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Noviembre 28, 2006

La tregua silenciosa

Hay tan pocas expectativas sobre la última tregua entre israelíes y palestinos que es casi normal que no haya despertado mucha atención. Parece que nadie quiere invertir grandes titulares en una historia que puede tener el mismo fin que decepciones anteriores.

No tengo muy claro qué es lo que puede pasar. Podría ocurrir que este parón de la violencia, sustentado sobre bases más endebles que treguas anteriores, sí tuviera éxito. Y, de momento, sólo se puede decir que si eso es así, es por razones que tienen que ver con la política interna israelí.

Ehud Olmert ha sorprendido a todo el mundo al salir de la pasividad que ha caracterizado a sus movimientos desde el fin de la última guerra del Líbano. Queda mucho tiempo hasta las siguientes elecciones y algunos se preguntaban si el primer ministro estaba dispuesto a mantenerse a la espera de acontecimientos hasta entonces.

Hace unos días, se empezó a hablar en la prensa israelí de la posibilidad de que Olmert le quitara al líder laborista la cartera de Defensa para entregársela a un político más experimentado en esas lides. Sólo era una filtración, pero significaba que Olmert había empezado a dar señales de actividad.

Ahora ha presentado de forma solemne una propuesta de negociación a los palestinos, aunque con tantos condicionantes que no ha despertado mucho interés en el otro lado. A corto plazo, lo más importante es que se ofrece a liberar a muchos presos palestinos --lo que puede ser sinónimo de centenares-- a cambio de la libertad del soldado Shalit.

Puede ser el arranque para un proceso de distensión que culminara después en negociaciones formales, donde ahí cada interlocutor tiene que hacer concesiones.

Este periodo de calma se ha visto interrumpido por incidentes aislados. El Ejército israelí ha matado a dos palestinos (uno de ellos, una mujer de 55 años) en Qabatiya. Un grupo palestino disparó ayer dos cohetes sobre territorio israelí sin causar daños. Sobre esto último, Olmert ha dicho que es "decepcionante", una reacción bastante mesurada.

El jefe del Ejército israelí no parece muy contento por lo ocurrido en estos días, pero ahora es Olmert quien marca el camino. A pesar de todas sus operaciones en Gaza, los militares han sido incapaces de detener los ataques con Qassam. Su credibilidad, aún más después de lo que ocurrió en verano en el sur del Líbano, no está en su momento más alto.

En el terreno de las especulaciones, se dice que si la tregua se mantiene, Condoleezza Rice visitará Israel al final de esta semana para dar un impulso a futuros contactos y que en la siguiente Olmert y Abú Mazen podrían llegar a reunirse. Con una idea más clara de lo que Israel está dispuesto a ofrecer, el presidente palestino podría dar un acelerón a la eternamente aplazada formación de un Gobierno de independientes y tecnócratas apoyado tanto por Hamás como por Fatah.

Podría, podría, podría. Es pronto para saber si hablamos de simples especulaciones o del embrión de un proceso negociador.

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La investigación israelí sobre el uso de bombas de racimo por el Ejército en el sur de Líbano no ha concluido, pero ya ha dado algunas noticias que no dejan en buen lugar a los generales del mando militar del norte del país.

Posted by Iñigo at Noviembre 28, 2006 10:48 PM

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Comments

Lanzar bombas de racimo sobre un lugar equivale de facto a minar un trozo de terreno. Si se hace sobre poblaciones y en las últimas 72 horas de conflicto suena a querer matar civiles mas alla de lo colateralmente permitido.

Siembran minas.Cosecharán cohetes.

Posted by: pecha at Noviembre 29, 2006 08:28 AM

Hay una noticia de una página marcadamente proisraelí que normalmente es bastante fiable en los datos que maneja . Si no importa leerlas con el sesgo que le imprime, es muy interesante y útil.

En esta ocasión habla de como los palestinos han modificado la forma de enfrentarse a las fuerzas israelies al menos inspirados o, probablemente, adiestrados por personal experimentado en la lucha.

