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Enero 04, 2009

El aislamiento imposible de Gaza

Muchas de las guerras de Israel y los países árabes cuentan con un guión similar. Cambian los protagonistas y el tipo de armamento, pero la secuencia de acontecimientos guarda una nada sorprendente similitud. Una situación previa inaceptable, un creciente aumento de la violencia, el inicio de las hostilidades, las promesas desde ambos lados de que ésta será la guerra definitiva que servirá para infligir al rival el golpe final, el terror que sufre la población civil, la tímida mediación internacional que va cobrando protagonismo, y el final del conflicto que deja las cosas prácticamente como estaban.

La campaña israelí de bombardeos de Gaza es además una especie de secuela de la guerra de Líbano de 2006. Ya entonces, se dijo que el desenlace había sido decepcionante para Israel al no cumplirse las expectativas irreales que el Gobierno había despertado entre sus ciudadanos, y que había comenzado la cuenta atrás para una reanudación de los combates, bien en el sur de Líbano o en Gaza. El aislamiento de Gaza, alentado por EEUU y la Unión Europea, aumentaba las posibilidades de que fuera allí donde se produjera.

Ni Israel ni Occidente aceptaron el resultado de las elecciones que dieron la victoria a Hamás. Los islamistas palestinos no alteraron su discurso político una vez que recibieron la responsabilidad de gobernar. La Administración norteamericana se embarcó en una guerra secreta para derrocar a Hamás y sustituirla por Fatah. El fracaso de la operación fue de tal calibre que provocó el efecto contrario: los dirigentes de Fatah fueron expulsados de Gaza. A partir de ese momento, el riesgo no podía ser mayor: o se encontraba algún tipo de coexistencia entre dos enemigos implacables (Israel y Hamás) o la guerra era inevitable.

Nadie pareció entender esa urgencia. Se consiguió poner en marcha en junio de este año una tregua, que finalizaba en diciembre, gracias a la mediación egipcia y bajo unas condiciones que perjudicaban más a Gaza, aunque hay que decir que eran las únicas que se podían obtener de forma realista. Israel obtenía unos niveles de seguridad que no eran ni mucho menos perfectos: hubo ataques con cohetes. Lo peor era para Gaza: el bloqueo se mantenía y la supervivencia económica de la zona quedaba a expensas de los intereses del Gobierno de Israel.

No se hacían excepciones. Hasta las agencias de la ONU sufrían los rigores del embargo. Israel les impedía aprovisionarse de combustible cuando quería aumentar los rigores de la asfixia. No consta que EEUU o la UE llevaran ese asunto al Consejo de Seguridad de la ONU como siempre han hecho en el pasado con los gobiernos que no son de su agrado.

Según se acercaba el final de esa tregua, imperfecta pero real, aumentaban las posibilidades de un estallido violento. El 4 de noviembre, el mismo día de las elecciones de EEUU, el Ejército israelí realizó una incursión en Gaza para destruir un túnel del que decían que iba a utilizarse para trasladar a soldados secuestrados. Mató a cinco milicianos de Hamás. Los islamistas respondieron con 35 cohetes sobre territorio israelí que no causaron bajas.

En el frente político, los acontecimientos tampoco invitaban al optimismo. Se acercaba la fecha de las elecciones israelíes. Los laboristas estaban a punto de obtener los peores resultados de su historia. Su líder, el ministro de Defensa, Ehud Barak, un político arrogante e imprevisible, llevaba tiempo anunciando que una ofensiva sobre Gaza a gran escala era sólo cuestión de tiempo. El Ejército sostenía que había aprendido de los errores cometidos dos años antes en Líbano.

Tanto a Israel como a Hamás les conviene que el conflicto continúe agravándose y que a la campaña de bombardeos le haya sucedido una operación por tierra del Ejército israelí. Ambos recogerán los frutos del cierre de filas inevitable en cualquier sociedad en guerra. A largo plazo, a los dos enemigos les beneficia una tregua permanente similar a la que existe en el sur de Líbano desde 2006.

Sólo los civiles, en especial los palestinos, se beneficiarían de un cese inmediato de las hostilidades. Esa es la responsabilidad de EEUU y la UE que no pueden repetir la pasividad de la que hicieron gala en 2006 durante varias semanas. Entonces, el Consejo de Seguridad de la ONU tardó 33 días en reunirse y empezar a trabajar para intentar devolver la paz a Líbano. Ahora ya se han producido algunos movimientos diplomáticos, de momento sin éxito. Los países europeos deben ser conscientes de su responsabilidad. Esta vez no pueden limitarse a achacarlo todo a los odios atávicos en Oriente Próximo. Ellos propiciaron una estrategia de aislamiento de Gaza que sólo podía terminar en la catastrófica situación actual.

Posted by Iñigo at Enero 4, 2009 08:32 PM

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Comments

Enhorabuena a la gente de Publico por el tratamiento que estais dando a la noticias de la masacre en Gaza.

Posted by: Jesús at Enero 4, 2009 09:29 PM

Quisiera que alguien me explicara lo siguiente:
Dado que la franja limita al sur con Egipto, ¿que es lo que impide que el gobierno egipcio, sin involucrarse especialmente en la guerra, mantenga abierta su frontera para el paso de mercancías civiles, ayuda humanitaria y personas que quieran ingresar en Gaza como cooperantes y periodistas independientemente de lo que diga Israel?...
Comprendo que por los acuerdos de paz con Israel es lógico que formalmente mantengan un embargo de armas... Y que para evitar que se llene Egipto de refugiados y quizas agitadores políticos, restrinjan razonablemente el paso de palestinos desde Gaza a Egipto... Pero lo que no entiendo es que restrinjan el paso de mercancias en ninguno de los dos sentidos, (excepto armas), y el paso de personas hacia Gaza...
Por cierto, ¿porque todos los medios tienen a sus enviados especiales destacados en el lado Israelí diciendo que los isrraelís no les dejan entrar en Gaza y no hay ninguno intentandolo desde el lado Egipcio?...
¿Alguien me puede responder documentadamente a estas cuestiones?...

Posted by: Costadamorte at Enero 4, 2009 11:25 PM

Costadmorte, no pretendo pontificar, pero hay algo que parece claro desde hace más de 60 años: ningún país árabe quiere a los palestinos.
Lo de solidaridad y lo de fraternidad árabe es un cinismo. Uno de tantos.
Los palestinos son muy útiles donde están, como carne de cañón para hostigar a Israel. Siria, Irán (Irak lo hacía tamb.) pagan encantados para mantenerlos allí.

Las mayores barbaridades contra los palestinos se han perpetrado en Jordania que no los quiere ver ni en pintura.

Nadie los quiere, y mira que sobra tierra en Egipto, Libia, Siria, Arabia Saudí, Irán...
el porqué te lo dejo deducir a tí. En realidad no lo sé, aunque me lo imagino.

Posted by: Fenicius at Enero 13, 2009 07:45 PM