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Septiembre 04, 2005

Ni es Alemania ni estamos en 1945

La celebración del 60 aniversario de la victoria sobre Japón ha permitido a George Bush pronunciar esta semana otro discurso con la intención de recordar a sus compatriotas que la presencia de 140.000 soldados norteamericanos en Irak tiene dos precedentes que concluyeron con un gran éxito: Alemania y Japón tras el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Para conseguir que los norteamericanos lo vean como un nuevo Roosevelt y a los terroristas como una reencarnación de los nazis (una comparación siempre rentable en política), Bush ha evocado en varias ocasiones que la ocupación de Japón y Alemania afrontó los mismos riesgos y obstáculos a los que ahora tienen que hacer frente los soldados de EEUU entre el Tigris y el Eufrates.

Si echamos la vista atrás descubriremos hasta qué punto Bush está dispuesto a retorcer los antecedentes históricos en favor de sus intereses.

Las páginas que el historiador británico Niall Ferguson dedica a la reconstrucción de Japón y Alemania en su libro "Coloso" revelan cómo el paso del tiempo ha convertido en imposible una repetición de esos precedentes, a menos que se vuelva a producir una experiencia tan dramática como la guerra que acabó en 1945.

Lo primero que llama la atención es la dimensión de la represión que, especialmente en Japón, llevaron a cabo las nuevas autoridades al mando del general Douglas McArthur. 900 criminales de guerra fueron ejecutados y 200.000 personas en puestos de responsabilidad dejaron sus cargos en el Ejército, la Administración y el mundo empresarial.

La depuración de la cúpula dirigente del imperio japonés fue completa. El emperador tuvo que renunciar a su origen divino y pasó a tener un papel ceremonial. Esta política de mano dura enojó probablemente a los japoneses partidarios del antiguo régimen, pero no provocó una respuesta violenta de la población ni mucho menos la formación de un movimiento insurgente.

McArthur tenía en sus manos un poder total. Como un autético virrey, ejercía el poder ejecutivo y el legislativo. Los países vecinos no pusieron inconvenientes a su labor. Antes al contrario, querían que el Japón imperial que tantos sufrimientos les había causado desapareciera para siempre.

Se trataba de una ocupación ejercida sin contemplaciones, pero que no alcanzó a la base de la sociedad. Sólo un 1% de los funcionarios perdieron sus puestos. Todos los demás, una vez que se reconstruyeron los edificios oficiales, volvieron ordenadamente a sus empleos. Las autoridades militares norteamericanas no hubiera podido por sí solas gobernar toda una nación de la que desconocían su lengua y su cultura.

La purga se limitó a la élite imperial. Sí es cierto que el sistema educativo fue reformado para eliminar de los libros de texto la exaltación de un imperio fanático y xenófobo. Las estructuras socioeconómicas no se vieron afectadas. El sistema del zaibatsu (los grandes conglomerados industriales) no fue disuelto.

Tanto en el caso de Alemania como en el de Japón, los norteamericanos se plantearon al principio eliminar la base industrial de los dos países para contener su expansión económica e impedir que volvieran a ser una amenaza. Sin embargo, las hambrunas y la gran factura que suponía asumir las necesidades de dos Estados destrozados por la guerra hicieron olvidar estas ideas radicales. Se primó el crecimiento y, para obtenerlo, además de inyectar gigantescas cantidades de dinero, se renunció a una reorganización completa de las sociedades ocupadas.

La ayuda económica y la falta de una contestación social a la presencia extranjera permitieron iniciar muy pronto el proceso de devolver el poder político a alemanes y japoneses. En el primer semestre de 1946, se celebraron elecciones locales en Alemania. En octubre los Estados ya tenían sus constituciones y poco después los alemanes votaron sus primeros Gobiernos de los lander.

Los alemanes no se habían olvidado de lo que era una democracia, aunque su última experiencia hubiera concluido de forma desastrosa. Los partidos conservadores, que no habían sufrido la represión nazi al mismo nivel que la izquierda, mantenían sus cuadros, su ideología y su apoyo popular. Fueron ellos los que condujeron los primeros pasos de la democracia.

Cualquier reticencia a la presencia extranjera quedó borrada cuando quedó claro que la principal amenaza provenía del Este. En junio de 1948, el Ejército de EEUU montó un inmenso puente aéreo para abastecer a un Berlín Occidental bloqueado por los soviéticos. El ocupante se había convertido en el aliado imprescindible.

En Japón, las nuevas ideas democráticas se extendieron gracias a que no hubo una purga generalizada de la derecha nacionalista. Eliminada la idea del expansionismo imperial, esa derecha, a través del Partido Liberal Democrático, llegó al poder (y ahí ha seguido de forma casi ininterrumpida desde los años cuarenta).

