La política británica comienza a afrontar el problema del acoso sexual en Westminster

Michael Fallon ha sido la primera víctima política en Reino Unido tras extenderse la idea de que los casos de acoso sexual conocidos por las denuncias contra Harvey Weinstein en EEUU iban a tener una continuación en Westminster. Era cuestión de tiempo, porque políticos y periodistas tenían claro que esas situaciones eran habituales en el Parlamento británico desde hace años, o mejor dicho décadas.

El ministro de Defensa presentó su dimisión en la tarde del miércoles con el argumento de que su conducta no había estado a la altura de lo exigido en alguien de su posición como responsable político de las Fuerzas Armadas.

«La cultura ha cambiado a lo largo de años. Lo que era, podría ser aceptable hace cinco o diez años, claramente no es aceptable ahora», dijo después en una entrevista en BBC. Empieza diciendo era (was) y de inmediato pasa a podría (might), no vaya a ser que la gente piense que él se dedicaba a ciertas cosas (es diputado desde 1997) porque por entonces a nadie le parecía mal propasarse con las mujeres con las que se relacionan profesionalmente los diputados en el Parlamento.

Lo cierto es que el único caso concreto y reconocido por Fallon ocurrió hace 15 años y se supo hace varios días. Colocó su mano varias veces en la rodilla de una periodista. Pidió disculpas, la primera ministra las aceptó y la periodista restó importancia al incidente.

Nadie dimite por una rodilla. Julia Hartley-Brewer ha dicho que si todo se debe a ese suceso, se trataría de la dimisión «más absurda y ridícula» de un ministro.  De momento, no han aparecido más informaciones concretas. Sólo comentarios de fuentes anónimas que indican que ese no fue un incidente aislado protagonizado por Fallon y que existen otros casos similares más graves que podrían aparecer en cualquier momento. Cabe la posibilidad de que la primera ministra preguntara a Fallon si estaba seguro de que no saldrían más denuncias y que este no pudiera garantizarle que eso no iba a ocurrir.

La noticia sobre Fallon, de 65 años, salió en portada de The Sun hace unos días. Antes había circulado en el Parlamento una lista con los nombres de 36 diputados tories acusados de comportamiento inapropiado con el personal femenino de la Cámara con distintos niveles de gravedad. Es significativo que la lista había sido realizada no por periodistas, sino por personas (asesores o personal administrativo) que trabajan para esos mismos diputados, que obviamente tenían que conocer bien a sus jefes.

La lista salió a la luz al principio con los nombres tachados, pero pronto empezaron a circular algunos de ellos. El escándalo ya no se podía ocultar. Un viceministro tuvo que confesar un incidente deplorable en el que ordenó a una asistente que comprara un vibrador en un sex-shop. La idea general era que terminarían surgiendo denuncias mucho más graves. En el Parlamento, Theresa May anunció que no habría ninguna tolerancia ante tales conductas y pidió al legislativo que ponga en marcha una autoridad independiente, como así se hizo, para que el personal de Westminster pueda denunciar esas conductas o delitos sin tener que pasar por su jefe.

La lista que circuló ha sido cuestionada, porque algunos de los citados han negado de forma tajante haberse comportado de esa manera y parece que en algunos casos de forma creíble. Pero nos encontramos ante la típica situación en que antes de que salgan pruebas sobre hechos graves los protagonistas de la historia ya admiten que no les sorprende en absoluto y que conocen casos similares a los conocidos.

A corto plazo, el mayor problema político para Theresa May es el caso de Damian Green, viceprimer ministro y probablemente su persona de mayor confianza en un Gobierno en el que varios pesos pesados dan por hecho que May no tiene mucho futuro. La primera ministra ha pedido que se investigue una denuncia contra Green de una joven –treinta años más joven– a la que se insinuó cuando esta le pidió consejo sobre cómo participar en política. Al igual que en el caso de Fallon, es muy posible que tengamos más noticias sobre Green.

La Cámara de los Comunes cuenta ahora con 208 diputadas sobre un total de 650. Eso supone un 31%, un porcentaje alto en términos históricos (eran sólo el 22% en una fecha tan cercana como 2010). Es el 21% entre los tories, el mayor grupo de la Cámara, y el 45% entre los laboristas.

En el ranking mundial del número de mujeres en parlamentos actualizado a septiembre de este año, el Reino Unido está situado en el puesto 40º.

La política británica ha continuado siendo en las últimas décadas un asunto masculino y el Parlamento de Westminster es lógicamente su epicentro. La diputada laborista Dianne Abbot dijo que hace 30 años, cuando fue elegida por primera vez, el trato a las mujeres era mucho más degradante que ahora, lo que no quiere decir que en la actualidad los políticos puedan servir de ejemplo en cuestiones de género. El encubrimiento de situaciones de acoso sexual era algo habitual, lo que hacía que pocas mujeres se atrevieran a plantear como mínimo una queja. Eso ha seguido ocurriendo y han tenido que ser las noticias producidas en EEUU a cuenta de un productor de cine las que hayan hecho ahora que se tomen medidas en Londres.

