La historia de un linchamiento de 1930

Inevitablemente, la persona que nos cuenta esta historia está pensando en lo que está ocurriendo ahora en EEUU, en Donald Trump y en lo que piensan algunos de sus compatriotas.

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Cómo identificar las noticias falsas

Dámaso Reyes explica a sus alumnos cómo distinguir las noticias falsas de las verdaderas. Todos los consejos son apropiados. El único problema es que se necesita algún tiempo para hacer las comprobaciones pertinentes. De ahí la recomendación de ser «detectives digitales». Eso es complicado teniendo en cuenta la voracidad y rapidez con la que ahora se consume la información.

También hay que reconocer que medios de comunicación tradicionales y de una larga trayectoria se han embarcado en prácticas periodísticas que no son muy diferentes de las de esas oscuras páginas web que suministran una dieta diaria de información manipulada. Y para eso los consejos de Reyes no sirven de mucho.

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Presidenta Oprah Winfrey, el último salto al vacío de la política norteamericana

Oprah Winfrey es la estrella del momento en EEUU. Oprah –uno de esos personajes públicos en ese país a la que todo el mundo conoce por el nombre de pila– tuvo la mejor intervención en la entrega de los Globos de Oro; primero, porque recibía un premio a toda su trayectoria, y en segundo lugar, por su discurso vibrante en una gala en la que todo el mundo quería dejar su sello.

A diferencia de los Oscar, en los Globos de Oro los hombres y mujeres se sientan en mesas redondas con comida y bebida, sobre todo, bebida, y todo tiene un aire más informal. Los presentadores tienen licencia para ir más lejos con sus chistes, y algunos han sido especialmente salvajes. Hay un montón de premios, y los hay hasta para los parientes pobres del mundo del espectáculo –ahora ya menos–, los actores y actrices de televisión.

Esta vez era diferente. La ola de denuncias de acoso sexual iniciada por el caso Weinstein debía tener una respuesta firme y nada frívola, un alegato colectivo con el mensaje ‘nunca más’. Oprah fue más lejos y se convirtió con sus palabras en el símbolo que todos estaban esperando. «A new day is in the horizon!», y todos se rompieron las manos aplaudiendo.

¿Símbolo de qué? No sólo de la desigualdad sistemática en que viven las mujeres que trabajan en Hollywood o Nueva York. También de todos los que creen que el país se está yendo por el sumidero a causa del presidente. Y si necesitaban más ejemplos, la publicación del libro de Michael Wolff había despejado las pocas dudas que quedaban en una comunidad en la que la inmensa mayoría de sus protagonistas votan al Partido Demócrata y financian generosamente sus campañas.

¿Y de ahí a presidenta Winfrey? El impulso de apoyar a la presentadora de TV como candidata a las elecciones de 2020 provino de las redes sociales, donde las opiniones son casi como la escritura automática de los surrealistas. O sencillamente una forma de expresar con el corazón lo que aún no se ha madurado en la cabeza, tanto por su calidad intrínseca como por sus posibilidades de éxito. Fuera de Twitter o Facebook, un ejemplo de alguien del gremio: «Quiero que se presente a la presidencia. No creo que tenga ninguna intención de hacerlo. Pero ahora no tiene elección», dijo Meryl Streep.

Hubo otras personas fuera del mundo cinematográfico que no tardaron en sumarse a la ola. Aún más cuando CNN, citando a dos personas anónimas que son amigas de Oprah, dijo que ella está «pensando seriamente» en presentarse a las elecciones de 2020, y que de hecho lleva unos meses reflexionando sobre ese paso.

Si alguien sin experiencia política como Donald Trump no sólo dio el paso, sino que ganó las elecciones, ¿por qué no ella, nacida hace 63 años en Kosciusko, Mississippi, o alguien como ella? A eso se reduce todo el razonamiento. EEUU como el gran plató televisivo donde se enfrentarán dos estrellas de la pequeña pantalla (no hay que olvidar que Trump, empresario inmobiliario de éxito en Nueva York, se convirtió en una figura nacional gracias a un programa de televisión, The Apprentice).

