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Noviembre 10, 2006

Neoconicidio

tacticas neocon

Corren tiempos difíciles para los neocon y sus locos seguidores en EEUU. La victoria demócrata en las elecciones ha colocado al frente de las dos Cámaras a esos traidores, apaciguadores y filoterroristas que no creen que una colina sembrada de napalm huela a victoria. Acaban de quedarse sin Rumsfeld que, si bien no era uno de los suyos, servía de puente de conexión entre los conservadores de la vieja escuela y los idealistas neoconservadores.

Para hacer más pesada la digestión del resultado electoral, no pueden esconder su desconfianza ante el futuro nombramiento de Robert Gates como sustituto de Rumsfeld. Gates arrastra consigo la mancha de haber formado parte de la Administración del primer Bush y por tanto es sospechoso de uno de los mayores pecados a ojos de los neocon: el pragmatismo.

Aunque sus credenciales conservadoras son intachables, Gates no es un adicto a la cofradía neocon. En primer lugar, forma parte de esa comisión de patricios presidida por James Baker que intenta dar una vuelta de tuerca a la aventura imperial en Irak. Pero además, hace tan sólo dos años, dirigió junto a Brzezinski un estudio sobre las relaciones entre EEUU e Irán. Sus conclusiones diferían en mucho de la opinión que los neocon tienen sobre el régimen de los ayatolás.

Gates y Brzezinski deploraban la inclusión de Irán en el 'eje del mal' y recomendaban que EEUU mantuviera, salvando las distancias históricas, una relación constructiva con Irán similar a la que tuvo con la URSS:

The United States' long lack of direct contact with, and presence in, Iran drastically impedes its understanding of domestic, as well as regional, dynamics. In turn, this reduces Washington's influence across the Middle East in ways that are manifestly harmful to its ultimate interests. Direct dialogue approached candidly and without restrictions on issues of mutual concern would serve Iran's interests. ["Iran: Time for a New Approach", pdf 100 págs.]

Gates no piensa que la mejor forma de hacer frente a los iraníes sea a través de un misil Tomahawk ni cree que la teocracia de Teherán pueda sufrir un colapso a nada que EEUU agite la bandera del cambio de régimen. Anatema para los neocon.

Las elecciones al Congreso han desencadenado lo que Timothy Garton Ash ha llamado el principio del fin (del unilateralismo). De alguna manera, esa tendencia ya había comenzado con el apoyo de Bush y Rice a una estrategia conjunta entre EEUU y Europa para responder al programa nuclear iraní. Pero es en Irak donde ese paso es más difícil de dar.

La era de dominio absoluto de los conservadores ha tocado a su fin (aunque, como es normal en una democracia, siempre puede volver en el futuro) y la razón de la defunción hay que buscarla precisamente en la niña bonita de los neocon: el intento de cambiar el horizonte político de Oriente Medio a través del derrocamiento de Sadam y de la fundación de la primera democracia árabe en Irak tutelada desde Washington.

El fiasco de Irak no ha sido la única razón de la derrota. Como es obvio, también han intervenido poderosas razones internas: la corrupción de una clase política conservadora acomodada en el poder, la imagen de incompetencia ofrecida en la crisis del Katrina o el derroche en el gasto público, algo bastante doloroso de entender para esos votantes que relacionan el gasto desenfrenado y los impuestos con los demócratas, y no con su partido.

Los votantes querían un cambio en la guerra de Irak y sólo tenían que escuchar los discursos de Bush y Cheney para saber que no vendría de las filas del partido republicano. Curiosamente, el presidente y el vicepresidente parecieron conjurarse en los días anteriores a la votación para trabajar en favor de los intereses de sus rivales. Cheney dijo que la estrategia en Irak era la correcta y que la Administración de Bush pretendía continuar "a toda máquina" por ese camino:

"It may not be popular with the public. It doesn't matter in the sense that we have to continue the mission and do what we think is right. And that's exactly what we're doing. We're not running for office. We're doing what we think is right."

Bueno, ellos no se presentaban a las elecciones, pero su partido sí. Cuando le dices a los votantes lo mismo que Cheney le espetó a un senador demócrata, es normal que se lo tomen como algo personal y pasen factura en las urnas.

No son los votantes los únicos que creen que ese "paseo triunfal" que iba a ser Irak se ha convertido en una pesadilla. Algunos de los más distinguidos neocon están también sumidos en el pesimismo. En su caso, culpan del fracaso no tanto a la idea como a la ejecución. Hasta a ellos les parece inexplicable el nivel de incompetencia demostrado por la Administración de Bush.

Richard Perle (*) afirma que si hubiera sabido lo que iba a suceder en Irak, no habría propuesto el cambio de régimen como forma de conjurar la amenaza de Sadam. Kenneth Adelman sostiene que las ideas de política exterior que defienden los neocon están muertas para toda una generación.

[Estas opiniones aparecen en un artículo que Vanity Fair sacará a la calle en diciembre. La revista decidió publicar un adelanto antes de las elecciones, ante el horror de los neocon a los que les habían prometido que eso no ocurriría. Perle y los otros dijeron que sus palabras habían sido manipuladas. Qué curioso. Se equivocaron con las opiniones de todos.]

Otro atentado terrorista de grandes dimensiones podría devolver el prestigio perdido a los neocon y a los defensores de las virtudes curativas de las invasiones. Es posible, pero pocos norteamericanos creen ahora que la medicina consista en repetir la experiencia iraquí.

Casi 3.000 soldados muertos es un precio demasiado alto como para darles otra oportunidad.

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(*) Pero la cabra tira al monte. Richard Perle ha apadrinado a un exiliado iraní de pasado dudoso que, quién sabe, podría ser en el futuro su nuevo Chalabi para Irán. Hay gente que no aprende.

Posted by Iñigo at Noviembre 10, 2006 07:32 PM

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Comments

No sabía lo del exabrupto cheneyano (aunque, vista la personalidad del buen señor, no me extraña en absoluto). Me hace recordar cuándo se acusó a Pierre Elliott Trudeau de decir lo mismo a un opositor en la Cámara de los Comunes canadiense. En aquél tiempo no se grababan las sesiones, así que queda como una de las frases memorables de la política canadiense el "fuddle duddle" registrado finalmente en el Diario de Sesiones.

No, claro que no aprenden. Ni aprenderán. Simplemente dejarán paso a un nuevo grupo de cachorrines (podíamos llamarlos pos-neocon) que posiblemente resucitarán ideas tan simpáticas como el cinturón de cobalto de MacArthur para la terrible amenaza de Kim. Jesús. Acabarán reivindicando a Gerald Ford.

Posted by: CardinalXiminez at Noviembre 10, 2006 11:21 PM

Lo veo clarito: los neocon van a repetir el sofisma de la "puñalada por la espalda" con la que los militaristas alemanes salvaron la cara al conseguir que firmaran la rendicion de la Gran Guerra aquellos que no la habían iniciado.

Lo mismo hasta les sale bien.

A Hitler le funcionó.

Posted by: pecha at Noviembre 11, 2006 06:12 AM