La farsa de las elecciones egipcias

Las elecciones presidenciales egipcias no dejan mucho margen para la sorpresa. Son poco más que un espectáculo para que salga elegido el general Sisi. Sí es cierto que hay un candidato más, el progresista Hamdeen Sabahi, que ya se presentó a las anteriores elecciones presidenciales.

Como en cualquier régimen autoritario, en especial si ha salido de un golpe de Estado, las nuevas autoridades corren el peligro de confundir la realidad que han creado con sus acciones con la ‘otra’ realidad, lo que de verdad ocurre sobre el terreno.

Según una encuesta de Pew, no es cierta la idea, alentada por la propaganda oficial, de que toda la sociedad egipcia, atormentada por el caos del periodo de gobierno islamista, está detrás del exjefe del Ejército. Un 54% apoya a Sisi y un 43% tiene una opinión desfavorable sobre él. Y eso que aún no ha tomado posesión de un cargo que a buen seguro le va a desgastar desde el primer día.

La opinión sobre los partidos políticos, incluidos los Hermanos Musulmanes, y las instituciones ha sufrido un descenso considerable.

Los islamistas encajan una clara pérdida de adhesiones, pero aún mantienen el apoyo de un 38% de los encuestados. Como fuerza política, no han desaparecido, aunque les esperan muchos años de clandestinidad.

El sondeo revela una sociedad desencantada sobre la política. Su pesimismo y cinismo han vuelto a los niveles anteriores al derrocamiento de Mubarak. Unas elecciones que son un mero trámite no harán mucho para recuperar su fe en la democracia.

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