La jauría republicana en la Cámara fecal

La portada del New York Daily News es buena, pero falsa. La política en Washington es realmente un deporte de contacto, al estilo de la serie ‘House of Cards’, pero John Boehner no es ni de lejos el personaje de Kevin Spacey.

El presidente de la Cámara de Representantes es un tipo que se emociona con facilidad, llora con más frecuencia que una princesa rusa en mitad de la Revolución de Octubre, y tiene serios problemas para controlar a las jaurías de congresistas que quieren reventar por los aires y llevarse consigo la economía norteamericana y algún fragmento de la economía mundial.

Algunas frases indican hasta qué punto quieren llegar en su empeño por prolongar el cierre parcial del Gobierno federal. «No nos van a faltar al respeto. Tenemos que sacar algo de esto. Y ni siquiera sé lo que es», ha dicho Marlin Stutzman, congresista de Indiana. «Esto ya no es sólo por Obamacare». Michael Grimm, de Nueva York, que podría haber añadido ‘esta vez es personal’ como en las películas de acción con poco cerebro y muchos tiros.

Esta encuesta de CBS revela que la posición republicana en esta crisis recibe más críticas que la de los demócratas. Eso no preocupará demasiado a muchos congresistas republicanos individualmente. Su electorado natural en cada Estado puede ser favorable a mantener el pulso con Obama hasta el final. Los suyos son escaños definidos por el ‘gerrymandering’ para ofrecer garantías de que el titular goza de una posición inexpugnable. La única preocupación consiste en evitar un desafío desde el ala derecha durante las primarias del partido. Ser dialogante o buscar acuerdos con el otro partido es contraproducente. Ponerse un cinturón de explosivos y dar gritos en favor de la yihad son las cosas que fortalecen su dominio de la política local.

Es posible que los congresistas más radicales sean una minoría. Robert Costa, un periodista con buenas fuentes entre los republicanos, dice que son unos 30 o 40, aunque hay otros 50 o 60 muy cercanos a ellos y por tanto influenciables. Lo que ha ocurrido es «un colapso del poder institucional» de los republicanos:

«Cuando sacas a los congresistas de sus declaraciones habituales, llegas a una conclusión simple. No tienen que asumir las consecuencias por tomar decisiones radicales. Cuando les oyes hablar con sinceridad sobre su mayor victoria no se refieren a la de 2010 (que les dio el control de la Cámara de Representantes), sino a las legislativas de cada Estado en 2010, porque así pudieron retocar las circunscripciones para que tuvieran más votantes conservadores. Los congresistas reciben (en esta crisis) críticas de la prensa, pero no en sus distritos». 

La postura de Obama de negarse a cercenar la reforma sanitaria en cualquier negociación no es un inconveniente para esos republicanos. Es más, hasta les conviene porque así les será más fácil convencer a los periodistas de que se trata de un choque de trenes entre dos posiciones irreconciliables, y por tanto la culpa hay que repartirla al 50%.

«No se puede reclamar un rescate a cambio de mantener el Gobierno en funcionamiento», ha dicho Obama. «No se puede reclamar un rescate a cambio de mantener la economía en funcionamiento. No se puede reclamar un rescate a cambio de hacer tu trabajo».

Suena potente, pero el problema es que muchos de esos congresistas creen que su trabajo consiste precisamente en poner la pistola en la sien de la economía para convencer a Obama de que haga lo que ellos ordenan.

Boehner no tiene tanto coraje como para plantar cara desde ya mismo a los republicanos irreductibles. No cuando el cierre sólo lleva un par de días. Más adelante, es probable que si se acerca la fecha de la suspensión de pagos al no aprobarse el aumento del techo de deuda, Boehner dé el paso que le piden unos pocos congresistas moderados. Obama tendría que ofrecer algo, no en relación a Obamacare, sino a recortes del gasto público en otras áreas. Antes de llegar al borde del precipicio, Boehner detendrá el coche.

Este desde luego es el punto de vista optimista. Los hay que piensan que el acuerdo es más difícil que nunca porque a diferencia de otras ocasiones estamos ante un juego de suma cero. Todo lo que suponga una ganancia para un bando será una derrota para el otro. En ese caso, los 30 o 40 yihadistas republicanos estarán felices.

