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Septiembre 14, 2010

Un banco digno del futuro de Afganistán

Ya pueden quejarse los afganos. Les estamos dando una lección intensiva de cómo entrar directamente, desde una época medieval, en la democracia y el capitalismo. Esta ha tocado el capítulo 'too big to fail'. El banco central se hace hecho con el control del principal banco privado del país, Kabul Bank, que estaba a punto de quedarse sin fondos. Las personas con cuenta corriente en el banco estaban haciendo cola desde hace varios días para retirar su dinero cuanto antes.

Pero aquí poco tienen que ver las subprime u otras sofisticadas herramientas financieras. Siendo como es una historia afgana, la corrupción no podía estar muy lejos. Fue el gobernador del banco central el que alertó a Karzai hace un mes sobre los negocios inmobiliarios de los responsables del banco en Dubai y de la práctica de los accionistas de concederse préstamos a sí mismos. Típico del presidente afgano, Karzai dudó en tomar la iniciativa.

Kabul Bank financió con millones la última campaña electoral de Karzai. Todos estamos seguros de que se trataba de préstamos que ya se han comenzado a devolver, y sólo un odioso talibán de ideas retorcidas y que odia a las mujeres podría pensar lo contrario.

El general Petraeus estaba presente en esa reunión, lo que puede llevarnos a pensar que filtró la situación del banco a los medios norteamericanos para forzar a Karzai a llevar la iniciativa. Su hermano es el tercer máximo accionista, el mismo que hace unos años sólo era dueño de un restaurante en EEUU y ahora es uno de los hombres más ricos del país. Efectivamente, gracias por preguntar, su fortuna tiene mucho que ver con créditos concedidos por Kabul Bank.

Otro accionista es hermano del vicepresidente Mohamed Fahim. Fahim nunca está muy lejos de todo lo que huela a corrupción.

En principio, los norteamericanos han dicho que no van a poner dinero para sacar al banco de la quiebra. En estos momentos, es probable que pocos sepan el estado real de sus cuentas. No nos extrañemos mucho si dentro de un tiempo tienen que cambiar de opinión. Será por lo de siempre. Habrá que volver a mirar para otro lado, mientras alguien hace algo que no debería hacer, porque de lo contrario perderemos la guerra en Afganistán, la OTAN sufrirá la pérdida definitiva de su credibilidad, los terroristas lograrán una victoria histórica, y todas esas cosas que nos han dicho tantas veces.

Casi todo lo que ocurre en Afganistán desafía los principios habituales en la reconstrucción de un Estado fallido. Incluso añade ciertos datos inéditos. El banco intervenido, a través del cual se pagaban las nóminas de decenas de miles de soldados y policías afganos, no pagaba dividendos a sus accionistas, sino que tenía montada una especie de lotería dirigida a ellos con la que recibían una remuneración. Eso es llevar la ingeniería financiera a niveles de originalidad pocas veces vistos.

Como era de esperar, los principales accionistas tenían otras formas de rentabilizar su inversión.

Es otro capítulo del fracaso en medir el impacto de la corrupción en Afganistán. La única forma de conseguir los objetivos políticos es tolerar un cierto grado de corrupción porque a fin de cuentas los afganos están acostumbrados a ello. Pero con eso no se refieren a los ciudadanos que tienen que pagar los sobornos a los policías (que tienen que pagar a su jefe que a su vez tiene que sacar el dinero que le costó comprar el puesto) ni a la gente que metió dinero en un banco sin saber que los accionistas comprarían lujosas casas en Dubai con ese dinero).

Se refieren a los dirigentes. Los que ponen el mano. Casi una década de guerra y aún no han encontrado a políticos que no roben.
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Un punto de vista provocador: Who’s Really Responsible For Afghan Corruption? You.

You pay your taxes, right? Well, Anthony Cordesman of the Center for Strategic and International Studies argues in a new paper (pdf) that the explosion of U.S. cash — $450 billion in ten years, thrown into a country with a $29 billion annual GDP – put Afghanistan on a path to institutional dysfunction. With more foreign money than the capacity to absorb it, corruption in Afghanistan became “the real internal system of national politics,” not a deviation from it. The narco-palaces of Kabul; the millions squirreled away to Dubai to protect warlords’ assets; the villagers shaken down by police officers — that’s all on us.

Posted by Iñigo at Septiembre 14, 2010 08:46 PM

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Comments

Excelente artículo. Aclara en gran medida lo que como mínimo sospechábamos y ayuda mucho a entender el fracaso de "la paz" en Afganistán.
Sólo me queda una pregunta. Si desde el lado americano, tanto se sabía -o como mínimo intuía- desde hace años, ¿por qué tanta lentitud? ¿No será que algunos también se llevaban su parte?

Posted by: Hejo at Septiembre 15, 2010 11:22 PM