Japón y Alemania eran sociedades desarrolladas, con un alto grado de coherencia social interna y sin etnias y nacionalidades con intenciones secesionistas. No tenían cuentas pendientes que resolver entre ellos.

Supieron aprovecharse de las ventajas iniciales de la ocupación: la ayuda económica de EEUU y la eliminación de la élite fascista. Los líderes y su ideología, que les habían llevado a la hecatombe, se fueron para no volver. Si tenían algún interés por dominar a sus vecinos, llegaron a la conclusión de que era más fácil e incruento hacerlo con el desarrollo económico que con los Ejércitos.

Irak carece de todos esos factores que convirtieron en un éxito la ocupación norteamericana de Alemania y Japón. No es un país cohesionado, porque suníes, shiíes y kurdos tienen ideas muy diferentes sobre cuál debe ser la ordenación del Estado. El país cuyas fronteras diseñaron los británicos para reunir bajo una misma bandera los campos petrolíferos del norte y del sur no está condenado a la partición, pero no cuenta todavía con un consenso básico sobre su futuro.

No tiene ninguna experiencia democrática. Desde mediados del siglo XX, no ha conocido más que breves y esporádicos periodos de paz. Desde finales de los sesenta, sufrió la dictadura más cruel de Oriente Medio. En los últimos dos años, la única legitimidad que han tenido los políticos iraquíes tiene sus raíces en la religión y los lazos de la tribu. Las urnas sólo han sido un mecanismo para convertir esa legitimidad en poder.

De momento, la idea de un partido laico y vagamente liberal que trascienda las divisiones religiosas y tribales, que pueda recibir el apoyo tanto de suníes como de shiíes, ha fracasado. EEUU creyó inicialmente que Ahmed Chalabi podría encabezar ese proyecto y Chalabi acabó uniéndose a las filas del partido de los ayatolás shiíes. Luego, pensó en Iyad Alaui y vio cómo éste salía derrotado en las primeras elecciones legislativas.

A diferencia de Alemania y Japón, en Irak sí ha surgido un movimiento insurgente que cuenta el apoyo de una parte de la población suní. Mantiene su capacidad para hostigar a las fuerzas extranjeras y es capaz de aplicar el terror a los políticos locales que colaboran con el nuevo Gobierno iraquí.

Para hacer la situación aún más violenta, Al Qaeda ha convertido el país en el principal campo de batalla de su yihad. Y una de sus metas es precisamente alentar la división entre suníes y shiíes.

El contrato implícito entre los iraquíes y las fuerzas militares extranjeras, si existió alguna vez, ha quedado hecho pedazos. En su lucha contra la insurgencia, EEUU se arriesga cada día a aumentar el odio de los suníes, mientras los shiíes, quizá aún no sus dirigentes, encuentran cada vez menos sentido a una presencia extranjera que no sirve para garantizar la seguridad.

La reconstrucción económica tampoco funciona como aval y compensación por la presencia de 140.000 soldados norteamericanos. Acostumbrados a vivir en una dictadura que controlaba todas las relaciones económicas, y que en los últimos años era casi la única fuente de alimentos gracias a las cartillas de racionamiento, los iraquíes no comprenden por qué las nuevas autoridades ni siquiera pueden garantizar el suministro eléctrico.

Quizá no tengan paciencia y esa reconstrucción requiera el trabajo de toda una generación, pero ¿quién puede tener paciencia con temperaturas de 40 grados durante cinco meses al año y sólo doce horas diarias de electricidad?

El estandarte imperial que EEUU enarboló en Japón y Alemania era la lógica conclusión de una guerra iniciada por los países derrotados. Las circunstancias históricas favorecieron una empresa que se aplicó entre el apoyo y, como mucho, la indiferencia de la población local.

En Irak, EEUU no tiene ningún mandato para reconstruir el paisaje político local y modelarlo a su imagen y semejanza. No puede ejercer una represión feroz para castigar a sus adversarios, porque eso le haría estar aún más lejos de sus objetivos y sería una contradicción con el mensaje democratizador que dice querer promover. No puede inventarse una democracia que no cuenta con bases socioeconómicas firmes para desarrollarse.

Si sus aliados en el nuevo Gobierno iraquí son fuertes y eficaces, EEUU podrá ir soltando lastre iniciando la retirada de sus soldados y entregando las riendas del poder. Si no es así, se verá condenado a mantener una fuerza militar significativa para que todo el proyecto de cambio de régimen comenzado con la invasión de marzo de 2003 no se venga abajo. No suena muy parecido a lo que ocurrió en Alemania y Japón en 1945.