¿Cuáles son las ideas políticas de Oprah? ¿Qué bagaje ideológico arrastra? Sí se sabe que apoyó con todas sus fuerzas a Barack Obama y Hillary Clinton, con lo que hay que situarla en el campo de los demócratas. Más allá de eso, queda el hecho de que su fama procede del programa de televisión que presentó durante 25 años, a lo que hay que sumar algunas incursiones en el cine; la más celebrada, su papel en ‘El color púrpura’, de Spielberg.

Su programa tenía las características habituales en los espacios matinales de las televisiones de EEUU dirigidos fundamentalmente al público femenino. Muchos famosos como invitados, sobre todo del mundo del cine, calidad de vida, dietas, consejos de salud, algunos muy cuestionables, moda, pero también un empeño especial por fomentar la lectura. Las novelas recomendadas por ella en un segmento especial dedicado a los libros se convertían de forma automática en superventas. Y no tardó mucho en dedicar programas a examinar por qué la invasión de Irak en 2003 no estaba resultando lo que la Casa Blanca y el Pentágono habían prometido.

Nada era más espectacular como cuando regalaba cosas, hasta coches a veces, a todas las personas que presenciaban en directo el programa. Gracias, claro está, a los patrocinios de grandes marcas. Una forma de caridad patrocinada por obra y gracia de la reina de la televisión.

Viniendo del mundo del espectáculo, no es extraño encontrar el amplio repertorio de fotos de ella con un tal Harvey Weinstein.

La mera consideración de la idea de Oprah como presidenta tiene mucho que ver con el escaso plantel con que los demócratas se enfrentan a cada elección presidencial. No por nada Hillary Clinton se presentó como favorita a dos primarias diferentes separadas por ocho años. De entrada su hipotética candidatura complace al neocon Bill Kristol: «Es más sensata ante la economía que Bernie Sanders, comprende mejor la América media que Elizabeth Warren, menos sensiblera que Joe Biden, más agradable que Andrew Cuomo, más carismática que John Hickenlooper».

Desde luego, para alguien como Kristol, un candidata como Oprah debilitaría al que sea el candidato con más opciones de representar al ala izquierda del partido, como Sanders o Warren. Otros, como Jim Messina, director de la campaña de Obama en 2012, sólo ven ventajas en ella: «Ella cuenta con una marca que representa la inclusión, juntar a la gente y sumar todas sus aspiraciones. Para derrotar a Trump en 2020, los demócratas necesitarán a un candidato que pueda unir al partido, enfrentarse a los ataques de Trump e ir más allá de la política de los bajos instintos. Sin duda, Oprah puede ser uno de esos candidatos».

Un duelo en las urnas Donald-Oprah alcanzaría el nivel máximo en el proceso por el que la política norteamericana se ha convertido en un inmenso reality. No importa ya la política, y sí los sentimientos. Los conocimientos profesionales de política y economía, por no hablar de asuntos internacionales (un argumento habitual de los demócratas en la campaña contra Trump) son secundarios; siempre se puede contratar a los mejores expertos, que luego nunca aparecen o que no saben que dirigir una Administración no es como presidir una empresa o mandar una división del Ejército. Hay que inspirar a los votantes con una historia personal edificante y no vale la pena perder el tiempo con propuestas políticas complejas. Y si el candidato es millonario, mejor, porque por algún milagro conseguirá que la economía funcione tan bien como lo hizo su patrimonio personal.

El trumpismo como cultura política se haría también con el poder en el principal partido de la oposición. Porque todo empieza y acaba con la capacidad de generar ilusión, y ahí la experiencia puede ser hasta contraproducente en una época en la que los políticos profesionales son sospechosos por definición.

En otras palabras, adiós a Karl Marx y Adam Smith. Bienvenido, Paulo Coelho, a la primera línea de la política.

Sábado:
Hay algo que había olvidado sobre la trayectoria de Oprah Winfrey en su programa: su apoyo a seudociencias, dietas milagro y teorías falsas sobre las vacunas.

