Un niño de Alepo entre otros muchos

the_national.750Otra foto de un niño sirio en las portadas e informativos de televisión de medio mundo. En Europa y en Oriente Medio. Otra vez decidimos que que esa imagen simboliza el dolor del pueblo sirio. Otra vez nos preguntamos cuánto tiempo estará ahí hasta que la olvidemos.

Sólo hay algo que hay que descartar. La imagen del niño Omran no está en todos los sitios porque sea difícil encontrar imágenes de la guerra siria o de la batalla de Alepo. Sí, es difícil, como también lo es verificar su origen. Pero hay disponibles muchas de esas fotografías, algunas insoportables, que aparecen todos los días, y algunas de ellas podrían ser utilizadas si se decidiera que es una prioridad contar lo que están sufriendo los civiles sirios.

El periodismo gestiona mal las noticias que repiten día tras día la misma historia. Entre otras cosas, tiende a ignorarlas pasado el tiempo porque su audiencia reacciona con desinterés a nada que se prolonguen durante meses, por no hablar de años. Sólo hay que ver lo que ha sucedido con la crisis de los refugiados en Europa. Suscitó el máximo interés en el verano de 2015. Ahora son muy pocos los que siguen leyendo esas historias. Estamos en un momento en que si encuentras uno de esos artículos es por pura insistencia de las personas que deciden publicarlos y por el trabajo de los periodistas que están sobre el terreno. Pocas veces, la audiencia responde.

Muchos de esos medios que han llevado a Omran a sus portadas continúan haciendo un seguimiento constante de la guerra siria. Otros sólo cuando una imagen les conmueve. Lo que sí es ridículo es despertar y reaccionar con la hipérbole ante una fotografía como la del niño de Alepo. No es «la imagen más cruel» de la guerra, como se escribió en una portada del viernes. A fin de cuentas, Omran sobrevivió con heridas leves. «No es un caso excepcional». Seguir de cerca las imágenes que salen de Alepo obliga a ser testigo de una sucesión de cadáveres de niños y otros que salen de los escombros de sus casas con heridas horribles que les marcarán para siempre.

Hablamos de niños y adultos que viven en ambos lados de la ciudad, porque los insurgentes disparan con morteros y piezas de artillería sobre la población del otro sector para responder a los bombardeos de la Fuerza Aérea siria o rusa con el mismo desprecio por la vida de los civiles. Pero son los que viven en el sector controlado por los insurgentes los que pagan el precio más alto por la superioridad aérea de las fuerzas del Gobierno.

Alepo es el máximo botín de la guerra. Ambos bandos creen que si la pierden, no podrán ganar. El Gobierno prefirió destruir gran parte de ella antes que permitir que sus enemigos la controlaran. Los insurgentes supieron que no podían ganar allí, pero se atrincheraron en una empresa imposible que convertía a los habitantes de esa zona en los rehenes de un esfuerzo inútil. Tanto para las fuerzas combatientes en Siria como para los gobiernos extranjeros que les apoyan, la prioridad ha sido siempre la victoria, no el fin de la guerra.

Quién sabe lo que pensará dentro de unos años Omran si sobrevive a esta guerra. No debería sorprendernos si nos hace responsables a todos.

Un reportaje de Channel 4 con imágenes tomadas hace unos días en Alepo.

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