« Newt Gingrich: el mal nos acecha (y Hitler también) | Main | Bin Laden, atrapado en 2001 »

Mayo 12, 2011

La foto de Lorca

elmundo lorca.jpg

Para que luego digan del poder de Twitter. Ayer los seguidores de Pedro J. Ramírez le convencieron de que cambiara la foto de la portada de El Mundo. Se eliminó la imagen de un cadáver con una edición diferente de la foto que en su versión completa o casi completa ha aparecido en las primeras de otros diarios.

No le arriendo la ganancia a los jefes de fotografías de los periódicos. Con lo difícil que resulta a veces convencer al director sobre la foto de portada, ahora puede ocurrir que pese más la opinión de los usuarios de Twitter.

Si hay algo que sobra a los usuarios de las redes sociales, y de cualquiera que ponga sus dedos sobre un teclado, es la capacidad de indignarse. Esta mañana cargaban con la lanza en ristre contra los políticos que habían suspendido la campaña electoral para acudir a Lorca. Uno piensa que si hubieran hecho exactamente lo contrario, habrían recibido otra lluvia de críticas con argumentos diferentes. Como dice la expresión en inglés, 'damned if they do, damned if they don't'. Por algún lado les van a pillar.

Sobre el asunto de hasta dónde llegar en la elección de imágenes de catástrofes, si hay que mostrar o no cadáveres o heridos, desgraciadamente no hay ningún criterio definido al que cualquier periodista pueda remitirse para no cometer nunca ningún error. Como explicaba anoche en Twitter (malamente porque 140 caracteres no dan para muchas sutilezas), es evidente que tiene que haber un límite. El problema es que no sabemos cuál es hasta que nos enfrentamos a cada imagen.

El argumento habitual de la sensibilidad, tanto de los lectores o espectadores como de las víctimas, tiene sentido, pero nos encontramos ante una situación parecida a aquellas en las que se cita el buen o mal gusto. ¿La sensibilidad de quién? Algunas personas se sienten agredidas por la imagen de cadáveres, por más que estén en un segundo plano o no se les vea el rostro. No tienen que disculparse por ello. Tampoco creo que puedan exigir que los medios de comunicación se atengan por defecto a sus criterios, y no a los de otras personas, a la sensibilidad de esas personas.

Si bien la sensibilidad o el mal gusto no valen como norma clara, sí sirven de orientación para tomar la decisión. La primera duda es saber si esa imagen aporta información. La segunda es decidir hasta dónde quieres llegar, cuál es el riesgo que pretendes asumir. Siempre habrá riesgo. Nunca podrás complacer a todo tu público. Además, la sensibilidad tiene que ver con la distancia. Cuanto más cercana nos es esa tragedia, más difícil es ver de cerca sus consecuencias.

En el caso de la televisión, además de calidad, está el asunto de la cantidad. En un periódico no te dan la misma foto dos veces, una en la portada y otra en páginas interiores. En televisión, te encuentras con que la misma imagen aparece una y otra vez, con lo que al final parece que el periodista en vez de ofrecer algo, lo está ordeñando.

En las redacciones, resulta fundamental que estas decisiones se discutan. Aunque parezca mentira, me he encontrado a muchos periodistas jóvenes que solían elegir casi por defecto la imagen más horrible, y no estaban para nada pensando en las ventas, el share o la cuenta de resultados. Sencillamente, no se paraban a reflexionar si unas imágenes eran más apropiadas que otras, si algunas de ellas menos sangrientas aportaban la misma información.

Por lo demás, ya sabemos que lo contrario existe, y por lo que se ve en televisión más que nunca. Hay productos informativos que se hacen sólo para elegir los temas que sean dramáticos o escabrosos. Eso se traduce entre otras cosas en el menor espacio posible para la política y el mayor para los sucesos. Y todos hemos oído alguna vez la expresión "hay que hablar con la familia como sea". Nos podemos imaginar a qué extremos puede llegar el "como sea" en la búsqueda de ese objetivo.