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2017 no fue sólo el año en que Trump nos divirtió/horrorizó

Un resumen en imágenes de 2017 por cortesía de Vox.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

‘Fargo’ nos presenta un mundo en el que las vidas de los personajes están marcadas por la regularidad y la monotonía hasta que se produce la tragedia. Con un movimiento mínimo de la cámara, el encuadre –la composición de cada plano– resultaba básico.

‘Bonnie and Clyde’ sigue impactando tanto como hace 50 años.
–El thriller erótico de los 90 pasó a mejor vida.
–En tiempos de crisis, los westerns vuelven a las pantallas de EEUU.
–51 grandes películas de superhéroes.
–El mito de Frankenstein nunca pierde valor.
–La vida y el legado de Jackson Pollock.
–Arriba ese ánimo. 99 cosas buenas que pasaron en 2017.
Leñadores en Suiza.
–Hay un patrón en los libros que se roban en las librerías de EEUU.
–Jugarse la vida para recuperar los cuerpos de los montañeros muertos en el Everest.

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Nunca se es demasiado viejo para luchar por tus derechos

Amnistía Internacional destaca la lucha de Boguslaw Zalewski, de 82 años, contra el Gobierno autoritario de Polonia.

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Retrato de un presidente «semianalfabeto»

Todo Washington habla esta semana de un libro, ‘Fire and Fury. Inside the Trump White House’, de Michael Wolff. Durante un año, el periodista con una larga trayectoria dedicada a escribir sobre medios de comunicación, incluida una biografía de Rupert Murdoch, tuvo un amplio acceso a la Casa Blanca con el permiso de Donald Trump al que le había gustado  una entrevista que le hizo Wolff antes de las elecciones. Fue un artículo amable. Al entonces candidato, al que muchos medios no tomaban en serio, le gustó especialmente la portada.

El libro ya ha tenido una consecuencia política seria: la ruptura total entre Trump y Stephen Bannon, que fue su director de campaña y consejero de estrategia en la Casa Blanca. El miércoles, se supo que Trump había dicho que su antes amado Bannon «había perdido la cabeza» tras abandonar su puesto.

Bannon salió de la Casa Blanca y volvió a ocupar su antiguo puesto de presidente de Breitbart News, la página web ultraconservadora con unos diez millones de usuarios únicos al mes que es uno de los principales puntos de apoyo mediático para Trump. La portavoz de la Casa Blanca dijo el jueves que Breitbart debería deshacerse de Bannon. Una de las accionistas de la empresa, la millonaria Rebekah Mercer, ya ha cortado relaciones con él y reafirmado su apoyo a Trump.

La fortuna de la familia Mercer era uno de los soportes con que contaba Bannon para desafiar con candidatos ultranacionalistas al establishment del Partido Republicano. Quizá los republicanos hayan conseguido acabar con una amenaza que les rondaba para las elecciones de 2018 gracias al libro de Wolff.

El libro no tiene desperdicio, sobre todo las partes en que se plantean serias dudas sobre la estabilidad mental de Trump, que tiene 71 años, y su capacidad de concentración para tomar las decisiones más simples.

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Un inesperado culpable de las manifestaciones de Irán y otras maniobras internas que explican las protestas

El jefe de la Guardia Revolucionaria Islámica ya tiene un presunto responsable de las manifestaciones que se han producido en Irán desde el pasado jueves. El general Yafari no ha revelado su identidad, pero la descripción que hace de él da algunas pistas. Se trata de «un exalto cargo que actualmente está utilizando un lenguaje que se opone a los principios y los valores de la república islámica», según la descripción que hace el general de la persona que ya está siendo investigada.

El sujeto podría ser nada menos que el expresidente Mahmud Ahmadineyad. ¿Por qué?

Ahmadineyad se ha embarcado en una arriesgada guerra contra el sistema judicial de su país y en realidad contra todo el sistema político en el que prosperó durante años y que le permitió ser alcalde de Teherán y presidente del país. En julio publicó dos cartas abiertas en las que acusaba a sus rivales políticos de atacar a los que fueron sus principales altos cargos o asesores en sus dos mandatos presidenciales, y hacía responsable a los jueces del estado de salud de uno de ellos, el exvicepresidente Hamid Baghaei, que ha estado en huelga de hambre tras pasar dos veces por prisión en los dos últimos años sin que se haya presentado una acusación contra él.

