Corea del Norte no despierta mucha confianza en el Ejército chino

kim militares

Las relaciones entre China y Corea del Norte son un asunto en el que la información que aparece en los medios de comunicación occidentales suele ser escasa, y no siempre precisa. Se da por hecho que los dos países son aliados y que Pekín no tiene más alternativa que sostener a Pyongyang por temor a un colapso del régimen del que saldría muy perjudicada. Una Corea reunificada bajo el control de Seúl supondría indirectamente una ventaja estratégica para EEUU en la zona que China no podría permitir.

Algunos de esos puntos parecen cuando menos discutibles si tenemos en cuenta las prioridades del Gobierno y Ejército chinos, como ha quedado de manifiesto con la publicación de un artículo firmado por un general retirado en la web oficial del Ejército (el texto, reseñado por el NYT, puede leerse aquí).

El teniente general Wang Hongguang refuta la opinión de otro artículo de un profesor chino y experto en Corea del Norte que había descrito lo que podríamos llamar la opinión más citada sobre las relaciones entre ambos países: comparten intereses ideológicos y estratégicos comunes, por lo que Pekín está obligada a asegurar la supervivencia del Gobierno de Kim Jong-un en caso de situación crítica.

Lo que es sorprendente, visto desde fuera, es que el general cuestiona la raíz de la argumentación del profesor. En primer lugar, niega que existan estos intereses comunes, no ya por la historia y las diferentes circunstancias económicas de cada país, sino en relación a uno de los asuntos más polémicos y que más preocupación causa en EEUU y Europa: el programa nuclear norcoreano. «La posesión por la RPDC (por las siglas del nombre oficial del país) de armas nucleares podría fomentar que Japón y Corea del Sur hicieran lo mismo. Si Rusia, China, Corea del Sur, la RPDC y Japón tuvieran armas nucleares en esa pequeña región que es el noreste de Asia, además de la sombra nuclear de EEUU, ¿habría alguna posibilidad de paz y estabilidad en esa región?».

No es sólo el futuro lo que preocupa al militar. En su artículo queda claro que en el pasado Pekín ha sufrido las consecuencias de la conducta temeraria de Pyongyang: «China tuvo que solucionar los problemas creadas por la RPDC demasiadas veces, pero no tiene por qué hacerlo en el futuro». En otras palabras, Corea del Norte es una carga para Pekín.

En este punto sólo podemos especular si la opinión de Wang es representativa de la visión del Gobierno chino sobre su problemático vecino. El general no es un militar cualquiera. En su etapa de mando, formó parte de la élite de mando. Su artículo había aparecido antes en otro medio, y la web oficial del Ejército decidió publicarlo después. No habría sido el caso, si fuera una opinión completamente minoritaria o irrelevante, aún menos si fuera considerada subversiva.

Wang no deja fuera el tema ideológico, señal de que cree tener la autoridad suficiente como para sentar doctrina para hablar de Corea del Norte de una forma que no es habitual en las opiniones públicas de dirigentes chinos. «De hecho, la RPDC abandonó hace tiempo el marxismo y el leninismo como principios guía de su pensamiento. No tiene nada en común ideológicamente con China, y no es un partido proletario ni un país socialista en sentido estricto».

Luego, recuerda que en 1980 el partido comunista norcoreano decidió que su única guía ideológica era el «pensamiento revolucionario de Kim Il-sung», y en 2013 invocó «el linaje del Monte Paekdu», que no es otra cosa que la dinastía de los Kim. No sin ironía, y sin una referencia de pasada al feudalismo, comenta que a diferencia del sistema de elección de altos cargos en China, Corea del Norte ha tenido «tres generaciones de líderes hereditarios». Obviamente, una monarquía poco tiene que ver con la ortodoxia marxista-leninista que el general defiende.

China debe mantener relaciones amistosas con sus países vecinos, dice el general, pero en absoluto tener una relación especial con Pyongyang, que además nunca acepta consejos de Pekín. Y si Corea del Norte se hundiera, sería su problema: «China no es un salvador, así que no podría salvar a la RPDC si realmente fuera a hundirse. Todo lo que China puede hacer es prepararse (para esa posibilidad). Incluso si el colapso de la RPDC afectara al noreste de China en algún aspecto, eso no podría alterar el camino de China hacia la modernización».

Es probable que las autoridades de Pekín no sean tan optimistas como el general sobre el impacto en China de un eventual hundimiento caótico de Corea del Norte, pero lo que no se puede negar es que conocen muy bien sus opiniones. En marzo, reclamó al Gobierno en un foro oficial que adoptara una actitud más firme contra Pyongyang tras una prueba de misiles que puso en peligro a un avión de pasajeros chino. En octubre de 2013 criticó al Gobierno norcoreano en otro artículo al conocerse que había reanudado su programa nuclear.

Wang es por tanto un crítico habitual del régimen de los Kim. Si el Gobierno chino, que controla con celo que las tendencias nacionalistas no condicionen por completo su política exterior y le hagan abandonar su cautela tradicional, admite que las opiniones del general retirado aparezcan en medios oficiales es porque representan una tendencia conocida y establecida en círculos militares desde hace mucho tiempo.

Me comentan, y es cierto, que en los nombres chinos el primero es el apellido y el segundo, el nombre. Por tanto, a diferencia de cómo aparecía antes, al referirse a Wang Hongguang sólo por el apellido, hay que usar Wang.

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