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Agosto 27, 2007

Ponga buena cara y apueste por el infierno

Parecía que podía ser un momento decisivo para evaluar la presencia militar norteamericana en Irak. La gran cita consistía en el balance que el general David Petraeus presentaría ante los congresistas en la primera quincena de septiembre sobre la "escalada" militar en Irak. Ahora o nunca. El momento en que se vería si todo el gran despliegue estaba sirviendo para algo más que para aumentar la lista de bajas.

Ya se puede plegar velas. Cuando se supo que la fecha elegida era el 11 de septiembre se podía intuir por dónde iban los tiros. ¿Cuándo ha dejado la actual Administración norteamericana que la realidad ponga en peligro sus planes propagandísticos? Con la ayuda de algunos congresistas aún adeptos a la causa --los que tienen suficiente con un viaje de 10 días y una conversación de hora y media con Petraeus para anunciar que todo va viento en popa-- y los medios de comunicación conservadores, el mensaje oficial ha quedado grabado sobre bronce: la "escalada" ha sido un éxito y quien diga lo contrario es un miserable.

Los portavoces de la Casa Blanca no se esconden. Explican a la prensa que no esperan ningún cambio de estrategia en este otoño. La moral de los políticos de la derecha vuelve a recuperar posiciones.

Los soldados estadounidenses no pueden decir lo mismo. La población civil iraquí está demasiado ocupada en no ser eliminada por vivir en el barrio equivocado. La limpieza étnica encubierta, si acaso oculta tras todos los cadáveres que aparecen por la mañana en las calles de Bagdad, continúa sin descanso. Los políticos que alardean de que en los últimos seis meses los progresos son evidentes prefieren olvidar que desde entonces el número de personas que han huido de sus hogares se ha doblado:

Statistics collected by one of the two humanitarian groups, the Iraqi Red Crescent Organization, indicate that the total number of internally displaced Iraqis has more than doubled, to 1.1 million from 499,000, since the buildup started in February.

Los políticos iraquíes tampoco están en condiciones de cantar victoria. El Gobierno se desangra por momentos. No hay un mes sin que un partido político abandone el Gobierno de coalición o le retire su apoyo en el Parlamento. El último ha sido el partido laico del ex primer ministro Iyad Alaui, que ha contratado a una empresa de lobbys en EEUU para promover su nombre como futuro jefe del Gobierno y desbancar a Maliki. Alaui obtuvo un resultado penoso en las últimas elecciones, pero sabe dónde hay que pulsar las teclas adecuadas. El que un político iraquí crea que sus opciones de volver al poder pasan por mejorar su posición en Washington --previo pago de 300.000 dólares-- antes que en Bagdad revela hasta qué punto el Gobierno iraquí se ha convertido en un cadáver.

Por eso, circulan rumores sobre un golpe de Estado en Irak. A primera vista, y a segunda y a tercera, parecen sólo eso, rumores, producto de la paralisis política y de la falta de alternativas. Algunas especulaciones tienen más fundamento, como la amenaza que supone para Maliki un servicio de inteligencia cuyas facturas corren a cuenta de la CIA y cuyo responsable está fuera del control del Gobierno.

En Oriente Medio, ningún gobernante duerme bien por las noches si el jefe del Ejército o de los espías tiene sus propios intereses y fuentes de financiación.

Amparado en cierto descenso de la violencia en Bagdad, que a fin de cuentas ha conseguido parte de su objetivo con la expulsión de miles de suníes de la ciudad, y de la canonización del general Petraeus por la prensa, Bush se decidió hace unos días a poner algo de su parte. Qué demonios, a fin de cuentas sigue siendo el presidente. Ya estamos acostumbrados a que su Gobierno vaya cambiando de objetivo en su aventura iraquí a medida de que los grandes principios iniciales quedan enterrados bajo una montaña de mentiras o cadáveres. Lo que no sabíamos es que en esa loca carrera hacia ninguna parte, Bush terminaría penetrando en el laberinto ya transitado por sus adversarios: la guerra de Vietnam.

El paradigma utilizado por los antiguerra en manos del presidente que inició el actual baño de sangre. No es extraño que hasta Christopher Hitchens no dé credito ante tanta estupidez. Otra comparación con la reconstrucción de Japón tras la Segunda Guerra Mundial obtuvo la respuesta que se merece del historiador en quien se inspiraba Bush. Y el uso de la novela de Graham Greene "El americano impasible" revela que los que escriben sus discursos sólo leen la solapa de los libros.

El presidente se refirió a las tragedias que se producirán cuando las tropas norteamericanas abandonen Irak. Y aunque parte de ese sombrío pronóstico es desgraciadamente muy posible, resulta irónico que Bush hable de la huida masiva de los 'boat people' vietnamitas cuando no menos de dos millones de iraquíes están fuera del país o de su ciudad mucho antes de que comience esa hipotética retirada. Por no hablar de los campos de reeducación impuestos por los norvietnamitas. Muchos iraquíes afrontan en estos momentos un destino mucho peor que la "reeducación".

EEUU no es el único país del mundo en el que en política la diferencia entre percepción y realidad puede ser muy amplia. En especial, si al Gobierno de turno le convierte alejarse de la segunda para apostarlo todo por la primera. Ya sólo se trata de vender la idea de que la "escalada" ha sido un éxito. Si no se puede hacer el cálculo sobre todo Irak, se hará sobre Bagdad. Si, con el apoyo de los medios de comunicación, el mensaje cala entre la población y permite cambiar algunos puntos en los sondeos, qué más se puede pedir. Si los beneficios políticos de la "escalada" son inexistentes en Irak, se echa la culpa al Gobierno iraqí (Hasta Hillary se ha unido al acoso sobre Maliki. Esta mujer haría cualquier cosa con tal de no dar el paso de pedir la retirada de Irak).

Incluso si se produce una versión iraquí de la ofensiva del Tet, como temen los servicios de inteligencia de EEUU, habrá quien lo presente como un ejemplo de la desesperación de la insurgencia, la misma que estaba en sus últimos estertores hace dos años.

Según el recuento de la violencia que hace la agencia Associated Press, no hay tal éxito, si acaso un descenso de las muertes en Bagdad hasta los niveles de hace un año, mientras que el incremento en el resto del país es tan significativo como para que la media diaria de víctimas mortales sea casi el doble con respecto al año pasado:

Iraq is suffering about double the number of war-related deaths nationwide compared with last year — an average daily toll of 33 in 2006, and 62 so far this year.

Nearly 1,000 more people have been killed in violence across Iraq in the first eight months of this year than in all of 2006. So far this year, about 14,800 people have died in war-related attacks and sectarian murders. The AP accounted for 13,811 deaths in 2006.

Baghdad has gone from representing 76 percent of all civilian and police war-related deaths in Iraq in January to 52 percent in July, bringing it back to the same spot it was roughly a year ago.

Eso es la realidad. Cuando llegue el 11 de septiembre y la cita de Petraeus en Washington, lo que importará será la percepción.

Posted by Iñigo at Agosto 27, 2007 12:10 AM

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Comments

A saber cuánto tardan en apropiarse de esto también.

Posted by: Borja Ventura at Agosto 27, 2007 09:15 AM