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Diciembre 22, 2010

La ley que nunca debió existir

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Empecemos con lo más gracioso. La Razón dice a toda plana en primera página que han ganado "los piratas". Un Gobierno que no puede dar más síntomas de agotamiento fracasa en su intento de endosar a un proyecto legislativo llamado Ley de Economía Sostenible una nueva norma (popularmente conocida como Ley Sinde) con la que satisfacer los intereses de la industria cultural.

Sigamos con una deducción aproximada. La culpa es de la embajada de EEUU. El Gobierno le encargó de que convenciera al PP y a otros grupos parlamentarios para que votaran a favor del cierre de páginas web que violan la propiedad intelectual. A eso hemos llegado. El Gobierno, elegido por todos los españoles (la soberanía nacional y todo eso) pide a un país extranjero que le ayude a ganar una votación en el Congreso.

En el colmo de... (en realidad, no sé cómo llamarlo), de lo que sea, el ministro Sebastián reclama a la embajada que le diga a Esperanza Aguirre que no se reúna tanto con representantes de internautas. A saber quiénes serán. Pero si un Gobierno, central o autonómico, recibe a representantes de los ciudadanos, hay que llamar a la 101ª División Aerotransportada para que ponga fin a tamaño desatino.

La industria cultural y muchos artistas creen que todo esto es un robo a mano armada y hay que responder con el Código Penal en la mano. En primer lugar, los jueces no opinan lo mismo y lo han demostrado en numerosas ocasiones. Quizá piensen que la ley no permite esa interpretación o sencillamente opinan que ese argumento es ridículo, empezando por el mítico concepto del lucro cesante.

Incluso si aceptamos la hipótesis de la industria, y es mucho aceptar, la solución planteada por el Gobierno es un escándalo. Se inventan un concepto de la propiedad intelectual como derecho fundamental que no está en ningún sitio de la Constitución, con independencia de lo que diga el Gobierno o la embajada de EEUU. En segundo lugar, proponen una reforma que no se sostiene y que se ven obligados a cambiar. En tercer lugar, cambian la ley para introducir la figura del juez en el proceso de cierre de webs (ese pequeño detalle que se les había pasado por alto).

Y resulta que el juez tiene cuatro días para confirmar la decisión administrativa de un organismo público que dicta el cierre de una web. Justicia rápida para los que, en palabras de Víctor Manuel, sólo creen en la Guardia Civil. en otras palabras, justicia al servicio de intereses privados.

Al otro lado de la trinchera, hay gente que se desmelena porque no quiere pagar por algo que puede obtener gratis. Dicho de otra manera:

La identificación de cultura libre con el todo gratis es una falacia promovida por parte de la industria de contenidos y justificada por usuarios sumidos en un hiperconsumismo desaforado, más allá de la copia privada y sin respeto a los derechos de otros.

La industria cultural renuncia a cualquier evolución o adaptación a las nuevas tecnologías y se limita a seguir el modelo económico que impera en España. Los que tienen poder piden cambios legislativos con amenazas. Los que no disponen de un lobby potente se limitan a pedir subvenciones. Todo lo que sea innovación es anatema, como hemos visto en esa delirante plataforma de venta de libros electrónicos por Internet que se llama Libranda. Está concebida para que a los usuarios les resulte entre difícil e imposible comprar un libro.

Algunos escritores que pensaban que podía ser un primer paso interesante quedan perplejos ante tal chapuza. Todo estaba pensado para que fracasara y poder así tener razones para exigir una vuelta al modelo editorial del siglo XX. Sí, ese siglo que dejamos atrás hace una década.

La cultura no puede ser gratis, como no lo es prácticamente nada. Hay muchos ejemplos de cultura que no exigen pagar un precio y que se rentabiliza para el creador de otras maneras. No pueden extenderse a toda una industria.

