Jeb Bush tiene poco futuro

Jeb Bush ya está lo bastante preocupado por su situación en las primarias republicanas como para centrarse en algo que no le ha funcionado hasta ahora a nadie: centrar sus ataques en Donald Trump. El anuncio de arriba se basa en burlarse de la nula experiencia en política exterior del multimillonario. Big deal. Como si no lo supiera nadie.

Ese no es el principal activo de Trump ni la razón por la que encabeza los sondeos nacionales. Cierto candidato con un parentesco muy cercano a Jeb Bush demostró una similar falta de conocimientos sobre el tema en el año 2000, y eso no le perjudicó demasiado.

Incluso en un plantel numeroso de candidatos, el que Bush esté sólo en un dígito en las encuestas nacionales ya indica que la que parecía la candidatura más sólida para el establishment republicano tiene poco futuro a poco más de cien días del inicio oficial de las primarias con los caucus de Iowa. 14 candidatos parecen muchos, pero en realidad ocho de ellos podían quedarse en casa y casi nadie se enteraría. Los seis que cuentan son Trump, Carson, Rubio, Bush, Fiorina y Cruz.

Los sondeos nacionales tienen una importancia relativa a estas alturas. Los importantes, los que se refieren a los estados que inaugurarán la competición, no arrojan resultados mejores para el que fue gobernador de Florida. En New Hampshire, está a 16,6 puntos de Trump, según la media de sondeos de RCP. En Iowa, a una distancia parecida. En Carolina del Sur, aún más lejos. Todavía no se hacen tantas encuestas como para llegar a conclusiones sólidas, pero las que hay hacen poco probable que se pueda producir un duelo final Bush-Clinton que tenga un cierto aire a déjà vu.

Bush ya ha tenido que ejecutar la medida desesperada que hay que evitar para no atraer malas noticias en los medios: recortar los sueldos del personal de campaña. Como le ocurrió a Hillary Clinton en 2008, ha recaudado un montón de dinero, pero también ha gastado demasiado. Eso es señal de que ha derrochado con la falsa tranquilidad de creerse favorito o que ha tenido que gastar más de lo que tenía previsto.

Como Trump no tiene más ideología que una serie de recetas reaccionarias y simples, no tiene que preocuparse por no sobrepasar ciertos límites habitualmente respetados por los políticos republicanos. Eso y que su ego le obliga a pensar que sus ideas son imbatibles ante tanto mediocre dispuesto a acabar con él.

Ahora le ha dado por denunciar la incapacidad de George Bush de «mantener seguro» a EEUU en el 11S. Eso es un tipo de ataque habitual en EEUU desde posiciones nada conservadoras. Y es desde luego el tipo de comentario que hace que los comentaristas y tertulianos conservadores se lancen a la yugular de Trump. Lo cierto es que eso ya lo han hecho antes y las encuestas ni se han inmutado.

Evidentemente, después de que se monte la polémica, Trump no sólo no ha matizado sus palabras, sino que ha apretado el acelerador a fondo.

La carrera republicana continúa al mismo loco ritmo que hace unas semanas. Pasa el tiempo y continúan al frente dos personas que no son políticos profesionales, Trump y Carson, lo que puede hacer que se aglutine el voto progresista en el candidato demócrata con independencia de quien sea y que los votantes independientes se pongan a pensar si estarían lo bastante perturbados como para votar a esas personas para ser el presidente de la nación.

Bush era la opción segura, como lo fueron antes McCain y Romney, para que el establishment republicano pusiera fin a la diversión de las primarias. Ahora van a tener que rebuscar en el fondo de armario (Rubio, Fiorina) si no quieren acabar a merced de que encuentren algún cadáver en la residencia de los Clinton. Al ritmo que va Trump, es posible que necesiten más de uno.

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