La madre enfurecida y otras historias de Baltimore

Esta mujer de Baltimore se ha convertido en una de las protagonistas de los sucesos de los últimos días. Identificada como la madre del joven vestido todo de negro, le arrea varios golpes para sacarlo de la calle. Su lenguaje indica claramente que no va a admitir un no por respuesta (otras imágenes).

La alcaldesa de la ciudad había pedido a los padres que intentaran mantener a sus hijos dentro de los hogares. El senador republicano Rand Paul se había apresurado a culpar de los disturbios a los padres en una excusa que se repite con frecuencia en estos casos extremos. «Bad parenting», dicen, como si en una situación extrema los padres pudieran hacer la labor de policías. Cualquier cosa antes de fijarse en la conducta de las fuerzas de seguridad.

Si bien en las manifestaciones de protestas por la muerte de un joven negro a manos de la policía (otro caso más de un posible caso de violencia de una fuerza policial con una terrible reputación) habían participado personas de raza, edad y origen social diferentes, los que protagonizaron los enfrentamientos con la policía, los robos a tiendas y la quema de coches eran en su mayoría jóvenes. No es ninguna sorpresa que en una situación social explosiva, sean los más jóvenes los que decidan utilizar la violencia.

Lo llaman «rough ride» (un viaje duro). Consiste en dejar al detenido en la trasera de una furgoneta policial sin esposarlo ni fijarlo al banco o la pared, y conducir al vehículo a lo loco para que se golpee con las paredes. De su interior salió Freddie Gray con una lesión en la médula espinal que resultó ser mortal. El presidente del principal sindicato policial de la ciudad dice que nunca ha oído hablar de nada igual.

El jefe de la Policía de Baltimore no descarta que ese sea el motivo de las lesiones de Gray. Su departamento de policía ha tenido que pagar la increíble cantidad de 5,7 millones de dólares a más de cien personas sólo desde 2011 a causa de demandas de brutalidad policial.

La Policía hizo saber que dos bandas juveniles muy conocidas, los Bloods y los Crips, habían sellado un pacto de no agresión para centrarse en matar policías. No convocaron una rueda de prensa para desmentirlo (no es su estilo) pero sí dieron una entrevista a un reportero de un canal local para negarlo por completo.

Cuando en las imágenes se ve a jóvenes negros robando tiendas o prendiendo fuego a un edificio, las interpretaciones que se basan en circunstancias socioeconómicas tienen el problema de que quizá esos jóvenes estén robando sencillamente porque pueden hacerlo esa noche con relativa impunidad. ¿Pero entonces la explicación se limita a actos de violencia oportunistas en circunstancias favorables?

Ta-Nehisi Coates va más lejos y coloca el debate en otro nivel. Él es un observador muy agudo del frente racial en EEUU y no se suele cortar mucho. En estos casos, muchos esperan que él acepte la violencia como una respuesta legítima y otros que la condene por carecer de sentido o ser una agresión a la comunidad. Coates prefiere cambiar los términos de la discusión:

«Cuando se predica la no violencia como intento para escapar de las repercusiones de la brutalidad policial, se traiciona su sentido. Cuando la no violencia queda a mitad de camino en la guerra cuando el agresor pide un tiempo muerto, se convierte en un fraude. Cuando los representantes del Estado predican la no violencia mientras el Estado vuelca su violencia sobre los ciudadanos, se convierte en un engaño. Y nada de esto significa que los disturbios o la violencia sean «correctos» o «inteligentes», de la misma forma que un fuego en el bosque no es «correcto» o «inteligente». Esto no va de inteligencia. Esto va de falta de respeto. En este caso, falta de respecto a una ley y orden fracasados que a su vez suponen una falta de respeto a la comunidad».

Dicho de otra manera, si juegas con fuego, no te quejes si luego te quemas.

baltimore cifras

Algunas cifras de la situación económica del barrio de Baltimore donde vivía Gray.

Un reportaje de Al Jazeera America de 2012.

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