Cómo Rajoy terminó hartando al PP

Lunes

Los dirigentes del PP se levantan algo groguis después de una noche de no mucho sueño. Puede que ya nadie hable del rescate, como dice Rajoy, pero los resultados indican que ya son muy pocos los que creen sus palabras. El partido ha perdido todas las mayorías absolutas en los parlamentos autonómicos y muchas grandes ciudades, empezando por Madrid. Sólo le ha sacado dos puntos al PSOE en las locales y se ha quedado en el 27%.

Esta vez la portada de ABC no sirve ni de placebo: «El PP gana por votos, pierde en poder». A los dirigentes les interesa obviamente lo segundo. Si esperaban una reacción de su líder que no fuera la línea de un encefalograma plano, por la tarde van a tener ración doble de la nada. Es el mismo hombre que tardó meses en nombrar a los candidatos porque no había que darse tanta prisa, ya que el PSOE no levantaba cabeza y Podemos se desinflaba (o eso decía él). Tranquilos, muchachos, está todo controlado. Y Floriano dirigirá la campaña. ¿Qué puede salir mal?

El lunes, el presidente da el mismo mensaje en la reunión del Comité Ejecutivo y en un acto posterior de carácter inaudito en él: una rueda de prensa. Rajoy se señala con el dedo, pero para autoproclamarse candidato para las generales y descarta cambios de calado: «Hemos ganado las elecciones y por tanto en ese asunto estoy muy cómodo y muy tranquilo». Los barones empiezan a mirar al techo.

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