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Febrero 02, 2007

La muerte del sargento Leija

Una patrulla de soldados norteamericanos en la peligrosa calle Haifa de Bagdad acaba de forma trágica con la muerte del sargento Héctor Leija. En un registro rutinario, el jefe de pelotón buscar armas en la cocina de una casa y recibe un disparo de un francotirador. Damien Cave, del NYT, acompaña a los soldados. Lleva encima un cuaderno y también una cámara, y la web del diario ofrece el artículo y las imágenes.

La familia de Leija en Texas no había sido aún notificada por el Ejército cuando las imágenes aparecieron en la web. En ellas se ve al sargento explicando su misión antes de recibir el tiro. Una vez que ha sido herido, sus compañeros lo arrastran a otra habitación y lo sacan en camilla, aunque ahí las imágenes son muy oscuras.

El periódico ha recibido fuertes críticas por su decisión y los militares dicen haber quitado el estatus de incrustado a Cave y a un fotógrafo que le acompañaba. Algunos reprochan al NYT su falta de sensibilidad con la familia de Leija, otros se escandalizan sencillamente porque no quieren que esa parte de la guerra se conozca. Sólo les interesan los soldados si eso sirve para acallar las voces críticas con la guerra.

Es muy fácil mandar a jóvenes a combatir cuando no tienes que pasar por el trago de ver las consecuencias de esa decisión.
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Los periodistas no deberían escribir los artículos cuando están enfurecidos. William Arkin, un respetado experto en asuntos militares, vio por televisión un reportaje en el que los soldados se quejaban de la creciente falta de apoyo a la guerra en la sociedad de su país. En su blog, alojado en The Washington Post, Arkin se lanzó como un misil contra los uniformados, a los que llegó a llamar mercenarios.

These soldiers should be grateful that the American public, which by all polls overwhelmingly disapproves of the Iraq war and the President's handling of it, do still offer their support to them, and their respect.

Through every Abu Ghraib and Haditha, through every rape and murder, the American public has indulged those in uniform, accepting that the incidents were the product of bad apples or even of some administration or command order. (...)

So, we pay the soldiers a decent wage, take care of their families, provide them with housing and medical care and vast social support systems and ship obscene amenities into the war zone for them, we support them in every possible way, and their attitude is that we should in addition roll over and play dead, defer to the military and the generals and let them fight their war, and give up our rights and responsibilities to speak up because they are above society?

Es un tanto abusivo llamar mercenarios a los soldados de tu país. Si lo fueran, hace tiempo que habrían pedido la baja y encontrado un empleo mejor, pero no creo que tengan esa oportunidad. Es cierto que los soldados acuartelados gozan de oportunidades de ocio que no se habían visto nunca en ninguna guerra. Dudo mucho de que comer auténticas hamburguesas traídas de EEUU compense estar lejos de casa y correr el riesgo de acabar como el sargento Leija.

Por lo demás, los soldados no tienen ningún derecho a cuestionar la voluntad de sus compatriotas, y ahí Arkin tiene razón. No es el Ejército quien decide qué países hay que invadir, sino el Gobierno elegido por los ciudadanos. Y los políticos --como está ocurriendo en EEUU-- pueden perder la confianza de la opinión pública. En una democracia, los generales pueden ser criticados, en especial cuando su dirección de la guerra es tan inepta como las órdenes que reciben del Gobierno.

Si los soldados se quejan de que no reciben el aliento necesario, lo único que están consiguiendo es cubrir las espaldas de los mentirosos e incompetentes que les prometieron una guerra rápida y les han obligado a morir en una calle de Bagdad.

Posted by Iñigo at Febrero 2, 2007 09:14 PM

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Comments

Dicen los que han estado, que la principal sensación en una guerra es que lo mismo estas como que dejas de estarlo. Por azar caes tu o tu compañero o los dos o ninguno.

Los videojuegos o las películas, que tanto hacen para que nos resulte divertido estar en una guerra no nos entrenan sobre eso: sabe que al protagonista nunca le pasa nada pero si a su amigo que lo jubilan al día siguiente, o que con suficientes horas de juego llegas al final.

Este infortunado sargento podía seguir vivo. Independientemente de lo buen o mal chico que era, incluso de su preparación o lucidez.

Ahora forma parte de unos bandos mas reales que los que delimitan los uniformes y las banderas: está en el lado de los muertos frente a otros que están en el de los vivos.

Hay otros bandos, el de los torturados frente a los que no lo han sufrido, el de los hijos huerfanos frente a los que tienen a su padre...los hay en los USA y en Iraq. Si pudieran hablar entre ellos tendrían punto de vistas parecidos, al meno en las cuestiones existenciales.

Posted by: pecha at Febrero 4, 2007 05:44 PM

no tengo palabras para expresar lo que siento, pero es muy triste perder a un familiar.

Posted by: francisco leija at Mayo 5, 2007 02:17 AM