Los ataques de Ahmadineyad contra el sistema de justicia carecen de precedentes por su dureza viniendo de una persona que ocupó el mayor cargo ejecutivo del sistema y que ganó dos elecciones presidenciales. Pero su relación con los conservadores en el Parlamento fue pésima en el último mandato y se dice que el líder supremo no acabó muy contento con su estilo político. El expresidente intentó registrarse como candidato para las últimas elecciones, pero los organismos electorales, que estudian antes los antecedentes de cada aspirante a cargo electo, vetaron su participación. No por su propia iniciativa.

En diciembre, Ahmadineyad subió la apuesta y lanzó graves acusaciones contra dos políticos conservadores muy cercanos al ayatolá Jamenei: el ayatolá Amoli Lariyani, máximo responsable de los tribunales de justicia, y su hermano Ali Lariyani, presidente del Parlamento. A ambos les acusó de haber intentado derrocarle en su segundo mandato. Ahmadineyad dijo que Ali Lariyani pretende presentarse a las elecciones presidenciales de 2021, que es una forma de decir que hará lo posible por impedirlo.

Con pruebas o sin ellas, el establishment judicial ha puesto en marcha varias investigaciones por corrupción contra personas cercanas al expresidente. La respuesta de este indica que no se va a quedar quieto, que está dispuesto a ir contra algunas de las familias políticas más poderosas del régimen, y que el poder no se atreverá a ir directamente contra él.

El actual Gobierno nombrado por el presidente Rohaní también ha estado en la diana de Ahmadineyad con ocasión de la presentación del proyecto de presupuestos el 10 de diciembre. Criticó las cuentas públicas en una reunión reciente con estudiantes por eliminar una serie de subsidios de los que se benefician unos 40 millones de iraníes (que son la mitad de la población).

Si es cierto, como parece, que la mayoría de los manifestantes de estos días procede de las clases populares que dependen de ayudas públicas y de precios subvencionados por el Estado, no sería un error interpretar que entre ellos hay muchos que votaron a Ahmadineyad en 2005 y 2009.

Pero si queremos más paradojas sobre los acontecimientos de Irán (y aquí no me refiero a políticos e intelectuales reformistas que apoyaron la movilización de 2009 y que ahora piden contención y no dejarse arrastrar por las protestas), hay algo más que se sale de lo convencional. Ha circulado en Irán un completo reportaje televisivo con testimonios de gente de la calle a los que se pregunta sobre sus condiciones de vida (una forma de preguntar sobre las razones de la protesta). Resultan muy convincentes al explicar que sus hijos no tienen empleo, que los precios les están matando y que los de arriba les han abandonado a su suerte. No hay ataques directos al sistema político y religioso, y sí a la política económica del Gobierno, que es responsabilidad de Rohaní.

El reportaje ha sido emitido por un nuevo medio digital llamado Avant TV que se presenta como independiente. No lo es, según este artículo de Al-Monitor, que informa de que se trata de un medio promovido o apoyado por la Guardia Revolucionaria, la institución más importante del establishment militar y que sólo responde ante el líder supremo Jamenei.

En su presentación del proyecto de presupuestos, Rohaní tomó la medida insólita en Irán de detallar las grandes subvenciones que reciben las instituciones religiosas y culturales que están fuera del control directo del Gobierno. Están dominadas por los conservadores y entre esos centros de poder se encuentran los clérigos que forman la élite religiosa del país y también la Guardia Revolucionaria.

Esta interpretación debe ir acompañada del hecho ya conocido de que las primeras manifestaciones tuvieron lugar en la ciudad de Mashad, la segunda del país, cuyas instituciones están en manos de los conservadores. La protesta inicial recibió el apoyo del clérigo que dio el sermón del viernes en la principal mezquita de Mashad. Medios controlados por conservadores informaron de esas palabras, obviamente con permiso de las autoridades que los controlan.

