« Estamos rodeados | Main | Exabrupto diplomático »

Diciembre 22, 2005

Los periodistas, esos cómplices del terrorismo

Una de leyendas urbanas. Hace unos días, Bush lanzó sobre los medios de comunicación una de esas acusaciones que se han convertido en la banda sonora habitual de los conservadores contra los periodistas en la lucha contra el terrorismo: sus informaciones desmotivan a los ciudadanos y las fuerzas de seguridad, siembran dudas en la guerra contra los terroristas y, en el peor de los casos, colaboran con ellos (se supone que involuntariamente).

Este molesto hábito no es un rasgo de la política norteamericana. En España se utilizó con bastante frecuencia en los años ochenta. Cuando se supo que los GAL no eran una invención periodística, la ofensiva perdió fuelle, aunque en cierto modo lo que ocurrió fue que cambió su discurso. Desde entonces, está más de moda exigir a los periodistas que sean beligerantes contra el terrorismo.

Eso suena bien, incluso casi perfecto, hasta que uno se da cuenta del cambio que supone en las prioridades profesionales. Al final, si como periodista estás obligado a estar en guerra con los terroristas, me refiero en la misma medida en que lo están jueces y policías, no debes olvidar que no puedes hacer nada que les beneficie, aunque sea indirectamente. No puedes publicar nada que les dé oxígeno o que sirva para mantener entre sus reducidos partidarios la fantasía delirante en la que viven. Por tanto, informar con amplitud de los GAL o de Abú Ghraib se convierte en una forma de complicidad con los fanáticos, porque ellos pueden utilizar esas informaciones, al menos como propaganda para su reclutamiento.

Volviendo a las leyendas urbanas, Bush recordaba en su conferencia de prensa que una información sobre el uso por Osama bin Laden de teléfonos vía satélite había hecho que el líder de Al Qaeda dejara de usar este sistema de comunicación y pasara a ser invisible para los servicios de inteligencia.

Yo había leído hace tiempo que ese artículo había aparecido en The Washington Times, un periódico conservador y partidario de Bush, con lo que tenía la oportunidad de echar mano del viejo recurso de la ironía. Pero como estaba apelando a mi desgastada memoria, no estaba muy seguro y no lo cité.

Mejor así. Porque el artículo sí apareció en ese diario el 21 de agosto de 1998 (quizá lo leí en el informe de la comisión del 11-S), pero, con los datos conocidos, resulta exagerado acusarle de haber levantado la liebre.

En Slate, Jack Shafer explica por qué. Las referencias a Osama y los teléfonos vía satélite, además de otras herramientas de comunicación de alta tecnología, ya habían aparecido en artículos anteriores.

Por ejemplo, en la revista Time el 9 de diciembre de 1996. Más tarde, otra vez en Time el 17 de agosto de 1998. El 20 de agosto de 1998, Peter Bergen, que había entrevistado a Bin Laden un año antes, lo contaba en una entrevista en la CNN. Al día siguiente, un medio alemán citaba un artículo de un diario paquistaní que venía a contar lo mismo. (Los enlaces a estas historias están en el artículo de Shafer).

Y como dice el reportero de Slate, ¿de qué otra forma iba a comunicarse Bin Laden con sus seguidores en mitad del desierto afgano? ¿Con palomas mensajeras?

To begin with, isn't it a no-brainer that Bin Laden, camped out in the wilds of Afghanistan in August 1998, would rely on satellite phones and computers if he wanted to communicate in real time with his network? What else was he going to use? Passenger pigeons and the pony express? The Afghanistan phone system doesn't do mountain lairs.

En realidad, no sabemos por qué Bin Laden dejó de utilizar estos teléfonos. Quizá en Washington la Administración de Clinton pensaba que la culpa era de un periódico de ideas opuestas a las de su jefe. Un diario, todo hay que decirlo, cuya existencia Bin Laden probablemente no conocía, a diferencia de la CNN y Time.

A partir de abril de 1996, sólo era cuestión de tiempo que optara por formas de comunicarse que dejaran menos rastros. Fue entonces cuando los rusos convirtieron al presidente checheno Dudayev en un trozo de carbón al detectar varias de sus llamadas telefónicas.

Los rusos pudieron hacerlo porque dominaban diariamente el espacio aéreo checheno, y poco más, cosa que los norteamericanos no estaban en condiciones de hacer en Afganistán en 1998. Sólo pudieron hacerlo a partir de noviembre de 2001 y para entonces Osama bin Laden llevaba mucho tiempo sin arriesgarse a echar mano de esos teléfonos.

Pero, claro, las leyendas urbanas funcionan de otra manera. En especial, cuando descubres que si las repites con una cierta frecuencia obtienes considerables réditos politicos. Para entendernos, como lo de la relación entre Sadam y Al Qaeda.

Posted by Iñigo at Diciembre 22, 2005 11:32 PM

Trackback Pings

TrackBack URL for this entry:
http://www.escolar.net/cgibin/MT/mt-tb.cgi/4083