Armas de destrucción masiva, versión Thatcher

La viñeta de Peter Brookes en The Times enumera las armas más letales en la historia de la guerra y acaba con el bolso de Margaret Thatcher. El típico humor brillante que se puede interpretar de dos formas. Los partidarios de Thatcher recordarán su estilo agresivo; no hacer prisioneros, mantenerse firme ante los rivales, incluso dentro del propio partido. Los enemigos pensarán que define perfectamente a las políticas destructoras de esta mujer que arrasó muchas zonas del país y las convirtió en un erial económico.

El bolso como metáfora de Thatcher es un símbolo muy utilizado. Considerarlo una forma de agresión femenina es un detalle, no sé si sexista, pero sí bastante vulgar. Casi siempre aparece de forma que describía a la primera ministra como el único hombre de verdad en el Gabinete, una forma un tanto retorcida de culto a la personalidad. «El bolso que aterrorizaba a los ministros» es uno de esos titulares.

Lo cierto es que se cuenta que la entrada de Thatcher en una sala tenía algo de irrupción amenazante que acababa con el gesto de colocar el bolso sobre la mesa, no en el suelo.

Todas estas explicaciones freudianas del bolso vinieron muy bien para que los más thatcherianos de entre los thatcherianos vendieran su dimisión forzada por los principales dirigentes del partido como una especie de traición de ministros que no tenían lo que hay que tener para enfrentarse a ella a la cara.

Eso forma parte también de la mitología de Thatcher. Fue mucho menos una vendeta personal que un análisis frío sobre la previsible derrota de los tories si ella seguía al frente del Gobierno. La dimisión del apocado Geoffrey Howe, con un espectacular discurso de despedida en la Cámara de los Comunes, fue el detonante que desencadenó todo el proceso de sustitución. Y Howe no provocó la tormenta porque quisiera poner fin a ese sufrimiento sadomasoquista de verse dominado por la señora dominatrix del bolso, sino por discrepancias políticas profundas sobre la posición de Gran Bretaña en la Unión Europea y el terrible error de imponer a sangre y fuego el ‘poll tax’ en una sociedad que había perdido el miedo a la señora.

Luego está la parodia que, aunque no se corrresponda tanto con la realidad, es mucho más divertida. Me refiero a Spitting Image, claro. Esa Thatcher diciendo a la camarera cómo quiere el filete. ¿Y las verduras? (vegetables, verduras, pero también vegetales). «Ellos (por los ministros) tomarán lo mismo que yo».

Qué demonios. Otro vídeo mucho mejor. Thatcher como Alien.

Casi diría que Peter Brookes se quedó corto con la viñeta.

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3 respuestas a Armas de destrucción masiva, versión Thatcher

  1. Pingback: Terrorismo de Estado: Armas de destrucción masiva, versión Thatcher | Lejos del tiempo

  2. Yo creo que el más memorable es aquel en que ella entra en el baño de caballeros, hace lo propio (de pie) al lado de dos políticos y cuando se va uno de ellos comenta «cuando ella entra no puedo hacerlo» y el otro le contesta «sí, conozco esa sensación».

  3. neutrinus dijo:

    Una máxima de nuestros días es que una información, noticia, acontecimiento u hecho, no supera TRES jornadas, en NOTICION. Vosotros comentáis. Comento yo. Ellos publican, y después de este TIEMPO; ¡Hasta la vista!. Aunque son habas contadas, si quiero referenciar que el luctuoso lunes, algo bueno tenia: En un pequeño pueblo de Toledo, por la tarde, en un pequeño bar, unos vecinos soporíferos aguantaban en la TV, la trilla de Saritissima, sin pestañear. En una de las paredes DOS afiches marcaban, y mucho, ese BAR. Uno de AC/DC. otro de IRON MAIDEN. La Propuesta fue enterrar a la inglesa. El propietario lo vio. Con la rapidez del momento, Hells Bells. SONO! 200W Rms. trallaron el pequeño local. Los vecinos, cada cual en su posición, con rapidez se identifico, con ese sonido para la inglesa. Todos bebimos y nos reímos, el ambiente saboreaba esa genuina expresión: Hasta luego chusquera ya nos jodiste un montón!! Me permito contar esta pequeña vivencia con la que transmitir, que nuestro diá a diá no eta tan machacado. Y sin embargo si, necesita, un algo, ¿quizás un empujón? Ese Feijóo!Veamos.

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