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Junio 27, 2006

Una jugada arriesgada sobre el tablero de Gaza

Las agencias de prensa han distribuido hoy fotos de columnas de blindados israelíes aparcados en orden a la espera de recibir una orden de su Gobierno para entrar en Gaza. Nos encontramos ante la típica situación tantas veces repetida en la guerra entre israelíes y palestinos: todo puede ocurrir y los que suelen apostar por lo peor se preparan para recoger sus ganancias.

Sin embargo, varios dirigentes políticos de ambos lados saldrían ganando si la crisis provocada por el secuestro del soldado Gilad Shalit acaba sin derramamiento de sangre. En primer lugar, el primer ministro palestino, Ismail Haniyeh, podría obtener el reconocimiento internacional que hasta ahora EEUU, Europa y varios países árabes le han negado. Pero para ello, debe hacer efectivo un control sobre el brazo armado de Hamás que no tiene.

Los máximos dirigentes del Gobierno israelí se enfrentan a su primera prueba decisiva ante su opinión pública. Ni Olmert ni Peretz cuentan con el curriculum militar del que han gozado tantos gobernantes israelíes del pasado. Deben mostrar firmeza y, también, habilidad en las negociaciones. Pero una operación de rescate o una invasión de Gaza que tengan como consecuencia la muerte de Shalit les obligará a afrontar un fracaso que su reputación en temas de seguridad no podrá compensar. La mano dura suele ser rentable políticamente cuando sirve para conseguir los objetivos trazados.

Abú Mazen también puede demostrar a israelíes y norteamericanos que a través de las negociación se pueden conseguir más cosas que con los tanques. Pero su principal obstáculo no es tanto Hamás como la opinión pública palestina.

Es probable que tanto los votantes de los integristas como los de Fatah estén orgullosos con el resultado del asalto contra un puesto militar israelí. A diferencia de los atentados suicidas contra objetivos civiles (la misma imagen de marca de Al Qaeda en Irak, no lo olvidemos), lo que ocurrió fue una operación de comando contra un objetivo militar, contra soldados bien pertrechados a los que pillaron con la guardia baja.

Para muchos palestinos, la operación es una forma de 'equilibrar el marcador'. Acostumbrados a encajar con dolor la respuesta indiscriminada de Israel contra los ataques con cohetes Qassam, ahora tienen un motivo de satisfacción.

Sin embargo, si el soldado Shalit es finalmente eliminado por sus captores, la conclusión del asalto, planeado como si fuera un acción militar, sólo será un asesinato a sangre fría. El Gobierno israelí hará responsable al Gobierno de Hamás y no sería extraño que procediera a eliminar de forma sistemática a sus ministros.

Quizá sea también el fin del plan de Olmert de retirada parcial de los asentamientos de Cisjordania. ¿Cómo podría Olmert defender un repliegue similar al de Gaza si lo que ha permitido este último es un aumento de los ataques con Qassam y la muerte de tres soldados?

En casos anteriores de secuestros de soldados israelíes en el sur de Líbano, y también de la liberación del jeque Yassim a cambio de los agentes del Mossad que fracasaron al intentar asesinar en Jordania a Jaled Meshal, el factor tiempo fue clave. Hizo posible una negociación que parecía imposible al principio.

Desgraciadamente, tiempo no es lo que les sobra a Olmert, Mazen y Haniyeh.

Posted by Iñigo at Junio 27, 2006 12:17 AM

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