Por eso, hay que entender lo que está sucediendo en Irán también como una lucha de poder interna entre familias del régimen. Los conservadores están utilizando la situación económica de las clases populares como arma contra Rohaní. La Guardia Revolucionaria juega a varias bazas al mismo tiempo. Por un lado, no está dispuesta a renunciar a su poder económico ni a permitir que Rohaní ponga en marcha reformas que pongan en peligro sus privilegios. Por otro, es el último garante de la seguridad y estabilidad del régimen y el ejecutor de la represión contra todo movimiento político y social que cuestione la autoridad de Jamenei y de los clérigos conservadores. Y luego está Ahmadineyad y su batalla personal contra sus antiguos aliados.

Hay muchos intereses cruzados en juego más allá de la furia popular por su precariedad económica. Evidentemente, todos creen que podrán controlar los acontecimientos en su favor. Algunos descubrirán que no es tan fácil apagar el fuego con el que pensaban que sólo se quemarían sus rivales políticos.

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Cuáles son las razones económicas tras las manifestaciones de Irán

La situación en Irán ha cobrado un giro dramático al saberse que trece personas murieron el domingo en las manifestaciones contra el Gobierno que comenzaron cinco días antes. La cifra aumentó a 21 con los incidentes del lunes. En las localidades de Qahderijan y Kermanshah, se prendió fuego a sendas comisarías en la noche de ese día. Los gritos no ya contra el Gobierno por su política económica, sino contra el régimen islámico y su máximo líder, el ayatolá Jamenei, se han repetido en lugares donde las concentraciones de protesta nunca habían tenido antes tal carga política.

El portavoz de Guardia Revolucionaria Islámica tuvo que desmentir el lunes que sus fuerzas se vayan a hacer cargo de la seguridad de Teherán. Ese sería el punto de no retorno que indicaría que el Gobierno está seriamente preocupado. Se trata de un organismo militar fundado tras la revolución de 1979 y cuya función, a diferencia del resto de las Fuerzas Armadas, no consiste en defender las fronteras del país, sino proteger a la república islámica como sistema político y religioso. Depende directamente de Jamenei, y no de Gobierno.

Cuenta con unos 125.000 miembros. Su cuerpo más conocido para los iraníes es la milicia paramilitar de los Basij, que intervino con violencia en la represión de las protestas por las elecciones de 2009 que concedieron la reelección a Ahmadineyad en medio de múltiples acusaciones de fraude.

Los basij ya han aparecido en las calles iraníes en algunas de las manifestaciones producidas estos días. Pero no es lo mismo que colaboren con la policía en ciertos lugares a que lleven el protagonismo en la respuesta a la revuelta. En su reacción del domingo, el presidente Rohaní quiso hacer una defensa pública del derecho de manifestación sobre todo si es para denunciar la corrupción y los problemas económicos, por más que condenara la violencia. «Las necesidades y peticiones de la gente deben ser atendidas», dijo.

Los ataques a carteles con figuras del régimen como el propio Jamenei o del general Qasem Soleimani, jefe de la Fuerza Quds y un héroe para los conservadores por su intervención en las guerras de Irak y Siria, podrían hacer que el régimen respondiera con una violencia que había estado ausente al principio.

La interpretación oficial de momento de los grupos conservadores cercanos a Jamenei es que la situación está bajo control. «Lo que está ocurriendo en Irán acabará en unos pocos días, y no hay razones para preocuparse en absoluto», ha dicho Ali Shamkhani, secretario general del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. Estos grupos juegan sus bazas con la intención de debilitar a Rohaní. Un canal de televisión cercano a la Guardia Revolucionaria, que cuenta con medios de comunicación que siguen sus orientaciones, dedicó un programa a las protestas con testimonios de algunos manifestantes críticos con la situación económica y con la responsabilidad del Gobierno nombrado por el presidente.

Al escribir sobre las protestas en los dos o tres primeros días, el énfasis se hacía en la situación económica, responsabilidad directa del Gobierno moderado de Rohaní, pero muy pronto los eslóganes cobraron un carácter político con ataques directos a Jamenei y a la corrupción. Como se verá después, la corrupción tiene mucho que ver con algunas de las penurias económicas que viven los sectores más necesitados, que incluso han visto perder sus ahorros por el hundimiento de algunos bancos.

