La derrota del sector berlusconiano del PP y otros detalles de las elecciones

aguirre

Si hay un territorio berlusconiano en el PP está en Madrid. No ya por el control obsesivo de los medios de comunicación (incluso hay cadáveres exquisitos entre periodistas de derechas víctimas de la voracidad de Esperanza Aguirre), sino por la agitación de la bandera anticomunista, tal y como se hacía en los años 50.

Y resulta que quien jubila a Aguirre es una mujer que militó en el PCE cuando el PCE era el PCE. Eso no es justicia poética. Eso está en una dimensión paralela como si en un relato de Isaac Asimov Ray Bradbury alguien hubiera vuelto al pasado y no hubiera pisado una flor.

Movimientos sociales, la política de abajo a arriba, confluencias desde la base…, todo eso es cierto, pero la victoria de Manuela Carmena –aunque no en número de concejales– nos demuestra otra vez la importancia de los liderazgos. Esa relevancia no se basa en el mismo patrón en todos los partidos y todas las elecciones. Una jueza jubilada de 71 años a la que hubo que convencer para que diera el paso que, como admiten los que han estado con ella, está acostumbrada a  a dar órdenes, resultó ser el antídoto perfecto contra la agente política más despiadada del Partido Popular. Si Disney hiciera películas políticas (‘happy end’ incluido, claro) ya estarían trabajando en el guión.

rajoy

Lucía Méndez recuerda en el comienzo de su artículo la reunión que tuvo Rajoy con directores de grandes medios de comunicación hace unos meses (eso entra dentro de la esfera de encuentros privados del presidente… y de los directores). No hay que ser un genio para saber que el tipo no se entera de nada.

Los que antes eran populistas ahora son progresistas. Pedro Sánchez buscará acuerdos con otras fuerzas de izquierda para gobernar en varias comunidades. Cuando estás cerca del poder, los que te parecían despiadados bolivarianos pasan a ser socialdemócratas nórdicos con excelentes modales en la mesa.

Pablo Iglesias se alegra del éxito de las «candidaturas de unidad popular por las que apostamos» para las elecciones municipales, en especial en la ciudad de Madrid. «El caso del municipio de Madrid ha sido insólito pues ha mostrado la pasokización del PSOE en la capital de España», escribe.

Sí, se refiere a las elecciones municipales, ¿pero qué ha pasado en la ciudad de Madrid en las elecciones autonómicas? PSOE: 416.078 votos. Podemos: 286.973 votos.

Ya quisiera el Pasok haber tenido esos resultados en Atenas.

 

Este tuit me recuerda esa escena de ‘Austin Powers’ en la que la esposa de un «esbirro» fallecido del Doctor Maligno se queja de que nadie siente compasión por la fuerza laboral que trabaja para los malos. Lo mismo se ha comentado alguna vez a cuenta de los miles de funcionarios del Imperio que perecieron cuando estalló la Estrella de la Muerte.

Francamente, no dan ninguna pena.

Llega la era de los pactos, dicen los medios. Bueno, será si los partidos quieren. Albert Rivera ha dicho que «toca hacer política y hablar incluso con los que no piensan igual». ¿Cómo que incluso? No me extraña que la política vaya así cuando lo normal, lo que se espera de los dirigentes como Rivera es que se relacionen sólo con los que piensan como ellos.

Lo que más me gusta de esta excusa habitual que no excusa nada es que presupone que alguien es idiota. El votante por no entender lo que le dicen o el político por no explicarse mejor. En sus declaraciones públicas, los partidos inciden en lo segundo, pero cuando hablan con sus colegas están pensando en lo primero.

A veces la mejor explicación es la más simple: «La primera conclusión electoral es que la gente no es gilipollas. O no tanto como se piensan algunos».

Para los que no quieren que nunca cambie nada, siempre está el primer párrafo de este artículo del Financial Times: «In no particular order, the winners were: confusion, fragmentation and unpredictability». Por las mismas, lo mejor es una dictadura que sea eficaz en la supresión de los derechos: no será confusa ni fragmentada ni imprevisible. Otro éxito del FT.

 

Lógico, si los medios no hablaran de la corrupción, la corrupción no sería un problema en el PP. La gente como Hernando no cree que sea un problema que haya gente que robe, sino que alguien lo cuente.

¿Habrán dormido bien Florentino Pérez y Villar Mir?

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