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Octubre 21, 2006

Censura militar

Con la invasión de Irak, el Pentágono abrió la puertas de sus unidades militares a los periodistas y todos parecieron contentos con el resultado. La tecnología echó una mano y las crónicas del éxito llegaron casi en tiempo real. Y había algo más. Los militares, los G.I. Joe que luchan para poder volver a casa, también escribían blogs. Contaban su experiencia como soldados y el Pentágono no podía estar más satisfecho. Una forma más de saltarse el filtro que suponen los medios de comunicación.

Cuando las cosas empezaron a ir mal, la transparencia fue difuminándose hasta quedar en nada. Los blogs de los soldados pasaron de ser una oportunidad a una amenaza, real o ficticia. Y llegó el momento de la censura. Una pequeña unidad de diez soldados de la Guardia Nacional de Virgina se dedica a rastrear blogs, foros y webs para descubrir revelaciones que puedan poner en peligro la seguridad de las operaciones.

Cada día son más los bloggers militares que sencillamente no quieren meterse en problemas y abandonan sus pequeños diarios digitales. El Ejército pierde así la ocasión de contar su historia directamente a la opinión pública de su país aunque sea en pequeñas dosis.

Sólo quedan nueve reporteros incrustados con las tropas norteamericanas en Irak. Hasta en los medios conservadores aparecen críticas al Ejército por su política miope y obstruccionista. La verdad es que hay muy pocos periodistas compartiendo el campo de batalla con los soldados porque los militares no quieren testigos de ningún tipo, ni siquiera procedentes de ambientes que les son favorables.

Mientras tanto, el Pentágono se gasta millones de dólares en contratos con empresas de relaciones públicas. Estas compañías generan información que nadie cree y se dedican a sobornar a periodistas iraquíes.

Es el comportamiento típico de las grandes organizaciones, públicas o privadas. Derrochan dinero en objetivos inalcanzables y se encierran en una estupidez autista. No quieren que nadie sepa cómo funcionan por dentro y luego se quejan de que tienen mala imagen.

Posted by Iñigo at Octubre 21, 2006 08:37 PM

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Comments

Con el hambre que deben arrastrar, debe ser barato sobornar a un iraquí, sea periodista o no. El resto de lo que paga el Gobierno, a la saaaaaaaca.

Posted by: pecha at Octubre 23, 2006 08:07 AM