El escándalo de los gastos de los diputados ya reveló que los diputados tenían la conciencia de ser una élite privilegiada que no debía responder ante nadie sobre sus gastos y, en definitiva, su estilo de vida. Es fácil imaginar lo que supone eso en cuanto a las relaciones con mujeres que ocupan puestos subalternos en la Cámara. «¿Qué ocurre en este sitio, con 650 diputados de los que cerca de 500 son hombres, muchos de los cuales han ido a colegios privados, y con mucha gente que se cree que son un regalo del cielo de muy diferentes maneras? No lo sé», ha dicho la diputada laborista Dawn Butler.

No lo sé, en este caso, se acerca bastante a ya se lo puede imaginar.

Un ejemplo de lo que tenían que soportar las mujeres en los años 80. En una intervención de la diputada laborista Harriet Harman, un diputado tory le llama a gritos «vaca estúpida».

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Un final alternativo para la presidencia de Trump

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Siete pistas sobre el incierto futuro de Catalunya y España

La independencia como estado de ánimo

Hay dos requisitos necesarios para conseguir la independencia y separarse de un Estado. La primera es controlar un territorio, ser capaz de dictar el funcionamiento de la actividad social con independencia de lo que dicte la ley anterior. La segunda es obtener un reconocimiento internacional significativo, contar con aliados exteriores potentes con los que equilibrar las fuerzas. Ese segundo requisito sirve sobre todo para compensar las carencias del primero en el caso muy probable de que el Estado se decida a contraatacar.

La presunta república catalana ha fracasado en la consecución de esos dos objetivos en su primer fin de semana. Con intenciones distintas, lo habían avisado Artur Mas y Miquel Iceta. Si nadie reconoce tu independencia, eres como el árbol que se viene abajo en mitad de un bosque. Nadie te escucha. A menos que prendas fuego a todo el bosque.

¿Cómo van a crear los políticos independentistas un clima de insurrección general en las calles de Catalunya que obligue al Estado a imponer cada día una represión similar a la del 1-O cuando ellos mismos decidieron votar en urna para no tener que significarse en eso que todos llamaban un «momento histórico»? ¿Por qué los ciudadanos van a asumir un riesgo personal si sus representantes electos se escaquearon de esa manera?

Como han destacado algunos de sus partidarios en Twitter, ¿declaran la independencia y luego se van de fin de semana?

El 155 como fracaso colectivo

El 155 es una victoria del Gobierno central por la vía de los hechos. Subestimar el poder coercitivo del Estado contemporáneo en un país de Europa es un error que siempre se paga caro. Es también un fracaso de todo el sistema constitucional español puesto en marcha en 1978.

Nadie lo diría escuchando algunas de las reacciones de dirigentes del PP. El sector de los pirómanos –donde últimamente siempre está Pablo Casado, convencido de que es el mejor sitio para cimentar su carrera política– lo ve como una victoria, igual que las que se celebran en Cibeles.  Casado ya ha amenazado a otras potenciales autonomías insurrectas con el mismo castigo. La adicción al fuego como elemento purificador.

El 155 se incluyó como el botón rojo a disposición del Estado en caso de desastre inminente. El hecho de que no se desarrollara indica hasta qué punto era entonces, como lo ha sido durante décadas, un recurso de última instancia que no era muy inteligente utilizar. Como una bomba nuclear lanzada para destruir a un ejército que quiere tomar una ciudad al precio de matar también a los tuyos.

Por definición, es una herida autoinfligida. Eliminas las competencias que la Constitución concede a esa autonomía, en lo que es un elemento crucial del pacto constitucional del 78, y lo haces precisamente para defender esa Constitución. Una amputación que puede matar al paciente o dejarlo irreconocible.

Al no estar muy detallado en los textos legales, el 155 concede al Gobierno casi todo el poder que quiera ejercer. Por tanto, le adjudica toda la responsabilidad sobre sus consecuencias. Y es difícil que se pueda emplear más de una vez.

To be or not to be

Mariano Rajoy no eligió un 155 blando porque esa opción no existía, pero al menos limitó en el tiempo su aplicación. La convocatoria inmediata de elecciones contribuye mucho a desactivar la tensión. A fin de cuentas, lo que hace es dar comienzo a una campaña electoral y obligar a ERC y PDeCAT a dar un paso que no estaba en sus planes. Al menos, es el paso que Puigdemont no se atrevió a dar. Presentarse a las nuevas elecciones supone ahora reconocer la autoridad de la institución que las convoca.

