ‘hay que condenar la violencia venga de donde venga’ ‘toda forma de violencia es igualmente condenable»quienes tienen razón la pierden empleando la violencia’, ‘los extremos se tocan’ y otros papanatismos varios en ésa línea. Y encima somos los demás los moralistas. Maravilloso. ¿Jainistas, dice? Ya sé cómo debo llamarlos.

    Y esos mismos papanatas llevan celebrando la vida y obra de Madiba varios días. De película.

  22. Cristiamzz dijo:

    Un Lider nada mas, ahora pasó para que las historia lo juzgue

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