Pero el modelo de negocio de la industria cultural debe basarse en la realidad y en el respeto al usuario. No pasa por considerar clientes a aquellos que están dispuestos a ver en el ordenador una copia de una película rodada con videocámara en un cine con el plano moviéndose y toses de fondo. Debe buscar a sus nuevos clientes, que son muchos de los antiguos, en las plataformas tradicionales mientras sigan existiendo (aviso: no son eternas, como no lo es la industria del carbón), y en las nuevas que están surgiendo.

La gente sí que está dispuesta a pagar, y lo demuestra asistiendo a conciertos con entradas a precios abusivos. Abusivos, si los comparamos con el pasado reciente y tenemos en cuenta el impacto de la inflación. No tanto, si pensamos en que es el ingreso que mantiene económicamente vivos a esos artistas y, por la razón que sea, es el precio que la gente está dispuesta a pagar.

Se necesitan cambios legislativos. No los que imponen una jusdicción privada a disposición de los artistas que no está al alcance de los demás ciudadanos. Pueden suponer el cierre de algunas webs basadas en el ánimo de lucro, pero un lucro real, no el que sostiene el pago del alojamiento de la página, una cantidad misérrima de la que nadie puede vivir. No se puede abrir una puerta para el cierre de webs sin las garantías jurídicas necesarias, de la misma forma en que no existe esa puerta para los medios de comunicación.

Sobre todo, la industria debe apostar por aquellos caminos que le marcan las tecnologías. No podemos ilegalizar el coche para salvar a la diligencia y los caballos. El usuario está esperando algo nuevo, no que los lobbies impongan a los diputados la redacción de las leyes.
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Un homenaje a Alex de la Iglesia por su batalla en Twitter en favor de sus ideas. Gran frase: "Nixon no estaría tuiteando". Es lo contrario a la siniestra Coalición. Necesitamos más debate, leyes que no den vergüenza y menos reuniones en las embajadas.
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Foto del Flickr de Amio Cajander.

Posted by Iñigo at Diciembre 22, 2010 02:09 AM

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Comments

En esta casa respetamos las leyes de la termodinámica. La industria cultural es un sistema que da dinero si se le aporta dinero. Estos dos axiomas lo tenemos que tener todos claros.

Dicho eso estamos en un punto en el que fallan ambas partes. Los consumidores han decidido no aportar dinero (o aportar menos dinero) y la industria ha decidido que no le sale de los huevos cambiar el sistema.
Ambas posturas se están argumentando desde la oposición y el agravio. Las acciones que se toman se toman como reacción y con justificación a lo que hace la otra parte. Sea canon, ley sinde, todo se hace por oposición al contrario. Los usuarios porque siguen sin querer aportar al sistema y la industria porque ni sabe ni quiere cambiarlo.

La Ley Sinde y lo que le rodea ha demostrado el disparate y la pobre situación en la que estamos. Los creadores/gobierno no saben cómo cambiar el sistema y deciden sacar una propuesta de tropelías de derechos. Los consumidores montan en cólera obviando las tropelías que cometen contra otros derechos (de autor). No hay voluntad de negociar. No hay voluntad de buscar otros caminos. Solo hay oposición y agravio. Salpimentado con un pequeño corte más en un gobierno que merecidamente agoniza.

Hay otros sistemas. En otros países funcionan.

El ejemplo más paradigmático es Netflix. Llevo casi un año usándolo y funciona de maravilla. Por $16 al mes tengo 4 películas (Blu-Ray) en casa, sin gastos de envío y sin recargos si no las veo de inmediato de un catálogo mejor que el de la mula. Más todo el streaming que quiera. Es más barato que guardar mis archivos en discos duros externos.
Acierto del sistema. Se ha cambiado y no merece la pena descargar. Con spotify pasa lo mismo (por ejemplo).

En el funcionamiento de Netflix también dicen mucho los consumidores que deciden participar. Son americanos. Piensan distinto. Puede ser paniquito pero dudo que en España funcionase. por la cantidad de amigos españoles que me preguntan si me copio las películas. ¿Cuánto tardaría en haber rips de cada una de las películas de un Netflix español?