¿Qué otra cosa pueden hacer? ¿Conceder la victoria a sus rivales políticos y confiar en que en cuatro años todo haya cambiado? Oriol Junqueras ya ha dicho que habrá que tomar decisiones  «que no serán siempre fáciles de entender». Concurrir a unas elecciones en un Estado extranjero es una de ellas, sin duda. Pretender que en realidad están participando en unas elecciones «constituyentes» terminará por convencer a sus partidarios de que esos políticos no viven en el mundo real.

El fetichismo de las urnas

Una convocatoria adelantada de elecciones supone trasladar a los ciudadanos la búsqueda de las soluciones que los políticos no han sabido encontrar. Que decidan los votantes, anuncian. Poco se puede alegar en contra de esta idea. Todos diríamos que es la más democrática. El problema es que las elecciones no son un gran mecanismo para resolver problemas políticos profundos que se remontan a años o décadas. Sólo son útiles, lo que no es poco, para dejar patente la voluntad del electorado. 

Si una determinada correlación de fuerzas ha provocado una crisis, las urnas podrían ofrecer un resultado similar. O un resultado diferente pero imposible de gestionar políticamente. 

Ya se vio en las elecciones de 2015 y 2016. El resultado supuso el fin del bipartidismo en España y un paisaje político muy diferente al anterior. ¿El desenlace? Otro Gobierno presidido por Mariano Rajoy. 

¿Tendrán los partidos catalanes un plan B en caso de que la medicina impartida por los votantes sea inútil para curar al enfermo? Poco probable, y si lo tienen, no lo revelarán en la campaña. 

El PSOE mira todo desde lejos

Pedro Sánchez se ha manejado en esta crisis con el mismo cuidado con que los puercoespines se aparean, por utilizar el chiste de costumbre. Varias comparecencias sin permitir preguntas de los periodistas y discursos en actos del partido. Ha dejado la primera línea de batalla al PSC y ha pactado con el PP la aplicación del 155. El argumento del PSOE es que ellos han colaborado con el Gobierno en aras de la estabilidad y del respeto a la Constitución. A partir de ahora, les toca hacer oposición y la responsabilidad de lo que ocurra corresponde a Rajoy y al Partido Popular.

En cierto modo, es lo mismo que sostenían Susana Díaz y la gestora del PSOE después de propiciar la reelección de Rajoy con su abstención. No les funcionó muy bien. Sánchez cuenta ahora con la ventaja de que el electorado socialista no le castigará por haber plantado cara a los independentistas catalanes. El mayor inconveniente es que si su discurso sobre Cataluña termina siendo indistinguible de la actuación del Gobierno corre el riesgo de acabar como el macho de mantis religiosa tras las inevitables labores reproductoras. Se sigue esperando la propuesta concreta que harán los socialistas a la Catalunya que quiere dar la espalda a España.

¿Podemos? ¿Cuál de todos?

Si el PSOE prefiere que sea el PSC el que asuma todos los riesgos, en Podemos la idea más extendida es: lo que diga Ada Colau. Y ahí empieza el problema, al menos fuera de Catalunya. La alcaldesa de Barcelona participó en el referéndum del 1-O porque, dijo, eso ya no iba sobre independencia, sino sobre el derecho a decidir y el rechazo a la actuación policial. Esa misma noche, los hechos le desmintieron en forma de discurso de Puigdemont. Todo esto siempre ha sido sobre la independencia. En eso, nadie puede acusar de deshonestos a ERC, el PDeCAT y la CUP.

El lema «ni 155 ni DUI» es fácil de explicar y de entender. El partido de Pablo Iglesias ha sido coherente en su defensa de un referéndum pactado, pero si hay algo que parece ahora lejos del alcance de todos es un pacto sobre esa cuestión.

Los dirigentes de Podemos saben que sus mensajes siempre han sido más agresivos en su denuncia de la actuación de Rajoy que de la de Puigdemont. No es seguro que sus votantes repartan las culpas con el mismo porcentaje. Desde luego,  Alberto Garzón ha hecho críticas a la motivación nacionalista de los independentistas más difíciles de escuchar en boca de dirigentes de Podemos. Capítulo aparte merece la corriente interna de Anticapitalistas, que ha saludado la proclamación de la «república catalana» como anticipo de los cambios que ellos apoyan. Unidos Podemos… hasta cierto punto.

Esta crisis pilla a Podemos en el peor momento posible cuando es complicado sostener que su partido en Cataluña existe como tal. Su secretario general allí es Albano-Dante Fachin, enfrentado desde hace meses a la dirección nacional. En la noche del domingo, el  Consejo Ciudadano Estatal  se ha impuesto sobre la dirección catalana para convocar una consulta entre sus bases. Con tal medida, ha cortocircuitado a Fachin que amagaba con la abstención en las elecciones de diciembre. 