Definición de turd en el diccionario.

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9 respuestas a La jauría republicana en la Cámara fecal

  1. Rajoy Mariano es... FALSO dijo:

    Reflexionando sobre tu artículo se me han venido a la cabeza algunos elementos que pertenecen a eso que denominas «jauría yihadista» esparcidos por todo el mundo en puestos de poder… Es verdad que no son muy numerosos, pero si son los que controlan/manejan/dirigen los hilos del establishment… En este país, pasaron del fraquismo a la «democracía» con el alma limpia y los bolsillos llenos (y continúan), y en el resto de Europa, pues otro tanto de lo mismo (sólo hay que ver quiénes manejan el chiringuito de Bruselas, el BCE, etc…)
    Parece mentira que realmente siendo tan pocos tengan acogotados y sometidos al resto (a la mayoría).

  2. Julia Gómez Martín dijo:

    Lo de USA no tiene remedio, es como si en nuestro país estuviesen «disputando» la Ultra derecha y la «derecha civilizada»… Unos y otros están interesados en seguir en sus poltronas y lo demás son cartas de apoyo, no importan demasiado, lo único importante es el Poder y Las armas para doblegar al resto del mundo, y lo triste es que del reto del mundo solamente les interesa aquello que necesitan más y más…

  3. Dr. Pointer dijo:

    También es perfectamente posible, que para eso la Casa Blanca tiene acceso a los informes de los antiguos empleadores de Snowden, que este otoño sí sea el OTOÑO, y ante la debacle financiera que se viene encima resulta la mar de cómodo echarle la culpa a unos descerebrados y de paso deshacerse de ellos para siempre. Normalmente es para eso para lo que están.

  4. Ale dijo:

    @Julia:
    En España existe también esa lucha entre la derecha ‘civilizada’ y la carca, escenificada perfectamente en Madrid por el ya tradicional conflicto entre Aguirre, Gallardón, sus delfines y sus tiburones. En verdad la derecha carca española y sus think-tanks siguen atentamente a la estadounidense y los suyos y copian algunos de sus métodos para mantener la tensión, acaparar atención y sumar/mantener votantes. Un ejemplo claro es el conflicto permanente ante cuestiones como el aborto. Es casi como la fidelización de las empresas, donde se genera un espíritu de marca más allá de lo empresarial (en este caso político) para que el consumidor (votante) haga un compromiso personal y permanente con tu bando, más allá de decisiones racionales sobre hechos coyunturales.

  5. Antonio dijo:

    Me confieso adicto a los comentarios de Dr. Pointer. De hecho, últimamente hasta me salto lo que escribe Íñigo para irme directamente a leer lo que, seguro, él ya ha escrito. La luz…

  6. parvulesco dijo:

    «Lo de USA no tiene remedio, es como si en nuestro país estuviesen “disputando” la Ultra derecha y la “derecha civilizada”…»

    El PP y el PSOE? Laboristas y tories? El SPD y la CDU? Etcétera, etcétera, lo nunca visto.

  7. Silvein dijo:

    un politico se debe a sus votantes y no a lo que a ti te salga de los huevos! Si consideran que no deben seguir endeudandose (que quieres que acaben como en Japon con un 200% del Pib en deuda publica) pues bienvenido sea! y si para transigir los otros tienen que ceder con recortes de gasto pues tambien!

  8. galaico67 dijo:

    Antes de hablar de lo que te salga de los huevos, unos pequeños detalles:
    – La deuda les importa un huevo- en este momento- si se cargan el Obamacare. No estan en esto por la deuda
    – Los politicos se deben a sus votantes, pero para manifestar su preferencias están las votaciones en sede parlamentaria. En estos momentos Boehner tiene paralizada cualquier votación. Es lo que tiene ser el amo del scatergoris

  9. Aloe dijo:

    escenificada perfectamente en Madrid por el ya tradicional conflicto entre Aguirre, Gallardón, sus delfines y sus tiburones.
    Asombroso comentario, porque no sé a cual de los dos se le podría llamar moderado, no extremista, civilizado o políticamente leal.

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