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Julio 11, 2010

La selección (y unas palabras de George Orwell)

Hubo un tiempo en que los constantes fracasos de las selecciones españolas en el Mundial se explicaban por una mezcolanza de factores deportivos, sociológicos y políticos. Pocas veces se decía que los jugadores no eran lo bastante buenos. Tenía que haber algo más. Alguna maldición pasada o un pecado nacional que se purgaba sobre el césped. Además de la preponderancia de los clubes (como si los aficionados del Bayern, el Flamengo o el Boca Juniors tuvieran un interés relativo por los resultados de sus equipos), las interpretaciones más osadas apuntaban al problema de las dos Españas (o tres o cinco) y a un cierto desapego por el equipo nacional que por lo visto también afectaba a los futbolistas de Cáceres, Toledo o Valencia.

Es lo que pasa cuando los intelectuales se interesan por el fútbol. No van a escribir un artículo en la prensa para limitarse a decir que el 4-4-2 es poco atractivo o que hay que atacar por las bandas. Con lo que cobran, se espera algo más de ellos.

No vamos a ir de inocentes y decir que el fútbol es sólo un deporte, como el tenis o el esquí. Los Mundiales son un rito colectivo en el que la tribu se enfunda en unos colores y delega la defensa de su dignidad en un grupo de 11 jóvenes millonarios vestidos por Nike o Adidas. Dignidad, nada menos. Como se ha visto en Suráfrica con las selecciones de Francia y Nigeria (no quiero ni pensar en lo que habrá pasado en Corea del Norte), una derrota y las circunstancias que la rodean pueden convertirse en una afrenta que provoque la intervención de los políticos.

En caso de debacle, la respuesta habitual suele ser que ese equipo ha llenado de vergüenza a la nación. Da igual que ese Gobierno sea democrático, dictatorial o semipensionista. La reacción airada es la misma. Por algo dijo George Orwell en esa frase tan repetida que "el fútbol es como la guerra pero sin los tiros". Y si falta lo segundo, a veces no es por falta de ganas de los que mandan.

El fútbol es un catalizador perfecto para poner en marcha el orgullo nacional, un sentimiento tan natural en todo el mundo como peligroso. Un buen número de guerras y genocidios han sido posibles gracias a la manipulación de esa idea de la dignidad. La pólvora es menos inflamable.

Siempre me ha fascinado esa historia de los presos argentinos que oían cómo sus carceleros vitoreaban los éxitos de la selección en el Mundial de 1978. ¿Cómo se sentían cuando el mismo régimen que les estaba torturando o asesinando a sus amigos utilizaba el éxito futbolístico para legitimar su política criminal? Las reacciones eran tan variadas como cabe esperarse de una situación extrema? También era el país de los torturados el que había ganado el Mundial. Podían ser unas horas de alegría en mitad de una existencia de horror. ¿Quién puede negarse a aceptar algo así?

España no ha cambiado mucho desde hace cuatro u ocho años. Esos problemas que llaman territoriales continúan existiendo porque de hecho nunca desaparecerán. Ya se han apresurado los periódicos a lanzar interpretaciones calenturientas sobre lo que significan los pases de Xavi y los goles de Villa. Todo es bastante cómico y se reduce a algo bastante sencillo. Nada une tanto como las victorias. Durante un tiempo.

Cuando nos referimos al fútbol o a cualquier otra competición deportiva, ese impacto tiene una fecha de caducidad. Muy pronto, los 'sociólogos futbolísticos' tendrán otros temas de los que ocuparse. El optimismo puede ser una fuerza revitalizadora en una sociedad y tener consecuencias inesperadas. Pero al día siguiente, seguirá habiendo un paro juvenil del 40% en muchos sitios, por citar un ejemplo. No hay tiqui taca para los conflictos políticos y económicos.

Sólo se trata de disfrutar del momento. Quién sabe si se repetirá.
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The Sporting Spirit. George Orwell.