Posted by Iñigo at Septiembre 4, 2005 12:56 PM

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Comments

Otra cuestión: parece que la preparación de la ocupación comenzó tiempo antes de que acabara la guerra, y en ambos países los Estados Unidos contaron con cientos de miles de soldados, y para el caso de Alemania (Occidental), con la presencia de fuerzas británicas y francesas.

Posted by: Anonymous at Septiembre 4, 2005 02:26 PM

La situación en Iraq, salvando las distancias, recuerda bastante a Vietnam. Hay un gobierno títere que sirve a los intereses americanos; y que sin las tropas ocupantes se hundiría rápidamente. Y una guerrilla que cuenta con las simpatías de gran parte de la población del país -y no sólo suníes-, y que parece que dispone de capacidad para seguir operando durante bastante tiempo. Como en Vietnam, se anuncia una y otra vez la "aniquilación inminente de la resistencia" -Fallujah, Al-qaim, Najaf, Samarra...- sin que ello llegue a suceder en ninguna de las ocasiones.

Como ya dijo Ho Chi Minh, la cuestión está en cuantos muertos y cuánto gasto militar están dispuestos a asumir los americanos. Los soldados de EEUU, por muy motivados que estén, acabarán por cansarse de luchar en la otra punta del mundo, en un país extranjero cuyos asuntos ni les van ni les vienen y en una guerra a la que no se le ve un final claro.
La única opción realista que tienen es intentar el agotamiento de la resistencia, ganándose a sus simpatizantes y privándola poco a poco de apoyo social. Pero quizás esta oportunidad la perdieron en Abu Ghraib.

Posted by: Eye del Cul at Septiembre 4, 2005 08:20 PM

Yo personalmente creo que bush es un verdadero pendejo aparte de ser un presidente ilegitimo, pero no por que me caiga mal voy aceptar a los pinchis palestinos malnacidos terroristas que no hacen nada por parar a sus familiares de que se suban a un camion y maten personas que no tienen nada que ver con lo que sucede politicamente en su pais, los que critican a israel jamas critican a los palestinos terroristas eso yo le llamo """HIPOCRESIA""" OTRA COSA QUE SE LES OLVIDA DECIR ES QUE LOS ARABES ESTAN PAGANDO EL PRECIO POR HABER TRATADO ANIQUILAR ALEVOSAMENTE A ISRAEL CUANDO LO INVADIERON POR TODOS LADOS eso gente como ustedes no lo recuerdan y jamas dicen nada al respecto si a Mexico lo invadiera estados unidos el salvador guatemala los paises caribenos y Mexico les ganara yo estaria de acuerdo en que se apoderada de sus tierras por culos y alevosos....

el nefasto

Posted by: el nefasto at Septiembre 6, 2005 07:49 AM

el nefasto, usted está fuera de época. Es verdad que Julio César decía que la guerra da derecho al conquistador de hacer lo que quiera con el conquistado, pero de eso hace mucho tiempo. En esta época existen documentos como las Convenciones de Ginebra y de La Haya, y demás, que dicen que eso no se puede hacer. También resulta un poco feo eso de castigar a familias y pueblos enteros por lo que haga uno de sus miembros, algo que hicieron las tropas nazis en la Segunda Guerra Mundial, y que no está demasiado bien visto en estos tiempos que corren.

Por otro lado, no conozco mucha gente, ni en este espacio ni por ahí, que alabe que alguien vuele una guagua/autobús, sea para liberar Palestina, salvar las ballenas, o para que repongan Barrio Sésamo.

En cuanto a la Guerra de 1948, es algo complejo, pero permita hacer la comparación anacrónica: imagine que a una parte de su territorio empiezan a llegar colonos con cultura y lengua muy distintas, cada vez más, hasta que llega un momento en que dicen que ese territorio es suyo y se levantan en armas. ¿Sigue usted pensando lo mismo, si el territorio se llama Texas?

No hay que olvidar que Israel se trata de una creación de la ONU para compensar el Holocausto, sin que nadie pensara si era justo para la gente que ya vivía allí. Recuérdese que cientos de miles de palestinos/as tuvieron que dejar sus casas.

Pese a esta situación, la Autoridad Palestina está dispuesta a admitir la existencia del Estado de Israel, en convivencia o, mejor dicho, coexistencia, con el Estado palestino. Por supuesto no todo el pueblo palestino está de acuerdo con esto, del mismo modo que parte del pueblo israelí no tiene claro lo de tener un estaod vecino palestino con la misma soberanía que el suyo.

En cualquier caso, la cuestión es respetar los derechos humanos de todas las personas y pueblos.

Posted by: Anonymous at Septiembre 6, 2005 04:12 PM