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Junio 01, 2008

El hundimiento de México

Los políticos tienen a veces un sentido del humor involuntariamente retorcido. En medio de la balacera colectiva en que se ha convertido México, el fiscal general del país ha descrito en pocas palabras lo que está ocurriendo: “Aunque no lo parezca, México va ganando la lucha contra el narcotráfico”, dijo esta semana Eduardo Molina Mora.

Efectivamente, no lo parece. Lo cierto es que como el país continúe a este ritmo en la senda de la victoria es posible que termine ahogado en sangre, si no lo está ya. Por mucho que impresionen algunos titulares (”Ya son ocho las cabezas encontradas en Durango desde el viernes”, cabezas a las que les faltaba el resto del cuerpo) las cifras frías y duras son mucho peores.

Desde enero 1.461 personas han muerto asesinadas en crímenes relacionados con la droga, según El Universal, una cifra mayor que la del año pasado que a su vez también superó la del anterior. La mayor parte de esta violencia tiene su origen en el enfrentamiento entre varios imperios del crimen. Quienes marcan el ritmo son los ajustes de cuentas entre los cárteles de Sinaloa y Juárez, la rivalidad entre el cártel del Golfo y los del Pacífico, el odio a muerte entre Joaquín el Chapo Guzmán y los hermanos Arellano Félix. Esos son los mexicanos más influyentes del país, y no los políticos, escritores o deportistas.

Como espectador y actor secundario, el Estado sólo puede poner el gesto duro. Y enterrar a los representantes de la ley. Lo ha tenido que hacer en Culiacán donde siete policías cayeron acribillados al intentar entrar en una casa que resultó ser un depósito de armas de los narcos. En realidad, no fue una emboscada. Los delincuentes habían sido rodeados pero, de creer la versión oficial, estaban mejor armados. Tres horas después de iniciado el tiroteo, los narcos lograron escapar. “Tenían más parque (armamento) y mejores calibres”, dijo después un alto cargo policial.

Los cárteles tienen todas las herramientas que el dinero puede comprar. Y eso incluye a los agentes de la ley. Desde los tiempos en que Osiel Cárdenas ordenó que se contratara a lo mejor de lo mejor a finales de los noventa, y así se formaron Los Zetas, los criminales han corrompido a todos los estamentos policiales y militares que el Estado ha lanzado contra ellos.

“El número de agentes y militares que han abandonado el servicio o, peor aún, se han pasado a las filas criminales asciende a decenas de miles”, dice El Universal. Abocados a elegir entre pasarse al enemigo o un tiro en la cabeza, los agentes no suelen dudar, entre otras cosas porque arriesgarse a la segunda opción sólo tiene el incentivo de un sueldo insuficiente.

Todas las grandes operaciones montadas por la Policía Federal cuentan con un gran interrogante: los agentes dan por hecho que los policías locales avisarán a los narcos en el momento en que reciban la información. Cualquier idea de coordinación policial suena a invitación al desastre.

Los agentes norteamericanos que participaron en la caza de Pablo Escobar cuentan que se quedaron perplejos al ver el contenido de la biblioteca del narcotraficante colombiano. Junto a obras que no imaginarías entre las lecturas de un capo, estaban perfectamente encuardenados todos los informes que la DEA había redactado sobre él. Ocupaban estanterías completas. “Sabía mucho más de lo que nosotros estábamos haciendo que lo que nosotros sabíamos sobre lo que él estaba haciendo”. Lo mismo ocurre ahora en México.

Resulta difícil ser duro con el Gobierno mexicano. Mientras la droga disfrute de un plus de clandestinidad a causa de las consecuencias no precisamente benignas del uso, su comercio nadará en millones de dólares. Ese dinero puede corromper todo aquello que toque. No sólo a través del soborno.

El presidente Calderón ha puesto al Ejército en la primera línea de fuego de una guerra que no puede ganar. El precedente de Los Zetas, los miembros de las Fuerzas Especiales del Ejército que se convirtieron en fuerza de choque del cártel del Golfo, hace pensar en un desenlace similar. Sin formación policial, los soldados han repetido además los comportamientos habituales en Latinoamérica cuando las Fuerzas Armadas se han autoimpuesto la obligación de velar por la seguridad: las violaciones de los derechos humanos son sólo un enojoso asunto que sacan a colación los enemigos de la nación.

Los testigos no son bienvenidos. Es lo que ocurrió con el representante en México del Alto Comisionado de la ONU para Derechos Humanos, Amerigo Incalcaterra, que acaba de abandonar el país tras ser relevado por presiones del Gobierno de Calderón. El diplomático italiano había cometido el pecado de resaltar una obviedad: es peligroso adjudicar al Ejército la lucha contra el crimen porque sólo está preparado para combatir al enemigo utilizando la fuerza en su máxima expresión.

En este pulso de sangre, los narcos llevan las de ganar. La célebre frase que antes se refería a EEUU necesita ahora otro final. Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca ahora de Colombia.

Posted by Iñigo at Junio 1, 2008 09:19 PM

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Comments

mientras nuestros vecinos los gringos no se decidan a legalizar el consumo la cosa se seguira poniendo cada vez peor, asi que, la culpa no es de colombia, si no del gigante norteño, como siempre

Posted by: elias at Junio 2, 2008 07:30 AM

Lo que está sucediendo también es resultado de 6 años de inacción del gobierno de Fox.

El problema fue que los espacios de poder que quedaron vacíos después de la salida del PRI del gobierno fueron ocupados por el narco.

Ahora, Calderón quiere recuperar estos espacios, pero se enfrenta a los problemas que citas, además de otros, como el armamento barato que inundó México después de que Centroamérica se estabilizase.

Es el mayor problema para un país que quiere ser moderno, pero que tiene lastres (como éste) que le impiden serlo totalmente.

Posted by: Octavio Isaac Rojas Orduña at Junio 2, 2008 11:56 AM

Jjajaja ah que Octavio tan chistoso.

"moderno"? lastres? Huele a ...."es que los de izquierda tienen la culpa" jajajaja
Ah que cosas. El armamento mas poderoso de los narcos es el dinero. Vuelva a leer el articulo por favor, haga memoria que que lo que paso en el priato y que casi se pierde al ejercito en la vieja guerra "contra las drogas".

Solo que aqui no tienen opciones.

Posted by: los recuerdos del porvenir at Junio 4, 2008 06:31 PM