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Junio 08, 2009

Nunca cambia nada en Líbano

Sólo en Líbano una coalición de partidos puede ser prooccidental y prosaudí al mismo tiempo, recibir el apoyo directo de EEUU y el dinero de la familia real saudí, ganar las elecciones y saber que está condenada de alguna manera a pactar con los partidos aliados con Teherán. Las elecciones de este domingo han dado la victoria al Movimiento 14 de Marzo, que agrupa a partidos maronitas (el clan Gemayel) y suníes (el clan Hariri), obtiene 71 escaños, el bloque más numeroso del Parlamento. La oposición, dirigida por Hizbolá y otros partidos chiíes, además del partido maronita del ex general Aoun, se queda en 57 diputados.

La Casa Blanca estará contenta. El vicepresidente, Joe Biden, se presentó en mayo en Beirut para anunciar que EEUU sólo continuaría ayudando a Líbano si los resultados electorales eran los correctos. Sin disimular. En un país con 50.000 millones de dólares de deuda externa, ése es un aviso que no conviene despreciar.

Hizbolá parece haber conservado sus apoyos tradicionales. Quien ha fracasado en su coalición es Aoun, derrotado con claridad en varios feudos maronitas (cristianos), en especial en Beirut. Su visita a Damasco, antes de los comicios, no debió de sentar muy bien entre algunos de sus partidarios. La interferencia exterior es una marca de fábrica de la política libanesa.

Se ha comentado mucho en Líbano, pero sin pruebas concluyentes, que Hizbolá no aparentaba tener muchas ganas de estas elecciones. Le sirve con conservar su posición de minoría de bloqueo. Hizbolá no puede gobernar en el país, pero nadie puede gobernar contra Hizbolá.

Las paradojas se suceden. El mejor aliado de Washington ha utilizado el dinero saudí, siempre dispuesto a apoyar a la familia Hariri, para trasladar al país a los libaneses residentes en el extranjero al no existir el voto por correo. En la coalición vencedora, también hay grupos suníes islamistas, tan integristas como Hizbolá.

Una vez que la oposición, prosiria y cercana a Irán, ha perdido su reclamo entre los maronitas, se confirma el carácter sectario de la política de Líbano. Los clanes familiares y étnicos se disfrazan de partidos políticos y recaban el tradicional apoyo de sus integrantes. Ahora la duda estriba en saber si las negociaciones producirán un Gobierno similar al anterior y si los islamistas chiíes conservarán su poder de veto. Lo que no se consiga en las urnas se obtendrá con las armas en la calle. Pero eso tampoco es una novedad.
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"Lebanon: The family business" es un excelente reportaje de Al Jazeera English difundido unas semanas antes de las elecciones con entrevistas con los principales líderes del país. Esta es la primera parte. Las siguientes aparecen en The Arabist.

Posted by Iñigo at Junio 8, 2009 04:23 PM

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Comments

"Sólo en Líbano una coalición de partidos puede ser prooccidental y prosaudí al mismo tiempo, recibir el apoyo directo de EEUU y el dinero de la familia real saudí,"
¿Sí? Yo conosco otro país (pro)occidental y pro saudí que debe gran cuota de su poder a los recursos de la familia gobernante del infame Reino a la vez que se presenta como el faro de la civilización oocidental. No está gobernado por una coalición de partidos pero cualquiera de los dos partidos con chances reales de acceder al poder han respetado siempre este equilibrio de fuerzas ;-)

Posted by: Elías Mandeb at Junio 8, 2009 08:00 PM