« Asfixiados | Main | 8.175 »

Julio 15, 2005

La CIA, Castro y Bahía de Cochinos (III): Una ofensiva a gran escala

El paso de los meses deja obsoletos los primeros planes de la CIA de desestabilizar a Castro con una pequeña fuerza paramilitar infiltrada en la isla. La Administración de Eisenhower autoriza el incremento de fondos para entrenar a una fuerza mayor, pero la CIA comienza a creer que no tendrán éxito sin una intervención directa de unidades militares norteamericanas.

Tercer capítulo del resumen de "The Official History of the Bay of Pigs Operation, volume III: Evolution of CIA's Anti-Castro Policies, 1951-January 1961".


En la primera reunión de la Sección 4 tras la decisión de Eisenhower, el jefe del equipo, Jake Esterline, anuncia que el 1 de mayo es la fecha elegida para iniciar el entrenamiento de los anticastristas en Panamá. La formación de un Gobierno en el exilio es un elemento clave de la estrategia y Esterline comenta que espera que esté formado en abril y que su sede estará en Costa Rica o Puerto Rico. Una de las primeras tareas es coordinar los planes con la Agencia Federal de Aviación, la Guardia Costera y el Servicio de Inmigración.

El jefe de la División de Operaciones Secretas advierte a la Sección 4 que es imprescindible que las operaciones paramilitares no se inicien hasta que las emisiones de propaganda hayan dado sus frutos. De lo contrario, Castro podría utilizar las acciones violentas en su propio beneficio:

"Cuando llegue el momento de la actividad paramilitar, debemos ocultar cualquier invasión. Para impedir o minimizar la contrapropaganda de Castro, las operaciones paramilitares deben parecer una rebelión interna protagonizada por elementos situados dentro de Cuba. Desde luego, esto obligará a infiltrar hombres y armas antes de que comiencen las hostilidades".

La Sección 4 se pone en contacto con el Pentágono para hacerles saber sus necesidades. Los militares aceptan enviar vuelos espía para que fotografíen la costa de Cuba, y las Fuerzas Especiales se comprometen a entregar las lanchas que necesitarán los anticastristas para llegar a la isla y a entrenarles en su uso.

Las reticencias de un alto cargo del Departamento de Estado a toda la operación (al creer que la oposición no está en condiciones de hacer frente a Castro) llevan a Esterline a pedir que se realice el lanzamiento de ayuda desde el aire a un grupo de anticastristas que están en Cuba. Este primer intento resulta un fracaso. La ayuda cae en manos de las fuerzas de Castro y el avión se ve obligado a realizar un aterrizaje de emergencia en México, donde queda inmovilizado.

La CIA acepta la exigencia del Pentágono de que la base de Guantánamo no sea utilizada en ningún momento, hasta el extremo de que se advierte que si algún anticastrista intenta refugiarse allí, será entregado a las autoridades cubanas.

Los planes iniciales para las operaciones paramilitares dentro de Cuba se basaban en unidades muy pequeñas: sólo dos o tres personas serían introducidas dentro de la isla, donde entablarían contacto con grupos disidentes.

Sin embargo, a finales del verano de 1960 se produce un cambio completo de estrategia: las unidades van a ser mucho mayores. Los primeros indicios de este salto se hacen evidentes en agosto cuando la Sección 4 comienza a hacer peticiones de transporte marítimo para grupos mucho mayores. La carga que tenían que llevar consigo incluía 5 tanques, 5 camiones de 2.500 kilos cada uno y 2 camiones cisterna para el combustible.

En noviembre de 1960, los responsables de la operación cubana en la CIA son conscientes de que el proyecto ha adquirido tales exigencias que quizá sea necesario replantear su estructura para convertirlo en una operación conjunta de la CIA y el Pentágono. Al mismo tiempo, están preocupados por la actitud de los responsables políticos de la Administración, que no prevén otro desenlace posible que el éxito. Los miembros del servicio de inteligencia están dispuestos a asumir riesgos, y uno de ellos es la posibilidad de que no todo termine bien.

Progresivamente, la CIA llega a la conclusión de que es necesaria una ofensiva de grandes dimensiones. Presenta un proyecto para enviar una fuerza anfibia de 3.000 hombres, pero el Grupo Especial rechaza esos números. (El Grupo Especial es la reunión de los altos cargos de los departamentos implicados, CIA, Pentágono, Estado, etc, que se reunían para dar el visto bueno a los proyectos de la Sección 4. A veces, los asistentes tenían el rango de número dos o tres de esos departamentos, y en otras ocasiones eran del máximo nivel).

El Pentágono apoya la idea de la CIA. El Departamento de Estado sugiere que el tiempo de las operaciones encubiertas ya ha pasado. El consejero de seguridad nacional, Gordon Gray, llega a plantear la idea de fingir un ataque a la base de Guantánamo para justificar una invasión norteamericana. Estado pregunta si hay planes para asesinar a Fidel, Raúl Castro o el Che. El director adjunto de la CIA responde que ese tipo de operaciones son muy complicadas y que la CIA no tiene los medios para llevarlas a cabo.

La CIA informa después a los asesores que entrenan en Guatemala a los anticastristas que no habrá operaciones de pequeño calado. Ahora se trata de preparar una fuerza anfibia de unos 1.500 hombres. El nuevo programa de entrenamiento comenzará ese mismo mes y tendrá que estar concluido a finales de enero de 1961.