In England, the obsession with sport is bad enough, but even fiercer passions are aroused in young countries where games playing and nationalism are both recent developments. In countries like India or Burma, it is necessary at football matches to have strong cordons of police to keep the crowd from invading the field. In Burma, I have seen the supporters of one side break through the police and disable the goalkeeper of the opposing side at a critical moment. The first big football match that was played in Spain about fifteen years ago led to an uncontrollable riot.

As soon as strong feelings of rivalry are aroused, the notion of playing the game according to the rules always vanishes. People want to see one side on top and the other side humiliated, and they forget that victory gained through cheating or through the intervention of the crowd is meaningless. Even when the spectators don't intervene physically they try to influence the game by cheering their own side and “rattling” opposing players with boos and insults. Serious sport has nothing to do with fair play. It is bound up with hatred, jealousy, boastfulness, disregard of all rules and sadistic pleasure in witnessing violence: in other words it is war minus the shooting.

Posted by Iñigo at Julio 11, 2010 12:27 AM

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Comments

Esos que se atrevian a vaticinar que España nunca ganaria nada en futbol por sus divisiones territoriales y el poco compromiso de los internacionales con los colores no se fijaban que hace 10 años los Xavi, Orbaiz, Yeste, Aranzubia y muchos otros ya eran campeones del mundo en categorias inferiores. Otros les precedieron y otros les siguieron: España siempre fue una potencia en categorias inferiores, no ha sido hasta ahora que hemos juntado una generacion de futbolistas talentosos, bien entrenados y mejor mentalizados, cuando hemos empezado a ganar. Y de todas formas, aquel argumento se caia por el peso de los exitos de las selecciones de balonmano, baloncesto, waterpolo, futbol sala, hockey...

El problema no son los independentismos, sino que en este puñetero pais solo se habla de futbol.

Posted by: Ale at Julio 11, 2010 07:42 AM

100% de acuerdo con Ale. A mi, todo esto de el mundial y el pulpo y la invasión de estupideces que se han dicho para rellenar horas y horas de informativos me ha terminado de convencer, sino l estaba ya, de la calidad del periodismo de los grandes medios de comunicación (lo peor de todo, incluyendo en el pandemonium de estupideces a gente de contrastada seriedad como Ramon Lobo o Enric Gonzalez). Cero.

Posted by: John Constantine at Julio 11, 2010 11:57 AM

Yo seré mucho más breve y diré sencillamente que estoy deseando que hoy acabe este circo para poder vivir sin que me den el coñazo una vez más. No es broma, vivo enclaustrado en casa y aún así no me libro del Mundial.

Posted by: Atlas at Julio 11, 2010 12:46 PM

Esta entrada es sensacional. Y los comentarios.

Pero acostumbrémonos: es España.

Posted by: Toni Piqué at Julio 11, 2010 01:18 PM

No puedo evitarlo, es mi ser, (como le dijo el escorpión a la rana)...

http://acostadamorte.blogspot.com/2010/07/hoxe-sentinme-catalan-manan-sentireime.html

Posted by: Costadamorte at Julio 11, 2010 01:21 PM

Comprobado: el fútbol es una bacteria que fagocita la inteligencia hasta en los casos más insospechados e incluso las mentes más privilegiadas. Ramón Lobo, en su normalmente magnífico blog (sus columnas del mundial casi me están haciendo cambiar de opinión): "Boers, xenófobos, Srebrenica y encima el pulpo Paul. Si existiera dios, que no es el caso, o hubiera justicia, que tampoco demasiado, Holanda no podría ganar este Mundial. Por una razón: no lo merece."

Increíble, en serio. Si esto durara una semana más emigro de aquí.

Posted by: John Constantine at Julio 11, 2010 01:37 PM

Lo de Lobo es delirante. Segun esas, si Holanda no se lo merece, Espanha menos: no me vas a comparar las barrabasadas del imperialismo espanhol con las del holandes, o la historia moderna de uno y otro pais.

Posted by: Antonio at Julio 11, 2010 03:46 PM

Pues nada, ya sabéis todos. Hoy váis al cine-fórum, o os ponéis a leer a Benet. Hay muchas opciones, no todo es furgol.

Posted by: lorenzen at Julio 11, 2010 04:43 PM