Un niño de 12 años y un soldado israelí como símbolos de un conflicto

Anshel Pfeffer se pregunta si el Ejército israelí no ha aprendido nada desde la primera intifada. Se podría decir lo contrario. Los militares llevan décadas haciendo lo mismo. Como demuestra el comienzo de las imágenes, ven o creen ver a un niño lanzando piedras y van a por él (la familia ha negado que eso sea cierto). Lo que no esperan es que varias mujeres se defiendan abalanzándose sobre el militar. Entre ellas, están la madre, la hermana y una tía del detenido, Mohamad Tamimi.

No es una reacción histérica, sino perfectamente racional. El Ejército no tiene problemas en detener a menores. Una vez que entras en prisión, tu vida será diferente, y no cambiará a mejor, desde luego.

El niño se revuelve. Tiene 12 años y el brazo izquierdo escayolado. Grita para que alguien acuda en su ayuda. En ese momento, no quiere ser en lo que se ha convertido en los últimos días, un símbolo de los que se resisten a la ocupación. Sólo quiere que no se lo lleven.

Al final, el soldado renuncia a su caza y se va con un compañero.

Afortunadamente, el soldado no utiliza su fusil en ningún momento. Tiene dos manos, una para el arma, otra para el niño. Las órdenes le prohíben soltar el fusil. Y tampoco quiere soltar la presa. Cómo un soldado bien entrenado cree que llevarse detenido a un niño contribuye a la seguridad de su Estado es un misterio, a menos que se piense que la humillación es una parte fundamental de su trabajo.

El pueblo en el que tiene lugar esta escena es Nabi Saleh, donde ha habido numerosos incidentes en los últimos años. Los colonos judíos de la zona se apoderaron en 2009 de un pozo de agua cercano propiedad de los palestinos. El Ejército ha llegado a utilizar fuego real contra alguna de las manifestaciones.

Para los medios de comunicación israelíes, el soldado es la víctima. Por eso, la ministra de Cultura (sí, de Cultura) está indignada. Lo está porque el soldado no disparó a las mujeres que le atacaban: «Necesitamos decidir inmediatamente que un soldado que es atacado tiene permiso para abrir fuego. Punto. ¡Reclamo al ministro de Seguridad a que ponga fin a la humillación y cambie las normas sobre el uso de armas de fuego inmediatamente!

Disparar a la madre que intenta defender a su hijo. Es la idea que tiene Miri Regev del uso proporcional de la fuerza.

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El editorial del periódico Haaretz afirma que estas imágenes son el retrato más obvio y desagradable de la ocupación: «Un Ejército que lucha contra niños y los persigue es un Ejército que ha perdido su conciencia».

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