Mientras se producen todas estas discusiones sobre el aumento de la fuerza invasora, los responsables de la CIA tienen que reunirse con el presidente recientemente elegido, John F. Kennedy, para ponerle al día. El 18 de noviembre, le presentan un plan que supone la infiltración de 600 hombres en Cuba que se internarían en la isla, y con la ayuda posiblemente de otros 600 hombres situados en otro punto, contactarían con fuerzas internas de disidentes. Serían abastecidos por vía aérea por aviones que despegarían de Nicaragua. Le dan a entender que EEUU y sus aliados de América Latina podrían reconocer a esta fuerza y a sus líderes como el Gobierno provisional de Cuba.

Sorprendentemente, en una reunión preparatoria de ese primer contacto con Kennedy, los responsables de la Sección 4 admiten en una nota que los objetivos diseñados en esta operación no pueden conseguirse sin una intervención mayor del Ejército de EEUU:

"Nuestro concepto original (de la CIA) no es ya factible a causa de los controles impuestos por Castro. No se producirá el levantamiento interior que antes se consideraba posible, ni las defensas permitirán un ataque como el previsto inicialmente. Nuestro segundo concepto (una fuerza de 1.500 a 3.000 hombres que controle una playa que pueda servir de pista de aterrizaje) tampoco es ya factible, a menos que se trate de una operación conjunta de la CIA y el Departamento de Defensa. Nuestra experiencia en Guatemala demuestra que no tenemos los hombres suficientes para la base y la ayuda aérea ni estamos a tiempo de conseguirlos".

El autor de esta historia oficial de Bahía de Cochinos para la CIA se pregunta cómo es posible que los arquitectos de la operación cubana de la CIA creyeran que una fuerza de 3.000 hombres era insuficiente en noviembre de 1960, a menos que hubiera una intervención directa del Ejército de EEUU, y en cambio 1.200 hombres fueran suficientes para poner en marcha Bahía de Cochinos en marzo de 1961, con el único patrocinio de la CIA.

El jefe de la Sección 4, Jake Esterline viaja a Guatemala para comprobar el estado del entrenamiento de los anticastristas. En su informe sobre la visita, afirma que no es realista pretender que la CIA pueda por su cuenta buscar otro país donde poner a punto a la fuerza de entre 1.500 y 3.000 hombres de la que se había hablado. De momento, sólo estima posible entrenar en Guatemala a unos 600 hombres, y quizá otros 600, si pueden encontrar nuevas instalaciones en el interior del país. Como el Departamento de Estado está nervioso con el uso de territorio guatemalteco para estos fines (por la repercusión que tendría la noticia si se supiera en la OEA), Esterline deja claro que sin la asistencia de Guatemala, el proyecto se vería en serios problemas.

La confusión en la que está inmerso el proyecto a finales de noviembre obliga al coronel King, jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA, a trasladar un informe a sus superiores: quiere que los responsables de la Administración (que está en funciones hasta la toma de posesión de Kennedy) confirmen los términos acordados de la operación de desembarco de 600 anticastristas, lo que incluye su abastecimiento desde el aire por aviones norteamericanos.

King plantea una serie de preguntas para que las responda el Grupo Especial o, si es necesario, el propio presidente: ¿cree el Pentágono y Estado que la operación paramilitar es conforme con la política exterior de EEUU?, ¿apoyan continuar el entrenamiento de la fuerza anticastrista en Guatemala?, ¿enviará el Pentágono a 38 oficiales y soldados de las Fuerzas Especiales para colaborar en el entrenamiento de los paramilitares? y ¿se continuará abasteciendo a esa fuerza desde el aire a partir del 1 de febrero?

King concluye diciendo que si la operación paramilitar sigue en pie, será necesario:

-El uso de una base en Florida desde la que saldrán los aviones que abastecerán a los insurgentes.
-Utilizar un pequeño número de personal civil norteamericano en operaciones aéreas y marítimas, aunque no dentro de Cuba.
-Lanzar ataques aéreos contra la aviación cubana y otros objetivos militares.

La operación de infiltración de una pequeña fuerza paramilitar ya es historia. La CIA ha apostado por una ofensiva militar de grandes dimensiones que exige el apoyo de la Fuerza Aérea de EEUU para abastecer continuamente a los rebeldes y no sólo en su llegada a la isla. Además, no se descarta una intervención directa de aviones norteamericanos para el caso, muy probable, de que los anticastristas no puedan hacer frente a la respuesta del Ejército cubano.

Sea por el fortalecimiento de la posición de Castro en Cuba o por su falta de confianza en los anticastristas, la CIA parece estar advirtiendo a los responsables de la Administración que sólo una ofensiva a gran escala puede poner en apuros a Castro y que ésta sólo tendrá éxito con una intervención directa de la Fuerza Aérea de EEUU.

Capítulos anteriores:
Primer capítulo: La llegada de Castro al poder.
Segundo capítulo: Eisenhower da el primer paso.

Posted by Iñigo at Julio 15, 2005 01:42 AM

Trackback Pings

TrackBack URL for this entry:
http://www.escolar.net/cgibin/MT/mt-tb.cgi/3152