Damasco acaba con uno de los principales líderes insurgentes

alush

Con la muerte de Zahran al Alush, las fuerzas insurgentes sirias han sufrido otra derrota en su guerra contra el Gobierno de Asad, que definitivamente ha recuperado con la ayuda rusa la iniciativa que había perdido en el último año en el campo de batalla. Un ataque aéreo a un edificio donde se celebraba una reunión en la que participaban varios grupos eliminó a Al Alush, la pieza más codiciada y probable objetivo de la operación, por ser el líder de Jaysh al-Islam (Ejército del Islam), el grupo que controla desde los primeros momentos del levantamiento contra Asad los suburbios orientales de Damasco, en el distrito de Ghuta Oriental.

El Gobierno sirio afirma que fue su Fuerza Aérea quien llevó a cabo la operación, aunque la página web de Al Manar, propiedad de Hizbolá, informó inicialmente de que había sido realizado por aviones rusos e incluyó un vídeo del ataque.

Su grupo ya ha elegido un sustituto, pero todo el mundo coincide en que lo tendrá difícil para ocupar la misma posición con la que contaba Alush. Este era un caudillo, mejor dicho un señor de la guerra, que ostentaba un poder absoluto en Ghuta. De otra manera, no habría resistido tanto tiempo, a pesar de los numerosos bombardeos de la Fuerza Aérea siria en todos estos años. Lo hizo sofocando por la fuerza cualquier conato de resistencia contra su poder. Esa fue la principal razón por la que eliminó con violencia extrema el intento de fuerzas de ISIS de penetrar en Ghuta en 2014. Si bien en muchos artículos de prensa apareció como el líder insurgente más efectivo en la lucha contra ISIS, no cabe duda de que lo hacía para proteger su poder personal.

Por su ideología salafista, contaba con el pleno apoyo de Arabia Saudí, que lo había adoptado como su favorito entre los innumerables grupos insurgentes. Sus patrocinadores extranjeros se habían ocupado en el último año de intentar quitarle la etiqueta de yihadista para diferenciarlo de otros grupos, como ISIS o el Frente Al Nusra (vinculado a Al Qaeda). Esa campaña exigía olvidarse de sus manifestaciones públicas anteriores contra los chiíes y los alauitas, a los que dedicaba los mismos insultos habituales en la propaganda yihadista. En esos ataques reclamaba la limpieza étnica de los chiíes que viven en Damasco por considerarlos peores que infieles.

Eso fue en 2013. Fue también entonces cuando cuatro activistas de derechos humanos desaparecieron en Ghuta después de haber criticado en público la violencia ejercida por su grupo contra los disidentes. Alush negó estar implicado en esa desaparición, aunque no mostró mucho interés por localizar a las víctimas.

A partir de 2014, sus patrones saudíes comenzaron a convencerle de que cambiara de discurso para hacerlo más asumible por los países occidentales. En mayo de este año dio su primera entrevista a un medio norteamericano para dejar claro que su giro ya era completo. La misma persona que había elogiado antes a Osama bin Laden o a algunos dirigentes de Al Nusra y que había denunciado la idea de democracia ahora pedía para la futura Siria «un Gobierno tecnócrata» que representara a todos los sirios. Dijo que correspondía a los sirios elegir la forma de gobierno que desearan después de la guerra y que había que respetar los derechos de las minorías.

La moderación es un concepto muy relativo en tiempos de guerra. A principios de noviembre, dos días después de un ataque a un mercado de Duma en el que murieron decenas de personas, la milicia de Alush utilizó a un grupo de presos –hombres y mujeres, probablemente militares sirios y sus familiares, todos ellos alauitas– como escudos humanos de forma poco disimulada. Los metió en jaulas colocadas sobre camionetas que desfilaron por la ciudad. Otros presos fueron situados en azoteas.

No había ninguna intención de hacerlo de forma discreta. Se tomaron imágenes que se subieron a las redes sociales. Los dirigentes de Jaysh al-Islam no asumieron como propia esta acción pero es imposible que se hubiera realizado sin su consentimiento. Los promotores quedaron muy satisfechos de este espectáculo macabro porque dijeron luego que habían tenido así varios días sin bombardeos.

Jaysh al-Islam participó en la reunión de grupos de la oposición organizada en diciembre por el Gobierno saudí en Riad. Las esperanzas saudíes en que Washington acabara también por adoptarlo han quedado ahora reducidas a cenizas.

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