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Diciembre 13, 2006

Es peligroso agitar una bomba nuclear

Fue un aviso que hizo saltar todas las alarmas en la diplomacia israelí. El 18 de mayo de 1963, John Kennedy envió una carta al primer ministro, David Ben Gurion, con una advertencia directa:

"Este compromiso y apoyo [de EEUU a Israel] estaría seriamente en peligro si la opinión pública de este país y de Occidente en general creyera que este Gobierno fue incapaz de obtener información fiable sobre un asunto tan vital para la paz como la cuestión de los esfuerzos de Israel en el campo nuclear".

Aún más desde la crisis de los misiles cubanos, la no proliferación nuclear era una de las prioridades de la política exterior de Kennedy. Al mismo tiempo, fue en su Administración cuando se sentaron las bases de la alianza entre los dos países. Hubo que esperar hasta la época de Johnson para que se produjeran las primeras exportaciones masivas de armas con destino a Israel, pero todo había empezado unos años antes. Si bien Kennedy intentó entablar una relación de colaboración con el Egipto de Nasser, con la intención de que no cayera definitivamente en la órbita soviética, el joven presidente norteamericano fue un sincero amigo de Israel.

Sólo la cuestión nuclear se presentaba como un obstáculo difícil de superar. Ben Gurion había tenido que aceptar dos inspecciones anteriores de las instalaciones nucleares de Dimona, no sin diseñarlas de forma que no se pudiera encontrar ninguna prueba incriminatoria.

Un mes después de recibir esa carta, Ben Gurion presentó la dimisión de forma inesperada. La noticia fue tan sorprendente que algunos especularon después con la idea de que Ben Gurion se quitaba de enmedio para proteger el programa nuclear, pero el consenso generalizado es que se debió a razones internas de la política israelí.

Su sucesor, Levi Eshkol, menos iracundo y severo que Ben Gurion, se mostró más flexible en las negociaciones con EEUU. Creía que un enfrentamiento directo con Washington perjudicaba los intereses de su país y que la clave consistía en negociar no si debía haber inspecciones en Dimona, sino cómo debían ser.

La muerte de Kennedy eliminó de raíz el problema. Johnson nunca compartió la pasión de su predecesor por el tema nuclear. Los países árabes fueron alejándose de Washington e incrementando sus relaciones con Moscú. Israel mantuvo su discurso oficial sobre el carácter pacífico y civil de su programa nuclear. La realidad, evidentemente, era muy distinta.

Nunca más la fabricación de armas nucleares en Israel se convirtió en un inconveniente en sus tratos con Washington. "Don't ask, don't tell". Con otras palabras, no me preguntes sobre lo que ya supones que es cierto y así yo no tendré que mentirte.

Una respuesta de pasada de Ehud Olmert a un periodista alemán ha sacado a la luz la realidad escasamente oculta de las entre 100 y 200 cabezas nucleares que la mayoría de los expertos asignan al arsenal israelí:

Asked by the interviewer about Iran's calls for the destruction of Israel, Olmert replied that Israel had never threatened to annihilate anyone.

"Iran openly, explicitly and publicly threatens to wipe Israel off the map," Olmert said. "Can you say that this is the same level, when you are aspiring to have nuclear weapons, as America, France, Israel, Russia?"

Olmert es muy dado a hacer declaraciones y dar conferencias sin papeles encima de la mesa, algo que por ejemplo Sharon hacía en contadas ocasiones. Ya le han pillado en varias de éstas, como se han ocupado de recordar algunos de los miembros de su propio partido. La 'revelación' sobre las armas nucleares israelíes entra dentro de esa categoría y no parece que sea un cambio en la estrategia mantenida desde hace décadas por Israel.

El origen de esa ambigüedad calculada está en una conversación entre Kennedy y Simón Peres en la Casa Blanca en abril de 1963, como relata Yossi Melman en Haaretz. Peres, cogido por sorpresa por una pregunta de Kennedy, se limitó a decir que Israel no sería el primer país que "introdujera" las armas nucleares en Oriente Medio.

Eshkol reprendió después a Peres por haber ido demasiado lejos, pero la frase improvisada terminó convirtiéndose en la versión oficial. "Introducir" podría entenderse como "usar", y eso hasta ahora no se ha producido. La mentira de Peres pasó a ser una media verdad.

No es la primera vez que un dirigente israelí, e incluso de forma más consciente que Olmert, ha dejado entrever que su país está en condiciones de responder de forma pavorosa a cualquier ataque con armas no convencionales o que pueda poner en peligro la existencia del Estado. Pero una declaración clara y tajante en ese sentido es algo que probablemente no ocurra en un futuro cercano.

Israel no gana nada en anunciar públicamente lo que todo el mundo sabe. Es la ambigüedad más evidente que circula desde hace tiempo en las relaciones internacionales.

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En Guerra Eterna:
La venganza toca a su fin. El caso de Mordejai Vanunu. Abril 2004.

Sobre las relaciones de Kennedy con Israel y las negociaciones sobre el programa nuclear israelí, ver el libro "Support any friend. Kennedy's Middle East and the making of the U.S.-Israeli alliance", de Warren Baas.

Posted by Iñigo at Diciembre 13, 2006 05:21 PM

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