La primera movilización importante se produjo en la ciudad de Mashad, la segunda ciudad del país con tres millones de habitantes y situada en la zona noreste del país. Políticamente, está controlada desde hace tiempo por los más conservadores. De allí es Ebrahim Raisi, el candidato ultraconservador que perdió ante Rohaní en las últimas elecciones presidenciales.

Por eso, inicialmente se pensó que las concentraciones habían sido toleradas por el Ayuntamiento de la ciudad, también dominado por los conservadores, para desgastar al Gobierno central. El vicepresidente Es’haq Jahangiri hizo unas declaraciones en las que avisó que los promotores de la protesta, en alusión a los conservadores, podían verse sorprendidos y acabar en una situación que no era la que esperaban.

En los sermones del viernes en las mezquitas, algunos imanes apoyaron la decisión de la gente de salir a la calle para denunciar su difícil situación económica. El hecho de que en las noticias publicadas por agencias de noticias públicas controladas por conservadores se publicaran artículos con un resumen de esas intervenciones demuestra como mínimo que contaban con una cierta comprensión de los responsables religiosos de Mashad.

En los primeros días, las manifestaciones fuera de Mashad congregaron sólo a unos pocos centenares de personas. No había entre sus participantes muchos jóvenes ni se oyeron los eslóganes reformistas que se hicieron populares en la protesta de 2009. Parecía una movilización centrada en reclamaciones económicas, sobre todo las originadas por el aumento de los precios a causa de la inflación y el incumplimiento de las promesas que había hecho Rohaní en su campaña electoral. Rohaní había vendido el acuerdo nuclear que había desagradado a los conservadores como el primer paso necesario para acabar con el aislamiento del país y la recuperación económica.

Los datos económicos desmienten algunas de esas impresiones, pero no todas. Lo cierto es que la inflación siempre ha sido muy alta en Irán en las últimas décadas, incluida la presidencia de Ahmadineyad. Cuando Rohaní llegó al poder en 2013 estaba en el 34%. A partir de 2014, el Gobierno ha conseguido que en su mandato esté en una media cercana al 12%, y que ahora esté por debajo del 10%. Las cifras indican que la presidencia de Rohaní goza de la inflación más baja desde 1979.

Pero las cifras no dicen toda la verdad porque ese descenso no ha repercutido por igual en todos los productos. Para conseguir su objetivo, el Gobierno ha reducido los subsidios a productos de primera necesidad con los que los gobiernos anteriores compraban el apoyo de la gente. El nuevo presupuesto, presentado hace unas semanas y que entrará en vigor en marzo de 2018, incide en ese mismo recorte del gasto público en subsidios que también afectará al precio de los combustibles, hasta ahora fuertemente subvencionados.

La economía ha crecido con Rohaní, pero eso no sólo ha reducido el desempleo, sino que lo ha aumentado por encima del 12%, fundamentalmente por el mal funcionamiento de la parte de la economía iraní que no tiene que ver con el petróleo. Su crecimiento fue mínimo en 2016, mientras que en 2015 fue mucho peor. Los sectores económicos que deberían crear empleo no lo hacen. El desempleo juvenil está oficialmente en torno al 20%, pero la cifra real podría ser el doble, lo que afecta a los licenciados universitarios, pero también a los jóvenes sin formación fuera de las grandes ciudades.

Hay que volver a Mashad y a la región donde se encuentra para conocer otros motivos de la furia de muchas personas en esa zona del país por la situación económica. Una de las razones es la quiebra de varios bancos que habían prometido a los clientes altos tipos de interés a cambio de sus depósitos en un problema que ha afectado gravemente a la economía iraní en 2017. Esas entidades no tenían una ficha bancaria admitida por el banco central y por tanto operaban en una ilegalidad consentida por las autoridades.

Los bancos de ese tipo proliferaron durante la presidencia de Ahmadineyad y el actual Gobierno no ha conseguido aún poner fin a sus actividades o legalizarlas si fuera posible.  Según el banco central, en 2013 los bancos ilegales contaban con la increíble cifra del 25% del dinero en efectivo depositado por los iraníes en entidades financieras, aunque esa cifra se redujo en 2017 al 8%.