No vale con pensar que si tenemos esas imágenes, podemos darlas por definición. Fotógrafos y cámaras de televisión no pueden tomar esas decisiones en escasos segundos. Si son buenos y si tienen tiempo, quizá busquen otros ángulos o se alejen algo de la acción para buscar otro encuadre, otra perspectiva, que ofrezca una imagen similar sin tanto impacto dramático. Esto no es un self-service. Puede que no tengamos otras alternativas que estén a la altura de la imagen que puede despertar la polémica.

Hay dos argumentos que he escuchado a algunas personas con los que discrepo por completo. Uno consiste en pensar que las fotos explícitas son por definición morbosas. Que no aportan nada más que ensañamiento. La foto no es un elemento secundario del que se pueda prescindir si la noticia es trágica. No es ilustración. No es morbo. La foto es información. Es falsa la idea de que no necesito ver una imagen terrible si el titular ya me cuenta que en un terremoto se han producido 2.000 muertos. En muchas ocasiones, la foto nos pone delante de la realidad sin dejarnos la opción de ignorarla.

Eso es aún más obvio en el caso de la cobertura gráfica de las guerras. No voy a ser tan ingenuo como para decir que no habría guerras si la gente supiera de verdad cómo son, pero está claro que mantenerse a espaldas de las imágenes que producen las guerras es la mejor garantía para que la gente no cuestione por qué se hacen en su nombre.

Otra idea que rechazo: el respeto a las víctimas obliga a no publicar ninguna imagen. Todo esto, creo yo, viene de cierto discurso político por el que se ha llegado a la conclusión en España de que las víctimas (sean del terrorismo o de otro hecho violento) siempre tienen razón. De verdad, por la experiencia que tengo de cubrir guerras o conflictos en Oriente Medio, puedo decir que con mucha frecuencia ocurre lo contrario. He hablado con infinidad de personas que eran víctimas directas o indirectas de la violencia, y su mensaje principal era que el adversario no tenía derecho a vivir y que sólo eran ellos quienes sufrían una situación injusta.

Si las víctimas tuvieran el privilegio de decidir qué es lo que se puede contar o no, incluidas las imágenes, en la mayoría de los casos otras víctimas serían las perjudicadas. O si no es el caso, estaríamos falseando la realidad para complacer sus deseos.

No existe esa dicotomía en el caso de las catástrofes. Por tanto, los periodistas tienen que tener muy claro que una foto determinada es imprescindible para contar una tragedia. Creo que los que eligieron la foto más destacada del terremoto de Lorca en su integridad o editada mínimamente acertaron aun sabiendo que eso podría molestar a algunos, o muchos, de sus lectores. La imagen reúne la destrucción material, el dolor y la pérdida de vidas humanas, y ninguno de esos factores se pueden obviar en la información del terremoto.

elpais lorca1.jpg
----

En Paper Papers, tienen dos galerías con las portadas de la prensa del día.

La foto es de Israel Sánchez, de Efe.

Posted by Iñigo at Mayo 12, 2011 09:41 PM

Trackback Pings

TrackBack URL for this entry:
http://www.escolar.net/cgibin/MT/mt-tb.cgi/12246

Comments

Gran artículo.

A mí casi peor que el cadáver me parece publicar la foto de esa mujer en pleno dolor. Y más si, como me temo, el cadáver es marido o familiar.

Posted by: judio at Mayo 13, 2011 01:52 AM

El tema es el de siempre. Si las victimas son pobres y no hay que de la cara por ellos, se publica la foto. Eso si, si las victimas son de un pais desarrollado y sale algún abogado diciendo que va a querellarse por el motivo que sea, no se publican.

El ejemplo más claro lo hemos visto en el tratamiento de los muertos en el terremoto de Haiti y en el de Japón. Todas ellas victimas por el mismo motivo. Sin embargo, los cadaveres de los negros los vimos a todas horas en la tele pero los cadaveres de los amarillos no. Curioso que ante un mismo hecho, se den diferentes comportamientos.

Posted by: Anonymous at Mayo 13, 2011 09:28 AM

Aquí, la historia de la foto: http://www.lasprovincias.es/v/20110513/gente/historia-foto-20110513.html

Posted by: Orlando at Mayo 13, 2011 12:38 PM