Putin es el modelo de Trump

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En un momento de máxima tensión entre EEUU y Rusia, el hombre que ocupará la Casa Blanca dentro de menos de un mes ha tenido la oportunidad de dar su opinión sobre un asunto tan delicado. ¿Dónde? En Twitter, cómo no. ¿Cómo? Elogiando a Putin, al que el Gobierno norteamericano acusa de utilizar a sus servicios de inteligencia para interferir en las elecciones.

No es la primera vez, ni será la última. Y como en las anteriores, periodistas y analistas se dividen entre los perplejos y los indignados. Mientras tanto, los congresistas republicanos –incluidos los que como Paul Ryan o John McCain han apoyado la expulsión de diplomáticos/espías rusos y que incluso piensan que la medida llega tarde– se preguntan qué hacer con el presidente al que ayudaron a alcanzar el poder. Tienen de tiempo hasta el 20 de enero.

Los críticos más enfurecidos acusan a Trump de «traición» en tono airado por colaborar con el que es en estos momentos el principal rival estratégico de EEUU en varios frentes. No utilizaron palabras tan gruesas cuando Trump apoyó los ataques de Netanyahu y del Gobierno israelí a Obama por no vetar la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU contra los asentamientos judíos en Cisjordania. Algunos las criticaron, pero no perdieron la cabeza. Con Israel, siempre hay un trato especial. Quizá la única diferencia es que Netanyahu conspiró contra los planes de Obama a plena luz del día, mientras que Putin prefiere utilizar métodos más discretos.

La Fundación Heritage, de ideología conservadora, también tiene al presidente ruso en mejor consideración. Fortaleza y consistencia son las virtudes que encuentra en Putin, lo contrario de lo que ve en Obama. Trump lo tendrá difícil con algunos senadores republicanos si quiere levantar las sanciones a Rusia, pero cuenta con que sus votantes no pongan problemas. Las encuestas dicen que no parecen muy alarmados por las denuncias contra Rusia.

Lo más alarmante para EEUU no es que Trump elogie a Putin en estos momentos, sino que lo admire sinceramente, que intente emularlo cuando llegue al poder para alcanzar su mismo estatus (por ejemplo, ser designado por Forbes la persona con más poder del mundo, como Putin que ha sido elegido por cuarto año consecutivo). Eso es más grave que el hecho de que no se crea las acusaciones de la CIA contra Moscú. Además, la CIA tiene una larga tradición de amoldarse a los deseos de los presidentes. No pasará mucho tiempo hasta que sus conclusiones se ajusten a lo que el presidente quiera escuchar.

Los sectores progresistas y políticos demócratas que confunden a Rusia con la URSS deberían preocuparse más por lo que Putin significa para Trump. Un líder autoritario que maneja el Parlamento a su antojo, que no tolera la disidencia cuando puede perjudicarle, y cuya legitimidad procede del deseo de devolver al país a su gloria de antaño. Alguien convencido de que todos los que no defienden su idea de nación son traidores al servicio de intereses extranjeros.

Make America Great Again, como decía en la campaña. Lo que Putin ha hecho con Rusia, pensará. Por eso, Trump elogia a Putin y por eso el presidente ruso de momento sólo ve al millonario como un alumno aventajado.

Matt Taibi escribe en Rolling Stone que algo huele a podrido en toda la historia de la implicación de los servicios de inteligencia rusos en el hackeo del Partido Demócrata y los emails de la campaña de Clinton. Básicamente, la denuncia del Gobierno norteamericano no se ha respaldado en público con pruebas irrefutables, y la mayoría de los medios norteamericanos la presenta como un hecho incontestable.

Sobre el libro citado en el artículo a cuenta del interés de la CIA por complacer a los presidentes: se trata de ‘Debriefing the President: The Interrogation of Saddam Hussein’. Su autor es John Nixon, analista de la CIA hasta 2011, que fue el primer miembro de la agencia que interrogó a Sadam Hussein y el que confirmó su identidad. Nixon argumenta que la prioridad absoluta de los analistas de la CIA es desde hace tiempo producir los informes no muy largos sobre los asuntos más urgentes que se leen en la Casa Blanca. El análisis a largo plazo para detectar amenazas futuras se ha abandonado. NYT:

«Los breves informes de la CIA con ya como ‘cocaína para los consumidores de información clasificada’ (como secreta), dice Nixon. Es como si el departamento de análisis de la CIA hubiera pasado de ser una facultad universitaria a una cadena de noticias.

La tendencia hacia informes de inteligencia de producción inmediata pero superficial, que otros antiguos analistas de la CIA han criticado en los últimos años, en especial desde el 11S, hace que la agencia sea más susceptible a la manipulación y politización, y a repetir los errores que hizo cuando llegó a la conclusión de que Sadam Hussein tenía armas de destrucción masiva».

Nada que sorprenda demasiado a los que leyeron el libro ‘Legado de cenizas’, de Tim Weiner, una historia nada heroica de la CIA.

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