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Julio 07, 2011

La vergüenza

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Estupenda portada de The Economist en su edición británica y un mensaje muy duro en su editorial:

So what should be done? Within News International anyone implicated directly in any aspect of this saga —not just the apparent phone hacking at the News of the World but the obfuscations since— should immediately stand down, pending a proper police investigation. Then there needs to be a judicial inquiry, with the power to call witnesses, including police officers, under oath. That should cover all newspapers, not just Mr Murdoch’s, and ferret out other dodgy activities, such as obtaining private medical records and credit-card transactions. If the result of such an inquiry is a bloodbath in Fleet Street and Scotland Yard, so be it. Mr Cameron’s refusal to push ahead with this forcefully is incredibly cowardly and shortsighted.

The Economist pide un baño de sangre, si es preciso, y llama cobarde a la primera reacción de Cameron. Va en la línea del artículo de Peter Oborne que he citado antes.

¿Es éste el fin de la era de la impunidad de los tabloides británicos? El modelo de autocontrol, tan elogiado a veces en España, ha resultado un fraude. La prensa no tiene ninguna capacidad para controlar sus excesos. Es obvio que tiene que respetar la ley, como cualquier institución u organización privada, pero los límites que marca la ley no lo son todo. Hay muchas situaciones en las que sin cruzar esas líneas los medios de comunicación pueden olvidarse de sus responsabilidades y vulnerar los valores que dicen defender.

Muchos periodistas dicen aquí que es un escándalo similar al de los gastos de los parlamentarios. La reputación de la prensa, gracias a los medios de Murdoch, no puede estar en un nivel más bajo. Pero también hay que defender otro punto de vista: la vigencia del periodismo de investigación a través del trabajo de un periodista, Nick Davies, y un periódico, The Guardian.

Este era un escándalo del que todos se habían olvidado. Los medios de Murdoch, por razones obvias. Los demás periódicos tabloides, porque ellos a una escala menor cometieron excesos o delitos similares. Los otros periódicos de calidad, porque no veían que hubiera más historia que contar y no mostraban ningún interés en abrir una guerra contra el imperio de Murdoch. Y también tenían flancos abiertos a críticas por algunas coberturas. Y luego está el tema de la falta de medios o talento. The Independent odia a Murdoch pero su redacción ya no tiene el músculo necesario para grandes inversiones periodísticas.

The Guardian siguió una historia abandonada por los demás y es a causa de ese empeño por lo que se ha conocido el pozo de corrupción. Y es triste pensar que el periódico está trabajando al límite de su capacidad, con una empresa que difícilmente puede seguir soportando las pérdidas económicas y con una estrategia digital que ha funcionado hasta ahora sólo gracias a meter recursos en la web que no van a estar disponibles en esa cantidad durante toda la vida. Que no sea esto su último hurra.

Posted by Iñigo at Julio 7, 2011 10:56 PM

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