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Octubre 31, 2005

Si falla con el marido, prueba con la esposa

Se dice que si algo funciona no lo toques. Resulta curioso comprobar cómo esta siendo la reacción de los partidarios de Bush a la noticia del procesamiento de Lewis Libby y a la constatación de que el Plamegate es un escándalo que va a acompañar a la Casa Blanca hasta el fin del segundo mandato del presidente de EEUU.

Ya empezamos a tener una idea sobre los no demasiado brillantes resultados que tuvo la estrategia de atacar la credibilidad de Joseph Wilson y de su viaje a Níger. De momento, un consejero de Cheney se arriesga a pasar 30 años en prisión y el principal asesor de Bush, su creador dirían algunos, corre el riesgo de compartir el mismo destino.

Algunos intentos por hacer lo mismo con el fiscal Patrick Fitzgerald no han llegado a cuajar, aunque, todo hay que decirlo, ni Bush ni su portavoz han llegado tan lejos. Como explicaba hace unos días The Economist, la reputación y la independencia de este fiscal le hacen casi inmune a acusaciones de partidismo.

La última vuelta de tuerca, a pesar de los malos precedentes, tiene como objetivo a la espía de la CIA Valerie Plame. En un intento desesperado de restar importancia a los delitos investigados, algunos cuestionan incluso que se trate de una agente y llegará el momento en que terminarán sosteniendo que sólo se trataba de una secretaria con aires de trepa.

Entre las razones más divertidas que se han manejado está el hecho de que Plame entrara en coche en la sede central de la CIA. Parece que les resulta extraño que no llevara la cabeza metida en una bolsa de papel o no entrara en el edificio saltando un muro y vestida con el jersey y pantalones negros que Homer Simson usa cuando tiene que asaltar la mansión de Montgomery Burns.

Es bueno saber que los agentes de la CIA no tienen que jugarse la integridad ni poner a prueba los mecanismos de seguridad de la sede cuando trabajan allí. Larry Johnson, ex agente y compañero de clase de Plame en el centro de adiestramiento de la CIA, lo explicaba en una entrevista en la CNN:

BLITZER: What about the argument that she was driving in and out of Langley, CIA headquarters, on a daily basis for her job as an analyst in counter -- nuclear counterproliferation?

JOHNSON: People saying that just demonstrate their further ignorance of the CIA.

At least 40 percent of the people driving through those gates every day are undercover. They are -- sometimes, they are here in the United States for two or three assignment. Then they go back overseas. Their acknowledged relationship with the CIA is unacknowledged. They're presumed to work for some other U.S. government agency. Their covers are backstop.

So, just because they are driving through the gates there doesn't mean that they're not undercover. I was out there for four years driving through the gates. I was undercover until I day I left. And the only one who knew I worked with CIA was my wife

Johnson explica que Plame estaba a punto de perder su estatus de NOC, agente secreto que trabaja en el extranjero sin cobertura diplomática, porque era una de las personas cuya situación había quedado comprometida por la traición de Aldrich Ames. Sin embargo, aún era una NOC y realizaba algunas misiones en el extranjero. Su disfraz consistía en trabajar como consultora de una empresa del sector de la energía, la típica compañía que se inventa la CIA para dar algún tipo de apariencia inocente a sus agentes cuando viajan fuera del país.

Si los hechos no colaboran, hay que aplicar la maquinaria de las teorías de la conspiración. En este caso, los defensores de la Casa Blanca sospechan que Plame formaba parte de un complot de la CIA para desprestigiar a Bush: el viaje de Wilson sería un ardid que sólo cobraría sentido cuando el diplomático publicó su artículo en The New York Times.

En realidad, esta invención no es nada sorprendente. Proviene de la misma gente que afirmaba que el principal responsable del fiasco de las armas de destrucción masivas iraquíes era la CIA. En esta versión, los altos cargos de la Casa Blanca jugaban el papel de honestos gobernantes engañados por sus servicios de inteligencia.

Son las cosas que se decían los lunes, miércoles y viernes, porque en martes y sábados tocaba sugerir que el famoso arsenal iraquí podía haber existido, sólo faltaba encontrarlo en una caja fuerte de Suiza o en el Ministerio de Defensa sirio.

De entre todas las críticas que los aliados de Bush hacen a la CIA, la que más se sostiene es la de la incompetencia de los servicios de inteligencia. En cualquier caso, ese catálogo de torpezas que han hecho célebre a la CIA en los últimos años no resta valor al estatus de Valerie Plame dentro del organigrama de la Agencia. Era un espía y revelar su nombre es un delito que merece ser investigado.

Como también se debe investigar, y es lo que ha hecho el fiscal, el delito de obstrucción a la justicia, otra acusación que ha sido subestimada por los adalides de Libby y Rove. Si no se considerara esta acción como un delito grave, nunca se podrian investigar los desmanes de los gobernantes, que siempre tienen recursos para obstaculizar el trabajo de jueces y fiscales cuándo estos meten sus narices en las alcantarillas del poder.

Sí que están desesperados si su unica estrategia consiste en minar la credibilidad de los protagonistas de este escándalo que les resultan molestos. Les salió mal una vez y es probable que el ventilador les vuelva a fallar ahora.

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OK, Valerie, no Valery.

Posted by Iñigo at Octubre 31, 2005 06:48 PM

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Comments

Vamos, que nos intentan vender la moto que era una incompetente porque no escondia su identidad, y por eso se sabe que era agente de la CIA(no porque se haya filtrado o algo parecido).

Se deben de pensar que somos idiotas. O quizas lo sean ellos si esta pretende ser su defensa.

Posted by: Cancito at Noviembre 1, 2005 08:48 PM