Achacarlo solo a la cultura del país es simplista y equivocado. El problema es que asoma la patita en mi cerebro algo que no quiero que asome. La patita me hace pensar que ese respeto por la piratería se debe a sanciones ejemplares y a una persecución fuerte de la piratería. Creo que somos mejores que eso.

Creo que la cultura está tocada y herida por ambas partes. Es necesario que ambos respeten la termodinámica.
(Hay un debate tangencial sobre lo interesante que es que los artistas puedan vivir de lo que crean; eso en otro capítulo, este fue largo).

Posted by: grasas at Diciembre 22, 2010 06:12 AM

"La cultura no puede ser gratis"

¿Por qué no?

Posted by: Ideafix at Diciembre 22, 2010 08:44 AM

Sobre el lucro de las páginas webs, esta mañana he visto a Álex de la Iglesia en la tele diciendo que esos banners dan "millones". ¿?

Posted by: Dodo at Diciembre 22, 2010 10:44 AM

La Ley Sinde puede que fuese una castaña, pero tiene una razón de ser, como dice grasas. En este país, si pagas por un disco, eres un idiota. Si te compras una película, o vas al cine, un pringado. Si te puedes bajar un libro y leerle en un cutre txt, ¿para qué te lo vas a comprar en la librería y leerle en condiciones? ¿Es que eres tonto?

Lo único no pirateable, al menos en lo que a "cultura" -a mi, personalmente, no me gusta llamar cultura al cine o la música, sino arte, pero eso es otra batalla- mainstream se refiere, son los espectáculos en directo. Un concierto, una obra de teatro. Pero las películas, los discos de música...están sentenciados en este país. Todo bajo el triste argumento, generalmente de los que nada producen -al menos, nada copiable de forma digital-, de que la "cultura" debe ser gratis. Pues miren, la cultura sí. Pero no tiene usted derecho a bajarse todas las películas que a usted le de la gana porque "están subvencionadas". También se subvenciona el carbón y seguro que no le regalan el combustible cuando hace barbacoas, ni usted considera que tiene derecho a llevárselo por la cara -algún listo habrá.

Vivimos en un país de caraduras, eso es bien sabido por todos. Pero además, de analfabetos funcionales que no comprenden la diferencia entre idea y materia, entre lo analógico y lo digital. Por un lado, los caraduras que se quieren montar en el dólar. Por el otro, los que no piensan pagar un duro por nada si lo pueden sacar gratis, aunque así jodan a aquel del que disfrutan. Y en medio, los incomprendidos, que son(somos) acusados de defender a ambos caraduras por igual.

País, que diría Forges.

Posted by: Marlango at Diciembre 22, 2010 01:18 PM

Ideafix, puede ser gratis si así lo decide aquel que lo produzca. Si él/ella decide que quiere vivir de ello, tendrá derecho, ¿no? Estamos retrocediendo al medievo en todos los sentidos. Falta de soberanía, de consciencia popular colectiva, y llegando a un punto en que únicamente se considera trabajo remunerable aquel que sea físico, o al menos, nos incomode sobremanera realizarlo.

Alegra ver que se haya ganado esta batalla, pero es triste que la movilización se haya producido por el circo, mientras que contra los recortes de las migas de pan no hay agitación más que en las barras de los bares.

Posted by: Marlango at Diciembre 22, 2010 01:23 PM

En el sistema que tenemos, cada vez que pagas por algo estás "votando" para que ese algo se siga haciendo. Eso es algo que muchos no entienden... También, los tiempos han cambiado y hay muchas formas inteligentes de conseguir que el dinero llegue a los creadores. Otra cosa es que la industria acepte el cambio fácilmente.

Posted by: Olivo at Diciembre 22, 2010 08:43 PM