Putin toma la iniciativa en Siria

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No cabe duda de que el Parlamento ruso es rápido en complacer los deseos de Putin. Después de un rápido debate, la Cámara Alta ha votado por 162 votos (y cero en contra) a favor de la autorización para que fuerzas militares rusas intervengan en la guerra de Siria. La luz verde está limitada a la Fuerza Aérea, como planteaba el Gobierno.

Unas horas después –los aviones rusos ya estaban en la provincia siria de Latakia–, se ha producido la primera oleada de ataques. Ha llamado la atención que esta campaña supuestamente dirigida a atacar objetivos del ISIS se haya iniciado en zonas donde no hay presencia confirmada de ese grupo yihadista. No es tan sorprendente si recordamos las palabras de Putin al referirse a los contendientes en Siria. Cuando el presidente ruso habla de los «grupos terroristas» no se refiere al ISIS, sino también a Al Nusra, que juró lealtad a Al Qaeda, y a todos los demás que combaten contra Asad. Para Putin, el de Asad es el Gobierno legítimo del país, y por tanto cualquier ayuda militar está justificada.

Estas son imágenes posteriores al ataque ruso sobre la localidad de Talbisa, en la provincia de Homs.

 

 

En estas imágenes tomadas en el hospital de Talbisa, se puede ver a varios heridos, casi todos hombres jóvenes, excepto un niño muerto.

A principios de septiembre, quedó claro que los rusos habían comenzado a aumentar su presencia militar en Siria. Ya contaban allí con una base naval en Tartús y procedieron a mejorar la infraestructura de una base aérea en Latakia y levantar edificios prefabricados para albergar a centenares de hombres. Rusia no intentó ocultarlo. Putin avisó de que siempre habían apoyado al Gobierno sirio con armamento y municiones, y que seguirían haciéndolo.

Rusia no va a renunciar a una relación estratégica con el régimen de Damasco que se remonta a varias décadas.

Da la impresión de que Washington no lo vio venir. En esos primeros días de septiembre aparecieron varios artículos en la prensa norteamericana, como este del NYT, en los que se tomaba nota de los pasos dados por Moscú, sin que las fuentes oficiales tuvieran una explicación clara sobre la intención última de Putin. Esa confusión procedía del hecho de que en los meses anteriores se habían publicado artículos, citando a fuentes oficiales, que especulaban con la posibilidad de que Rusia hubiera decidido abandonar a Asad a causa de los reveses militares sufridos sobre todo en el norte del país.

Lo que estaba ocurriendo era precisamente lo contrario. Moscú había decidido intervenir antes de que la posición de Asad fuera insostenible. El principal problema del régimen sirio es que cuenta con menos tropas que sus enemigos, pero reforzar su superioridad aérea limitará y mucho la capacidad de los insurgentes de concentrar sus efectivos para amenazar más ciudades en su camino hacia Damasco.

Una vez que hace más de 400 días EEUU iniciara su campaña de ataques aéreos a la zona controlada por ISIS tanto en Siria como Irak (32 civiles y 15 yihadistas han muerto en el último bombardeo este miércoles en Mosul), Rusia tenía vía libre para hacer lo mismo, con la salvedad de que no tendrá problemas para atacar a otros grupos que no sean ISIS. Por otro lado, al comienzo EEUU también bombardeó objetivos de Al Nusra con el argumento, nunca suficientemente probado, de que un grupo dentro de ese grupo planeaba realizar atentados en Occidente.

Menos credibilidad tenían las protestas del Gobierno saudí, que afirmó hace unas semanas que una mayor implicación rusa supondría «una escalada peligrosa», cuando Riad –además de Qatar– ha ayudado a los grupos insurgentes con dinero y armas.

Una explicación alternativa era que la decisión rusa de enviar sus aviones acaba con la idea de la imposición de una zona de exclusión aérea en el norte de Siria, una exigencia turca desde hace tiempo que EEUU hasta ahora no había apoyado. Moscú no iba a dejar que ocurriera con Siria lo mismo que pasó con Libia. Esa zona de exclusión acaba con la mayor ventaja que tiene un Gobierno contra un movimiento insurgente, el dominio de los cielos.

¿Era más probable ahora que Washington aceptara esa petición de Turquía? No lo sabemos, pero en los medios norteamericanos había algunos artículos que indicaban que EEUU la estaba considerando, y los rusos leen la prensa. Con los aviones rusos operando con facilidad en casi cualquier punto de Siria en favor del Gobierno, la idea de que se les pueda echar de allí se convierte en una fantasía.

La primera interpretación generalizada es que la intervención rusa refuerza a Asad. Hay otro punto de vista –optimista sobre el fin de la guerra– que consistiría en pensar que el fin de la incertidumbre sobre la supervivencia del régimen abre la posibilidad de que Rusia explore las opciones de un final negociado de la guerra en el que Asad abandone el poder, aunque no sea a corto plazo. Es una esperanza que no pasa de ser eso, ya que no se vislumbra que haya grupos insurgentes que estén dispuestos a coaligarse con los generales sirios para enfrentarse al ISIS, por mucho que Asad desaparezca de la ecuación. Una guerra civil que ha durado tantos años crea tendencias difíciles de revertir –el odio acumulado no desaparecerá fácilmente–, y eso es un obstáculo muy serio tanto para EEUU como para Rusia.

Lo que está claro es que Moscú lleva la iniciativa en las últimas semanas con un objetivo estratégico claro y medios suficientes para ejecutarlo. Ha llegado además a un acuerdo de inteligencia para compartir información sobre ISIS con los gobiernos sirio, iraní e iraquí (este último, aliado de EEUU).

Mientras tanto, a EEUU sólo le queda descubrir que el número insignificante de milicianos del FSA a los que había entrenado en Turquía se convierten en una fuerza irrelevante que se ve obligada a entregar armas y material al Frente Al Nusra a cambio de que les dejen moverse por Siria o que no les eliminen, o ambas cosas.

21.30

Al igual que el Pentágono, el Ministerio ruso de Defensa sabe que en televisión los comunicados no lucen también como las imágenes de los bombardeos en blanco y negro. Ya hay un vídeo oficial de los ataques:

La mayoría de los objetivos conocidos hasta ahora se encuentran en las provincias de Homs y Hama, no en la de Raqqa, controlada por el ISIS. Un portavoz de Putin ya ha dejado claro que no hay mucha preocupación sobre la identidad exacta de los grupos que sean atacados. Todos son ISIS o similar.

Los expertos citados por la cadena gubernamental rusa RT están confiados en que los ataques tengan una mayor efectividad que los llevados a cabo por EEUU y sus aliados. Se refieren a la presencia de fuerzas sobre el terreno, el Ejército sirio, que pueden ayudar a marcar los objetivos con las coordenadas exactas necesarias. Las fuerzas sirias están muy lejos de la provincia de Raqqa, el principal bastión del ISIS, pero eso no preocupa mucho al Gobierno porque las posibilidades que tienen estos yihadistas de alcanzar Damasco son muy reducidas. Por tanto, lo más probable es que veamos más ataques rusos en el eje que va desde Alepo e Idlib en el norte hasta Homs y Hama, más al sur, donde están los insurgentes que de verdad preocupan militarmente al Ejército sirio.

En Rusia, la Iglesia ortodoxa ya ha dado su visto bueno religioso a la campaña militar: se trata de una «guerra santa».

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