En 2016, doce bancos fueron declarados en bancarrota cuando no pudieron devolver fondos a sus clientes y casos de este tipo se repitieron en 2017. El Banco del Caspio es uno de los que más quebraderos ha creado. Una de sus filiales ya arruinada, llamada Fereshtegan, contaba con más de 450.000 clientes. Era especialmente activa en la región del nordeste donde se encuentra Mashad. El Banco del Caspio prometió que se devolvería un máximo de 100 millones de riales, equivalente a unos 2.700 dólares, a los clientes de las entidades hundidas. Supuestamente bajo esa cifra están 400.000 de esos clientes y también supuestamente el banco central se ocuparía del resto.

Las manifestaciones producidas a lo largo de 2017 en varias ciudades por las quiebras de estas entidades bancarias demuestran que el problema no se ha solucionado y que ha aumentado el resentimiento popular de aquellos que han perdido sus ahorros o parte de ellos contra las autoridades. Entre ellos hay muchas familias de clase baja, los sectores del país de clase trabajadora que no se movilizaron en la rebelión contra el régimen en 2009 –protagonizada por estudiantes y clases urbanas y profesionales de clase media–, y que sí están participando ahora en las manifestaciones de los últimos días.

A partir de ahí, saber exactamente cuál es la principal reivindicación de los manifestantes es difícil. Lo es porque no hay una estructura política que haya convocado nada, no hay líderes o un programa político que haya causado esta movilización. Sí había un canal de Telegram llamado Amad News, con unos 700.000 seguidores, en el que aparecía información permanente sobre manifestaciones, convocatorias y vídeos de las marchas. Telegram cerró ese canal por incluir llamamientos a la violencia, incluida la petición a la gente de que usara cócteles molotov contra la policía, pero han surgido muchos otros canales con información similar, y entre ellos están los creadores de Amad News.

Telegram e Instagram, ahora bloqueados temporalmente por el Gobierno, cuentan con más de 20 millones de usuarios en Irán cada uno y son la principal herramienta de comunicación para muchas personas. Como ha escrito Edward Snowden, los grupos de Telegram no cuentan con la seguridad necesaria en cuanto a cifrado punto a punto, lo que puede dar una falsa sensación de privacidad a sus usuarios en países como Irán y en especial en estos momentos. Puede ocurrir que el rastro que deje la actividad de sus usuarios en el teléfono móvil se convierta en la principal prueba que les incrimine si son detenidos por la policía.

Por cierto, es también lo que sucedió en 2009 cuando la tan celebrada revolución de Facebook en Irán, por emplear una expresión habitual entonces en los titulares, sirvió para que muchas personas fueron condenadas en los tribunales por las pruebas que ellos habían facilitado de forma involuntaria con sus teléfonos móviles.

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La memoria histórica alcanza a los símbolos racistas del Sur en EEUU

152 años después del fin de la Guerra Civil de EEUU, el conflicto no ha quedado ni mucho menos encerrado en las páginas de los libros de historia. 2017 ha sido el año en que han sido retirados monumentos dedicados a la Confederación –el bando sudista– que han estado durante décadas en varias ciudades del país.

Más de 1.500 símbolos que conmemoran a los perdedores de esa guerra se conservan en espacios públicos de EEUU –la inmensa mayoría en el Sur–, de los que 718 son monumentos o estatuas. Veintitrés ciudades han ordenado ya la retirada de estatuas, memoriales y placas que recuerdan a los dirigentes del Sur racista y otras veinte tienen planeado hacerlo o han visto de momento suspendidos los traslados a causa de demandas judiciales.

El debate no atiende a los argumentos tan socorridos en España sobre la supuesta necesidad de no «abrir heridas». Políticos republicanos que en el pasado se negaron a considerar la retirada de esos símbolos han aceptado que la respuesta ahora debe ser diferente. Alcaldes demócratas que no creían que fuera una prioridad han cambiado de opinión.

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