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Junio 15, 2007

La conquista de Gaza

De todos los éxodos a los que se visto abocado el partido de Arafat a lo largo de su historia, éste ha sido el más penoso. Patético. Vergonzoso. Varios dirigentes de Fatah se embarcaron en pesqueros para escapar de Gaza y recalar en Egipto. No huían de los israelíes, sino de otros palestinos, de los victoriosos miembros de Hamás. Los que no lo han hecho han acabado muertos o en prisión. El movimiento islamista ha conquistado Gaza. No ha necesitado más que veinte años de su historia para hacerse con el poder en el lugar que le vio nacer.

Yaser Arafat debe estar revolviéndose en su tumba, escribían ayer en Haaretz. Será por los remordimientos. El partido que dejó tras su muerte sólo es ya una sucesión de clanes, milicias y servicios de seguridad, empeñado en sostener un Gobierno inexistente --la Autoridad Palestina-- y manchado por la sombra de la corrupción.

Perdieron las últimas elecciones y nunca aceptaron la derrota. A pesar de que jugaban en desventaja en Gaza, no dejaron de tentar a la suerte. Les convenía interpretar allí el papel de conciliadores, pero los dirigentes optaron por la vía de la confrontación. Y cuando llegó el momento definitivo, su caudillo, Mohamed Dahlan, estaba en El Cairo recuperándose de una supuesta operación de rodilla. Ha pasado tres meses allí. Dahlan ya debía intuir que era cuestión de tiempo que los integristas les echaran de Gaza a tiro limpio.

Ha sido una guerra civil corta --siempre que no se extienda a Cisjordania-- y de resultado previsible. Quizá fue cuando gente de Fatah atacó la casa del primer ministro Haniyeh el momento en que los islamistas decidieron acabar para siempre con sus enemigos. Hace cinco días, milicianos de Hamás le metieron 45 balas en el cuerpo a Yamal Abú Yedian, secretario general de Fatah en el norte de Gaza y brazo derecho de Dahlan. Estaba claro que los que no se rindieran iban a ser eliminados.

La charada de La Meca con la formación de un Gobierno de coalición resultó inútil. La apuesta de EEUU e Israel por Abú Mazen y Fatah, también. Los millones de dólares que Washington prometió al presidente palestino y las armas que se compraron con ese dinero y que llegaron por la frontera con Egipto, tres cuartos de lo mismo. Había un bando que estaba dispuesto a morir matando. Los de Fatah no querían ni negociar ni combatir.

En realidad, es probable que Fatah desapareciera de Gaza hace mucho tiempo y que ya sólo fuera una serie de clanes familiares, la mayoría de los cuales terminará intentando alcanzar un acuerdo de coexistencia con los integristas. Hamás, a pesar de toda su retórica, no ha sido capaz de imponer algún tipo de orden en Gaza. Ahora no tendrá excusas. Lo malo es que tampoco tendrá dinero para pagar los sueldos de los funcionarios.

Las expectativas son tan sombrías como hace unos meses. La victoria de Hamás sólo es un punto y seguido. Las últimas noticias indican que Fatah pretende vengarse en Cisjordania, donde sí tiene una estructura política y apoyo social de una cierta entidad. Allí han comenzado las detenciones y algún asesinato de integristas. Abú Mazen ha clausurado el Gobierno de Haniyeh y declarado un estado de emergencia dudosamente legal. Ha nombrado como nuevo primer ministro a Salam Fayad, el único político palestino en el que se confía en EEUU y Europa.

Ambos bandos se acusan mutuamente de haber protagonizado un golpe de estado. La discusión es absurda. Fatah y Hamás han dilucidado su enfrentamiento a golpe de kalashnikov y mortero. La legalidad nunca ha estado entre sus preocupaciones.

¿Qué ocurrirá ahora? ¿Se hará fuerte cada grupo en sus respectivos territorios, unos en Gaza, otros en Cisjordania a la espera de futuros acontecimientos? ¿Se desmoronará Fatah en Cisjordania tal y como ha ocurrido en Gaza? ¿Impondrá Hamás una "revolución islámica" en su baluarte, como titulan algunos periódicos que andaban escasos de imaginación para los titulares?

¿Qué hará Israel? Parece claro lo que no hará. Volver a ocupar Gaza de forma permanente. El Gobierno israelí no está muy interesado en repetir allí su penosa experiencia del sur del Líbano. El trabajo sucio, para otros. Por eso, Olmert ha sugerido, sin asomo de ironía, que una fuerza internacional se ocupe de vigilar la frontera con Egipto. Aunque pareza inaudito, Solana no lo ha descartado. Si los europeos son lo bastante idiotas como para hacer de guardaespaldas de Israel, ya nos podemos imaginar cuál será el resultado.

Los palestinos han presumido desde siempre de ser uno de los pocos ejemplos de democracia en el mundo árabe. Hay que admitir que el listón no estaba muy alto. También negaban escandalizados cualquier posibilidad de un enfrentamiento interno a gran escala, por no hablar de una guerra civil. Se acabó el sueño.

Como dice Amira Hass, Fatah y Hamás han sacrificado la lucha por la liberación a sus intereses de poder. Los integristas se han quedado con el erial de Gaza que nadie quiere y Fatah puede aspirar a gobernar los cantones de Cisjordania que le conceda Israel.

Menuda culminación a tantas décadas de lucha.

Posted by Iñigo at Junio 15, 2007 08:48 PM

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Comments

Desconozco porqué pero no se ve el blog correctamente. En concreto sólo se ven los dos últimos post que has hecho. ¿Sólo me pasa a mí?

Posted by: Inquisidor at Junio 15, 2007 10:43 PM

Sólo aparecen los artículos de los últimos cinco días. Y como llevaba una semana sin publicar...

Posted by: Iñigo at Junio 15, 2007 10:53 PM

"Irak será un ejemplo para Oriente próximo, como una ficha de dominó..."

Pues eso mismo. Qué triste esta historia.

Posted by: Juan at Junio 16, 2007 03:16 AM

No solo a Egipto, tienes en haaretz una foto de lo mas triste, cruzando por Erez a toda prisa...

De lo más patetico, si.

Posted by: Ignacio at Junio 16, 2007 05:48 PM

Aquí está la foto.

http://www.haaretz.com/hasite/images/iht_daily/D160607/Erez2.jpg

Posted by: Iñigo at Junio 16, 2007 06:17 PM