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Noviembre 26, 2009

La misión imposible de Hans Blix

Tercera jornada de la comisión de la guerra de Irak en Londres. Ayer supimos que diez días antes del inicio de la invasión, el Gobierno de Blair ya sabía que que Irak había iniciado la destrucción de lo que quedaba de su programa de armas de destrucción masiva. En realidad, la información se quedaba corta, como ya sabemos. Tras la guerra, lo único que se encontró fue vieja munición química ya inservible.

Hoy era el turno del que era entonces embajador británico en EEUU, Christopher Meyer. Era un testigo interesante a priori, aunque entonces y ahora estaba a favor de la invasión, porque ya no trabaja para la Administración. Se le suponían menos problemas para contar la verdad.

Ha contado que los inspectores de la ONU dirigidos por Hans Blix lucharon contra el tiempo para encontrar pruebas de la existencia en Irak de armas de destrucción masiva. En realidad, su trabajo era inútil. Según Meyer, la actuación de los inspectores y la negociación en Naciones Unidas no tenían ninguna posibilidad de detener la maquinaria militar puesta en marcha por George Bush con el apoyo de Tony Blair.

“Cuando compruebas el calendario de las inspecciones, ves que era imposible que Blix pudiera terminar el trabajo, para bien o para mal, antes de marzo”, explicó Meyer. Los preparativos militares eran prioritarios. Inicialmente, EEUU tenía previsto comenzar la guerra en enero de 2003. Cuando eso resultó imposible, la fecha pasó a ser marzo y Washington no estaba dispuesta a retrasarla para dar tiempo a que concluyeran las inspecciones.

Había que demostrar como fuera que Sadam mentía cuando decía que no tenía armas de destrucción masiva, “y por eso, terminamos buscando esa prueba definitiva” (en inglés, smoking gun). Pero en realidad, “nunca nos recuperamos del hecho de que desde luego no existía tal prueba definitiva”.

Todo el proceso de inspecciones, la presión sobre Blix para que obtuviera resultados, la incógnita sobre cuál sería la colaboración de los iraquíes, todo eso era teatro. La decisión ya estaba tomada.

Meyer no sabe a ciencia cierta si Blair dio el visto bueno a la invasión en la reunión que tuvo con Bush en el rancho de Crawford en abril de 2002, 11 meses antes de la guerra, porque ambos líderes se reunieron varias veces sin presencia de asesores. Pero considera muy significativo que el primer ministro británico utilizara por primera vez la expresión “cambio de régimen” unos días después en el discurso celebrado en una universidad de Texas.

El estatus que alcanzó Blair en Washington por su apoyo a la Administración de Bush no sirvió para mucho. Meyer avisó a Londres que los norteamericanos daban por hecha esa colaboración, porque entre otras cosas les salía gratis. Blair no hizo nada por obtener algo a cambio, aunque suene feo decirlo, en materia económica. Meyer ha admitido que el intento del primer ministro de que al menos hubiera un compromiso por presionar en favor de la paz entre árabes e israelíes acabó en completo fracaso.

También podía haber presionado para que la postguerra fuera planificada de forma que se evitara el caos posterior. Alguien tendría que garantizar la ley y el orden el día después del derrocamiento de Sadam.

Nada. Otro completo fracaso. Irónicamente, quienes recibían lecciones eran los británicos. Condoleezza Rice les dijo que eran demasiado condescendientes con los iraquíes al no aceptar que estuvieran preparados para abrazar la democracia. Otro monumento más a la ignorancia de los norteamericanos sobre todo lo que ocurre fuera de sus fronteras.
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Channel 4 sigue las comparecencias de la comisión desde Twitter.


Posted by Iñigo at Noviembre 26, 2009 09:35 PM

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