« El fin de 'Los Soprano de Gaza' | Main | Obama que estás en los cielos »

Agosto 25, 2008

Las buenas personas y las nenas no ganan elecciones

Lincoln Antietam.jpg

He comenzado a escribir para la sección de Internacional de Público una pequeña sección llamada "Las buenas personas y las nenas no ganan elecciones". Es una frase que Nixon escuchó de su jefe de campaña cuando se enfrentó a Helen Gahagan Douglas por un escaño del Senado en 1950. Evidentemente, tuvo muchas ocasiones de poner en práctica el consejo.

Es un recorrido por las batallas más sucias y enconadas que han tenido lugar en las campañas electorales norteamericanas. Estas historias irán aparecido ahora durante las convenciones de demócratas y republicanos, y se prolongarán durante el resto de la campaña electoral.

La primera se remonta a la campaña de reelección de Abraham Lincoln.

Cuando la guerra salvó a Lincoln

El Norte estaba empantanado en una guerra de desgaste con el Sur, no se había reelegido a un presidente en los 30 años anteriores y, en definitiva, la popularidad de Abraham Lincoln estaba en su nivel más bajo. Hasta sus correligionarios del Partido Republicano preferían otro candidato.

En 1864, Lincoln –uno de los políticos más admirados hoy en EEUU– estaba al borde de la derrota electoral en plena Guerra de Secesión. Si tenía alguna duda, sólo tenía que leer los insultos que le dedicaban sus rivales y los periódicos: déspota, mentiroso, ladrón, bufón, perjuro, tirano… todo eso aparecía en los panfletos de la época.

“La idea de que un hombre así sea presidente de un país como éste es una broma ridícula”, escribió el New York Herald.

Los demócratas estaban dividos entre los dispuestos a continuar la guerra y los favorables a un acuerdo con el Sur. Al final, eligieron a un candidato singular: el general George McClellan, que había sido destituido por Lincoln cuando dirigía el mando militar de las tropas del Norte.

Los periódicos antiLincoln publicaron todo tipo de mentiras. Hasta llegaron a contar que el presidente había pedido a un oficial que entonara una alegre canción… precisamente cuando, acompañado por McClellan, contemplaba desde una ambulancia los campos regados de cadáveres de la batalla de Antietam.

La historia era falsa, pero Lincoln no se dignó a desmentirla: “Si no he dejado claro con mi actuación que eso sólo puede ser una mentira quizá es que la opinión que tengo sobre mi persona esté equivocada”. Pocos políticos actuales dirían algo así.

El culmen de la guerra sucia fue un panfleto escrito por dos periodistas del New York Herald. Describían las ventajas de la mezcla racial para “fortalecer la sociedad” y recomendaba los matrimonios entre blancos y negros, algo inaudito en esos años. También decían, y ahí estaba la intención, que Lincoln y los que rechazaban la esclavitud estaban a favor de esta teoría.

El folleto se extendió como la pólvora. Pero la guerra salvó a Lincoln. En unas semanas todo cambió. Cayó Atlanta, el Sur se batió en retirada y de repente el Norte descubrió que la guerra se podía ganar. Lincoln ganó en las urnas con el 55% de los votos.

Posted by Iñigo at Agosto 25, 2008 09:52 PM

Trackback Pings

TrackBack URL for this entry:
http://www.escolar.net/cgibin/MT/mt-tb.cgi/10168

Comments

En los tiempos actuales los partidarios anti Lincoln hubieran suministrado víveres y armas al sur sin cortarse un pelo, para conseguir ganar las elecciones.

Posted by: Emilio Márquez at Agosto 25, 2008 10:41 PM

Pues yo creo que en los tiempos actuales se habrian referido a su barba como islamica y habrian enfatizado sobre su parecido (real o no) con Bin Laden :)

Posted by: Ferran Ferri at Agosto 26, 2008 10:10 AM

Linciln, como todo político en el mundo yanqui, tampoco fue trigo limpio. Lo excepcional es que, después de mucho tiempo, aparecía en la escena política un tipo provinciano alejado de las tradicionales familias patricias y políticas. Además, demostró ser un abogado exitoso y que respondía audazmente a las leguleyadas de sus rivales.

Posted by: javier at Agosto 27, 2008 08:49 AM