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Diciembre 16, 2007

Nadie es tan duro como Hillary

Barack Obama no suele llevar el pin de la bandera de EEUU en la solapa de la chaqueta. Y tampoco le gusta ponerse una corbata roja para componer una estampa cromática patriótica junto al inevitable traje azul y camisa blanca. Mal asunto cuando se es candidato a la presidencia y se hace campaña en las cristianas praderas de Iowa.

Sin embargo, el senador de Illinois está plantando cara a la probablemente única mujer que podrá llegar a la Casa Blanca en esta generación, Hillary Rodham Clinton, la última pieza del mecano dinástico Bush-Clinton-Bush-Clinton en que parecen haberse convertido los comicios norteamericanos.

Hace no más de un mes, daba la impresión de que las primarias demócratas habían concluido antes de comenzar. Pocos discutían que Clinton, por la experiencia acumulada, el control del aparato del partido, su monstruosa capacidad para recaudar dinero, heredada de su marido, y sus esfuerzos por derechizar su mensaje, estaba predestinada a ser la cabeza de cartel de los demócratas.

Al igual que los partidos de baloncesto, las primarias tienden a igualarse en el momento de la verdad. A unas semanas de que se inicien con los caucus de Iowa el 3 de enero y las primarias de New Hampshire el 8, las encuestas se han afilado. La ventaja de Clinton es de un punto, según CNN, y de siete, según una cadena de TV de Boston. En ambos casos, Obama ha recortado distancias con claridad.

Los números pueden confundir. Hillary continúa siendo ese político implacable que se atiene con disciplina al libreto marcado por los asesores. Experta en decir a cada auditorio lo que quiere escuchar, la senadora ha demostrado que puede cambiar de posición con sutileza si los vientos del momento le frenan las velas.

Ahora muestra su cara feminista para motivar a un electorado al que nunca le han dado la opción de votar a una mujer para el puesto de emperador del mundo occidental. A los sindicatos, les sugiere que su posición como presidenta será más proteccionista que la del anterior inquilino de la Casa Blanca. A los preocupados por la guerra de Irak –cuya cobertura periodística va descendiendo en los medios de comunicación de EEUU–, les avanza cautos planes de retirada, fácilmente desmontables si la situación lo requiere.

Cuando llegue el momento de enfrentarse a un republicano, Hillary tendrá tiempo de endurecer el gesto para desprenderse de las alas de paloma que sus adversarios le intentarán endosar. Descartará cualquier diálogo con los países del trillado eje del mal, sin utilizar ese término, prometerá reforzar el embargo a Cuba, y proclamará que Israel es un Estado pacífico que nunca ha amenazado a sus vecinos. Un mensaje no tan diferente al de Bush pre11-S.

Como todos los políticos de su país, definirá a EEUU como la nación más amante de la paz que han conocido los libros de historia, y se comprometerá a extender los tentáculos de sus militares hasta el último rincón del planeta.

“Estoy harto y cansado de que los demócratas piensen que la única forma de parecer duros en los asuntos de seguridad nacional consiste en hablar, actuar y votar como los republicanos de George Bush”, ha dicho Obama. No podría haber descrito mejor a la senadora Clinton.

Su ambición, tan legítima como evidente, le ha llevado a rediseñar su trayectoria política para acomodarla a los nuevos tiempos. Cuenta con el aval impresionante que representa la figura de Bill Clinton en los círculos progresistas de su país, además de su apoyo directo (con lo que le hizo pasar es lo menos que puede hacer), y lo utilizará como y cuando le sea más beneficioso.

El ambiente belicista que se respira en EEUU en esta década le condiciona y no hará nada para resistirse. A diferencia de Obama, no intentará ofrecer un mensaje diferente al discurso político predominante. Preparémonos para nuevos mensajes sobre la excelsa contribución de los marines a la causa de la democracia. No está escrito en ningún sitio que una mujer no pueda invadir un país y tomar como rehenes a millones de personas.

Una anécdota poco conocida del pasado de Clinton la sitúa en un centro de reclutamiento de los marines en Arkansas a mediados de los setenta. La joven Hillary, de 27 años, se presentó con la intención de alistarse, una iniciativa llamativa en una persona que se había movilizado contra la guerra de Vietnam. Ella misma contó años más tarde que cuando el sargento de marines vio a una profesora de Derecho, con las gafas puestas, le enseñó la puerta con este argumento: “Usted es demasiado vieja, no puede ver y es una mujer”.

El hecho de que la misma persona que recibió esta respuesta pueda ahora convertirse en presidenta de su país dice mucho sobre su notable carrera política. Pero si Clinton llega a la Casa Blanca con el mismo mensaje expansionista de sus predecesores masculinos, sólo el marine que le cerró el paso tendrá razones para sentirse sorprendido.

Posted by Iñigo at Diciembre 16, 2007 07:27 PM

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Comments

Muy bueno si señor. Pero no me sorprende, americas es asi.

Posted by: Reven at Diciembre 17, 2007 04:00 AM

Bueno, Obama no es exactamente el Anti-Clinton. En realidad no se sabe muy bien cual es su programa a parte de intentar alcanzar la equidistancia perfecta entre Democratas y Republicanos

Posted by: Turambar at Diciembre 17, 2007 08:19 AM

Cada vez me da mas la impresion de que si gana Hillary sera como Bush III... aun les falta para igualar las secuelas de Rocky

Posted by: mrag at Diciembre 17, 2007 10:29 AM