Por qué EEUU y Turquía están evitando una confrontación directa con Arabia Saudí

Las filtraciones turcas sobre lo que ocurrió en el consulado saudí de Estambul al poco de entrar Jamal Khashoggi en él han alcanzado niveles tan detallados como brutales. A partir de la grabación de audio obtenida por la vigilancia de la delegación diplomática, se ha sabido que el periodista fue asesinado a los pocos minutos.

El forense que acompañaba al equipo de verdugos, el doctor Salah al-Tubaigy, se ocupó después del cadáver con el tipo de sierra que se utiliza en una amputación en una operación quirúrgica o en una autopsia. Al-Tubaigy es el máximo responsable del Consejo de Forenses Científicos Saudíes y da clases en la principal facultad de Medicina del país. Su presencia en el equipo indica que el objetivo nunca fue el secuestro de Khashoggi para sacarlo de Turquía, sino su eliminación. Siempre iba a ser más fácil abandonar el país con varias bolsas que el consulado podía consignar como parte de la valija diplomática en los dos aviones que abandonaron Estambul ese mismo día.

La versión que han dado varios medios norteamericanos, probablemente a partir de fuentes de su país, es que los saudíes están dispuestos a admitir que Khashoggi murió en un interrogatorio no autorizado «que acabó mal», porque el objetivo era secuestrarlo para llevarlo contra su voluntad a Arabia Saudí. Es la forma de salvar la reputación del príncipe heredero Mohamed bin Salmán. La impresión que ha dado Donald Trump en sus declaraciones es que desea aceptar esa historia para salvaguardar su relación comercial con Riad.

El NYT ha identificado a varios de los miembros de la macabra delegación. Sus nombres ya aparecieron hace varios días en redes sociales –The Washington Post publicó además copias de sus pasaportes facilitadas por las autoridades turcas– basándose en su parecido con fotos ya publicadas, pero ahora el periódico los ha señalado sin ningún género de dudas. Uno de ellos acompañó a Bin Salmán en su visita a Madrid y París, así como a la realizada a EEUU. Varios formaban parte de la Guardia Real, el cuerpo policial que protege a los miembros más importantes de la familia real. Parece claro que MbS envió a sus guardaespaldas personales para que se hicieran cargo de la misión. NYT:

«Después de que fuera llevado al despacho del cónsul saudí, Mohamed al-Otaibi, los agentes capturaron casi de inmediato a Khashoggi y comenzaron a golpearle y torturarle, y finalmente le cortaron los dedos, según un alto cargo turco».

«Háganlo fuera. Me meterán en problemas», dijo el cónsul, según la grabación. «Si quieres seguir vivo cuando vuelvas a Arabia, cállate», le respondió uno de los agentes.

El mismo día en que el secretario de Estado, Mike Pompeo, visitó el país para reunirse sonriente con el príncipe heredero, los saudíes entregaron los 100 millones de dólares prometidos a Washington para financiar su despliegue militar en el norte de Siria y el gasto en infraestructura civil en la zona. A estas alturas, los saudíes no necesitan disimular. Saben que el dinero es el lenguaje que mejor entiende Trump.

En una entrevista con AP el martes, Trump dejó claro que había olvidado su idea de «un duro castigo» si se probaba el asesinato de Khashoggi. Comparó toda esta crisis con las acusaciones recibidas por el juez Kavanaugh durante su proceso de confirmación del nombramiento para el Tribunal Supremo: «Ya estamos con lo mismo. Eres culpable hasta que se pruebe que eres inocente. Ya pasamos por eso con el juez Kavanaugh, y él era inocente por lo que yo sé».

Ofreció el mismo mensaje en otra entrevista con Fox: «Así no les estamos haciendo daño (con sanciones). Nos hacemos daños a nosotros. Hay que ser inteligentes. No quiero perder unos contratos de 110.000 millones de dólares o de lo que sean. Hablamos de empleos. Lo que estoy haciendo es… tenemos una situación económica fantástica. Quiero que Boeing, Lockheed y Raytheon reciban esos contratos y contraten mucha gente para fabricar ese increíble material».

Una cuestión pendiente de resolver tiene que ver con las intenciones del Gobierno turco. Todas las filtraciones a medios del país o extranjeros, extremadamente detalladas, no se habrían producido sin el permiso de las autoridades. Los periódicos turcos que las han difundido están controlados por partidarios de Erdogan que nunca darían un paso así sin permiso del presidente.

Erdogan no ha querido lanzar una acusación pública contra Arabia Saudí por razones económicas. Los gobiernos de ambos países están en bandos opuestos desde hace tiempo. Erdogan ha apoyado a Qatar en su enfrentamiento con la familia real saudí. Turquía no puede permitir que otros países envíen de forma impune a escuadrones de la muerte a su territorio para eliminar a disidentes que han huido de países del Golfo Pérsico por su cercanía con los Hermanos Musulmanes o por ser críticos con la política de Bin Salmán.

Por otro lado, pretende evitar un choque directo con Riad. A pesar de las diferencias políticas, empresas públicas saudíes han hecho importantes inversiones en Turquía. Cada año, miles de adinerados turistas saudíes visitan el país para conocer los edificios y el legado artístico y religioso del imperio otomano. La difícil situación económica de Turquía no le permite despreciar esa fuente de ingresos. La mayor esperanza de Erdogan es que EEUU le ayude a solucionar el entuerto. La filtración de lo que ocurrió dentro del consulado es una forma de presionar a la Casa Blanca.

Inevitablemente, el petróleo también forma parte de la ecuación. Ya es exagerado afirmar que EEUU depende del crudo saudí. El hundimiento del precio del petróleo en 2014 se produjo precisamente porque Arabia Saudí quería impedir que las explotaciones de fracking en EEUU siguieran siendo tan rentables con el barril de Brent por encima de 100 dólares.

Pero una reacción airada saudí con el recorte de su producción tendría un efecto de consecuencias difíciles de predecir, ahora que EEUU quiere imponer sanciones a Irán que impidan a otros países comprar su petróleo. La segunda parte de esa estrategia pasa por que los saudíes aumenten su producción para compensar la salida del crudo iraní del mercado. Hoy el barril de Brent está a 80 dólares.

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