Esto me sugiere que la guerra del Líbano ha hecho mucho daño a distintos niveles, el mas inmediato a aquellos Libaneses o israelíes que han sufrido las bombas y los cohetes.Otro nivel es la constatación -por parte israelí y árabe- de que se puede hacer frente al normalmente invencible ejercito israelí. Esto vale tanto para las nuevas tácticas palestinas como para dar por parte de Olmert un nuevo rumbo en la forma de enfrentar el problema, habida cuenta del alcance limitado de la solución militar y los daños hacia la capacidad de disuasión que producía la imagen de su ejercito.


http://www.debka.org/article.php?aid=1235


New Hamas Tactics Tried in Real Battle Conditions

DEBKAfile Exclusive Military Report

November 27, 2006, 11:05 PM (GMT+02:00)

Israel’s five-day anti-missile campaign was curtailed Sunday, Nov. 26 by a ceasefire announced by the Palestinians. But it was long enough to provide Israeli forces with the foretaste of a Palestinian fighting force far different from the bands of terrorists the IDF has faced for the past six years in the Gaza Strip and West Bank.

For the first time, Hamas and its affiliated armed groups banded in the Popular Resistance Committees proved capable of correct tactics in deploying their troops, avoiding frontal clashes with Israeli forces. The fingerprints were clearly apparent of the 120 Syrian and Hizballah officers whose arrival in the Gaza in the weeks after the Lebanon War was revealed by DEBKAfile. They came in quite openly through Cairo international airport without demur from Egyptian officials.

IDF officers who took part in the anti-missile combat said no direct contact had been made with these Palestinian forces because of their exceptional swiftness in flitting from point to point, much like Hizballah in Lebanon. Their preferred name for the curtailed engagement was The Surveillance Battle.


Israel tacticians fielded small units of special forces in northern Gaza to put a stop to the Palestinian Qassam missile offensive against Israeli civilian towns and villages. Hamas countered by flooding the area with hundreds of surveillance pickets specifically trained to stalk IDF movements.

Composed of one or two men, these pickets were embedded among civilians and kept their rear command constantly briefed on the precise positions of Israeli forces.

Those Israel officers reported that each of their units had its own Hamas shadow. Attempts to shake them off by changing position were ineffective because the stalkers moved faster and often anticipated them.

Israeli troops also came up against the well-calculated, organized and extensive use by Hamas and PRC teams of anti-tank missiles of Iranian, Syrian and Russian manufacture, freshly delivered by Iran and Syria. Whereas Israeli troops were accustomed to encounter this weapon in sporadic, random use, now it was employed to draw Israel forces into chasing anti-tank missile teams into traps laid by larger teams waiting in ambush.

Often too the Palestinians varied the size of their missile force in mid-engagement to confuse the Israel units.

The Israeli commanders, for their part, had their hands tied. They were refused permission by the policy-makers to counter Palestinian tactics, first by severing the northern Gaza battlefield commanders from their lifelines to the south, second by trying out new methods of combat for turning the tables on the enemy.

The last straw for the IDF was prime minister Ehud Olmert’s hasty acceptance of the abrupt ceasefire against military advice. Its timing was doubly damaging and dangerous in that it gave the Hamas and PRC chiefs - and their outside sponsors – the last word, namely the sense that their new tactics had proved successful in conditions of real combat. Hamas’ northern commanders came off confident that their innovations had deflected the Israeli army from its mission to destroy their Qassam surface missile capability against Sderot, and forced the Israeli military to back down and withdraw.

Monday, Nov. 27, defense minister Amir Peretz hailed Israel’s consent to the ceasefire as a possible opening to a broader accommodation with the Palestinians and the recovery of the kidnapped soldier Gilead Shalit. This is not the way it looks to Israel’s military planners. They see Israel’s acquiescence as granting Hamas and radical Palestinian groups at large a license to continue building up their war machine on the lines of Hizballah in south Lebanon and its extension to the West Bank. Gilead Shalit will not gain his freedom without further Israeli surrenders.


Posted by: pecha at Noviembre 29, 2006 09:37 AM