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Marzo 09, 2008

La guerra sucia que Bush perdió en Gaza

No ocurre todos los días que un ex alto cargo de la Administración de Bush, de probada fe neocon, denuncia a un medio de comunicación norteamericano que sus jefes se embarcaron en "una guerra sucia para dar la victoria a una dictadura corrupta" de Oriente Próximo. Y no es la primera vez que ocurre algo así. El personaje en cuestión es David Wurmser, hasta julio de 2007 asesor de Cheney, y la "dictadura corrupta" es la Autoridad Palestina.

La revista Vanity Fair ha publicado este mes un largo reportaje –"The Gaza Bombshell"– en el que detalla con documentos confidenciales y fuentes de la Administración el fracaso de los intentos de EEUU por eliminar a Hamás de la ecuación palestina con la colaboración de los dirigentes del Gobierno de Mahmud Abás.

Parte de esta historia es conocida ya. Lo que consigue el artículo es evidenciar de forma nítida la hipocresía autodestructiva del mensaje a favor de la democracia en Oriente Próximo tantas veces esgrimido por George Bush y Condoleezza Rice.

Votos y fusiles eran los ingredientes con los que Bush y Rice querían acabar con Hamás. Curiosa mezcla. Ambos fracasaron porque partían de un desconocimiento total de la realidad política de la zona, entre otras cosas por no ser conscientes de los efectos deplorables que han tenido los sucesivos fracasos de los denominados procesos de paz en el paisaje político palestino: ya sólo quedan pie los radicales y los colaboracionistas. Las soluciones que –con grandes sacrificios y dosis de suerte– podrían haber tenido éxito hace 20, 15 o 10 años dan evidentes muestras de agotamiento.

Todo comenzó con un capricho democrático: Bush quería elecciones en Palestina. Por distintas razones, los políticos israelíes y palestinos se oponían. Se cambió la ley electoral para que beneficiara a Fatah y lo que ocurrió fue justamente lo contrario. Con poco más del 44% de los votos, los islamistas obtuvieron una mayoría absoluta arrolladora.

"¿Quién coño recomendó esto?", dijo alguien en el Pentágono. Los mismos que, fracasada la opción de los votos, pasaron a apostarlo todo a la carta de las balas. Condoleezza Rice viajó a Ramala para aplicar toda la presión sobre el presidente palestino, Mahmud Abás. Las elecciones ya no importaban. Había que disolver el Gobierno dirigido por Hamás y declarar el estado de emergencia, una medida de dudosa legalidad.

En el mismo despacho en el que Arafat se convirtió durante años en el símbolo de la resistencia palestina, Abás se puso a los pies de su invitada. Pero Rice descubrió pronto que su débil interlocutor nunca podría cumplir los términos del acuerdo.

La opción de las balas pasaba por un siniestro personaje, Mohamed Dahlan, caudillo de Fatah en Gaza. En tiempos fue uno de esos jóvenes líderes de la primera intifada llamados a sustituir a los líderes de la OLP acostumbrados a la buena vida del exilio. Terminó convirtiéndose en un jefe policial sin escrúpulos, experto en permitir a sus hombres técnicas tan edificantes como la detención arbitraria y la tortura.

EEUU creía haber encontrado a su nuevo hombre fuerte. Después de reunirse con él en tres ocasiones, Bush dijo a sus asesores. "Es nuestro hombre". Lo mismo que mucho tiempo atrás otras personas dijeron de Van Thieu, Somoza, Noriega o Sadam Hussein.

El teniente general Keith Dayton prometió a Dahlan 86 millones de dólares para formar una fuerza policial con la que colocar una pistola en la sien de Hamás. El dinero nunca llegó por culpa de las reticencias del Congreso. Como en los tiempos del escándalo del Irancontra –pero aparentemente sin cometer ningún delito– Rice tuvo que dar un rodeo y convencer a varios gobiernos árabes de que adelantaran los fondos y entrenaran a las fuerzas policiales de Fatah.

No es que Dahlan estuviera en su casa esperando acontecimientos. Lanzó una guerra sucia contra los islamistas en una cadena de asesinatos y represalias que perseguía convertir Gaza en un lugar ingobernable. En eso sí que tuvo éxito.
A Rice le dio un ataque cuando se enteró de que Abás había cedido ante Arabia Saudí y aceptado formar un Gobierno de coalición con Hamás.

El Departamento de Estado elaboró un plan alternativo, con el poco imaginativo nombre de Plan B, para dar a Abás 15.000 hombres armados con los que definitivamente acabar con el control de Gaza por Hamás.

En una historia en la que la corrupción y la incompetencia van de la mano, no resulta extraño saber que todo se vino abajo cuando el plan se filtró a un diario jordano. Los dirigentes de Hamás no contaban ya con simples sospechas. Sabían que iban a por ellos. No es extraño que prefirieran adelantarse a los acontecimientos y expulsar de Gaza a sus verdugos.

Sin votos y sin balas, ya sólo quedaba la alternativa del bloqueo de Gaza. Si Hamás hubiera tenido agentes a sueldo en la Casa Blanca, las cosas no le habrían salido mejor.

Posted by Iñigo at Marzo 9, 2008 12:35 AM

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Comments

Buen artículo. Me interesa el tema y me gusta (todo el blog en general) tu modo de enfocar las noticias. Felicidades. Tavo.

Posted by: Tavo at Marzo 9, 2008 03:01 AM

Dahlan es el hombre más odiado de Gaza. Es el colaboracionista por antonomasia. Por su pasado represor como por sus negocios millonarios con los israelíes en sectores como el cemento.

Me atrevería a decir que lo odian más que a Sharon u Olmert. Y, sin dudas, en el peor momento de las luchas en Gaza, se dedicaban más a criticarlo que al propio Tsahal.

Excelente entrada.

Arroja luz sobre el conflicto entre Fatah y Hamás Un conflicto que no a poca gente - que no entiende ni vislumbra la enterna política exterior del "divide y vencerás" que en Gaza se articula desde los albores mismos de Hamás en los años ochenta - la ha llevado a mirar con perplejidad las "luchas fraticidas" e inclusive a legitimar las acciones de Israel.

EEUU ve a Hamás como parte del eje chií Irán-Siria-Hezbolá, aunque es suní. Y las diferencias de organización e idioscincracia resultan notables, por más que Hamás haya intentado copiar el modelo del Partido de Dios después de que este lograra expulsar a los israelíes del sur del Líbano tras 22 años de ocupación en el año 2000.

Por eso EEUU dio luz verde a las ofensivas israelíes en la franja de Gaza, Operación LLuvia de Verano, tras el secuetro de Gilad Shalit o a la Segunda Guerra de Líbano.

Si Dahlan se sitúa al frente de Fatah, como tanto se ha comentado en las últimas semanas, se perderá definitivamente toda posibilidad de reconciliación. Y, más allá de las demenciales políticas de Washington, su estrategia podría haber dado, no los resultados esperados, pero sí una situación que legitima a Israel para continuar con la ocupación de Cisjordania y para seguir aislando a Gaza del mundo.

Un saludo, HZ

Posted by: Hernán Zin at Marzo 9, 2008 11:40 AM