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Mayo 01, 2011

Reforma electoral en el Reino Unido

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A un lado del cuadrilátero, está el primer ministro. David Cameron ha dicho que el sistema de voto alternativo que se somete a referéndum es “antidemocrático, confuso, injusto y demencial”. Al otro lado, se encuentra el viceprimer ministro. Nick Clegg ha acusado a la campaña del no de estar llena de “mentiras, desinformación y engaños”.

El Gobierno británico se ha partido en dos en las semanas anteriores a la consulta sobre el cambio del sistema electoral que se celebra el próximo jueves. Fue una de las condiciones irrenunciables de los liberales demócratas en el acuerdo de coalición. Sabían que no era posible incluir la representación proporcional, pero lo mínimo que podían aceptar era la propuesta del voto alternativo.

A diferencia del sistema mayoritario –el candidato con más votos gana el escaño en disputa–, el voto alternativo obliga a superar el 50% de votos. Si nadie lo consigue, el candidato peor situado queda eliminado y la segunda preferencia de sus votantes se asigna al candidato correspondiente. Y así sucesivamente hasta que alguien alcance la mayoría absoluta.

No es un cambio espectacular, pero da a los liberales y a los partidos pequeños más opciones de entrar en el Parlamento. Es también una forma de reflejar el debilitamiento del tradicional bipartidismo británico. Conservadores y laboristas ya no reúnen tantos votos como hace 20 o 30 años.

La campaña del sí no ha sido muy brillante. Si hubiera estado en liza la representación proporcional, la opción habría supuesto un corte radical con el sistema actual, y por tanto más fácil de defender que el voto alternativo. Los beneficios directos en términos de representación política no son tan claros. Pero como diría un liberal demócrata, esto es lo que hay.

La campaña del no ha sido bastante demagógica. Uno de sus puntos fuertes es que la introducción del nuevo sistema supone un gasto extra de 250 millones de libras. Acto seguido, pasaban a describir todas aquellas cosas (más colegios y hospitales, más medios para los soldados en Afganistán...) que se pueden financiar con ese dinero. Por esa regla de tres, se puede reducir a la mitad el número de los diputados y el ahorro es espectacular. Además, esa cifra de 250 millones incluye los algo más de 90 de presupuesto del referéndum, que se van a gastar de todas las maneras con independencia del resultado.

El argumento más divertido por el no que ha utilizado Cameron es que es un sistema muy confuso. Si los británicos saben perfectamente cómo funciona el sistema de apuestas, no creo que tengan muchos problemas con el voto alternativo.

Clegg convenció a los sectores escépticos de su partido de las bondades del pacto con los tories con la idea del referéndum. Era una oportunidad que no se iba a repetir en una generación y no podían desperdiciarla. Ahora, con los sondeos inclinados hacia el no, los nervios han entrado en escena.

Cameron y Clegg insistieron ayer que la supervivencia del Gobierno de coalición no está en juego. No es eso lo que habrán pensado muchos diputados tories al leer el artículo a favor del sí publicado por el ministro de Energía, el liberal Chris Huhne, junto a dos políticos laboristas y verdes. Huhne escribe que la consulta es una oportunidad para que la “mayoría progresista del país” ponga en práctica sus ideas e impida una repetición “de los peores excesos de los tiempos de Thatcher”.

Hasta abril, las encuestas anunciaban una victoria del sí. Pero cuando los conservadores comenzaron a movilizarse, la tendencia cambió. El último sondeo de YouGov da diez puntos de ventaja al no. Otros sondeos amplían esa diferencia a 15 y hasta 18 puntos.

Las encuestas plantean un margen para la duda. No está claro cuál será la participación. La campaña casi ha desaparecido de los periódicos para dejar sitio a las interminables páginas sobre la boda real. Tampoco se sabe cómo se comportarán los votantes laboristas. Su líder, Ed Miliband, apoya el sí, pero sin mucho entusiasmo. Casi la mitad del grupo parlamentario del partido está en contra.

El flanco débil del sí es precisamente su principal promotor. En palabras de Miliband, la cleggmanía de la pasada campaña se ha convertido en “cleggfobia”. La imagen de Clegg es casi tóxica. Todo el desgaste por el Gobierno con los tories ha caído sobre sus hombros. A los liberales, les habría convenido que Clegg se hubiera quedado en su despacho y dejado la campaña a otros.

Una extrapolación del sistema de voto alternativo a anteriores comicios no arroja grandes cambios. Sin embargo, los tories lo ven como una amenaza para el futuro y están dispuestos a todo para frenar a sus socios de coalición.
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--Web de la campaña del no.
--Web de la campaña del sí.
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Y en Escocia, los nacionalistas de Alex Salmond están muy cerca de repetir victoria.

Posted by Iñigo at Mayo 1, 2011 09:55 PM

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Comments

Firmaba en dos segundos por cambiar nuestra mierda de sistema electoral por cualquiera de los dos británicos: el actual, o el que puede que salga elegido.

Las listas cerradas son el mayor productor de corrupción en las "democracias".

Posted by: judio at Mayo 1, 2011 11:08 PM

Es uno de los artículos más interesantes que le he leído, sr. Íñigo.

Realmente nuestro sistema electoral es holgadamente más proporcional que el británico. Además, para el Senado tenemos listas abiertas y siempre salen los primeros de cada lista. No hay cambios perceptibles. Nuestro sistema no es perfecto, pero tampoco idealicemos los de fuera.

Un saludo.

Posted by: Escapista Loco at Mayo 2, 2011 12:56 AM

Pues las listas abiertas y el voto alternativo serían un gran refresco para evitar el bipartidismo. Que ya se sabe que los oligopolios son malos en los mercados y en la política. Malos para el ciudadano y buenos para otros.

A ver si gana el sí y se nos pega algo en España. De paso podríamos poner listas abiertas para el Congreso (¿por qué no, si las tenemos para el Senado?) y quitamos la regla d'Hont que va contra el espíritu de la Constitución española. Esa según la cual los votos de los españoles deben valer todos lo mismo. Saludos.

Posted by: Olivo at Mayo 2, 2011 12:04 PM

Las listas abiertas se mantienen para el senado por una razón: El Senado no sirve para nada.
Un sistema democrático como supuestamente es el nuestro no puede funcionar basandose en partidos políticos que son la antítesis de la democracia en su funcionamiento interno. Las listas cerradas son el caldo de cultivo ideal para el clientelismo, el profesionalismo mal entendido y la "bulgaridad" (no es un error ortográfico, me refiero a los congresos a la búlgara)
Gran entrada como siempre en este blog

Posted by: Leon at Mayo 2, 2011 07:23 PM

Las listas abiertas son la misma mierda. Nos las venden como una solución que no es tal. El sistema británico de listas abiertas es aun más bipartidista si cabe que el español.

Acaso por tener listas abiertas en el senado sabemos a quien votamos?

No señor lo que hay que cambiar es el sistema representativo por uno directo en el que ciudadanos libres puedan ejercer el poder. A modo de jurado, elegidos alaeatoriamente como en la antigua atenas. Individuos de formación envidiable, gente llana. El pueblo puede y debe asumir el poder.

No necesitamos ningún presidente que nos gobierne, creo que esas es la mayor revolución política.

Posted by: vktr at Mayo 2, 2011 11:49 PM