Su marca electoral hasta ahora, la coalición Catalunya Sí que es Pot, se ha convertido en eso que los dirigentes de Podemos llamaban hace unos años la sopa de siglas que pretendían evitar. Todos se oponen a lo mismo. No está claro que todos defiendan lo mismo.

El futuro de Podemos en Cataluña  gira en torno al partido o coalición que va creciendo en torno a Ada Colau. Lo que nos lleva al comienzo. ¿Cuánto apoyo hay a la idea de plurinacionalidad fuera de Catalunya?

Los puentes

Todo esto comenzará a adquirir un cariz mucho más sombrío si empiezan a entrar políticos independentistas en la cárcel, y ya hay dos dentro en prisión preventiva por razones difíciles de entender. Es sencillo poner en marcha la maquinaria judicial a través de los fiscales. No tanto frenarla cuando queda claro que ese rodillo es la única esperanza que queda a los independentistas para sacar a la gente a la calle.

Esta crisis no se resolverá sin puentes entre las partes enfrentadas. De lo contrario, ya podemos acostumbrarnos a continuar así durante muchos años, con esporádicos intervalos de distensión.

Los puentes son lugares peligrosos en las guerras. Todos terminan disparando sobre ellos.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Nuestra idea de los extraterrestres procede de la imagen que tenemos de nosotros mismos.

Sergei Eisenstein y su reinvención de la revolución rusa.
–Los colores de Wes Anderson.
–Parece que el ser humano sí llegó a la Luna.
–Por qué andaba tan lento el monstruo de Frankenstein.
–Burger King se apunta a la paranoia de los payasos.
–Razones para leer ‘Ulises’, de James Joyce.
–Coches destrozados por badenes. Muchos badenes.
–La batalla del bosque de Teutoburgo, primer mito del nacionalismo alemán.
Quizá Mata-Hari fue una víctima de la propaganda francesa.
–La desaparición masiva de insectos es un mal augurio.
–La temperatura del permafrost en Alaska, otro motivo para preocuparse a causa del cambio climático.

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Bagdad cierra el cerco sobre los kurdos

El Gobierno kurdo ha hecho un último intento por frenar la ofensiva militar que Bagdad ha lanzado sobre el norte del país y en la que ya ha perdido la ciudad de Kirkuk. Ha propuesto un alto el fuego, la suspensión del resultado del referéndum por la independencia y el inicio de negociaciones. El llamamiento estaba condenado al fracaso y la primera reacción de Bagdad lo confirmó. Las operaciones militares continuarán hasta que el Gobierno iraquí consiga sus objetivos, y eso es una muy mala noticia para el Kurdistán iraquí.

Los kurdos están a punto de perder algo con lo que contaban de una manera u otra desde los tiempos de Sadam Hussein en 1991: el control de la frontera con Turquía. A partir de 2003, los kurdos aumentaron ese control, lo que se tradujo en mayores ingresos. Cuando se hicieron con Kirkuk y los campos petrolíferos de la provincia, los fondos se multiplicaron.

No parece que los iraquíes vayan a parar hasta llegar al puesto fronterizo de Fish-Khabur, en la zona por donde pasa el oleoducto que lleva a Turquía el petróleo que procede tanto de Kurdistán como de zonas controladas por el Gobierno iraquí. Es la llave del norte que dará un gran poder a aquel que pueda abrirla o cerrarla a su gusto.

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Más allá del campo de batalla, las cosas no pintan bien para el Gobierno kurdo de Barzani. Su viejo aliado ya está haciendo cuentas en su contra. El primer ministro iraquí estuvo este miércoles en Ankara para recibir todo el apoyo de Erdogan. Si los combates se intensifican, esta vez muy cerca de suelo turco, no parece que Erdogan vaya a poner inconvenientes. Podría cerrar la disputa rápidamente si cerrara por completo la frontera con Kurdistán. Supondría la asfixia económica para toda la zona norte del país.

Quizá no sea necesario llegar tan lejos. El viejo caudillo Barzani está a punto de abandonar la presidencia. El puesto quedará en manos de su clan familiar. Le sustituirá en el poder su sobrino, Nechirvan Barzani, actual primer ministro. No es que se vaya a convertir de inmediato en presidente, porque las elecciones presidenciales han sido retrasadas ocho meses por el Parlamento kurdo.

La política kurda es un asunto familiar para los Barzani. Mientras ellos se pongan de acuerdo, las cosas no irán a mayores. La democracia es un asunto relativo para ellos. Barzani tenía clausurado el Parlamento desde 2015 hasta que se reunió esta semana. En la calle, la situación no está mucho mejor. Los funcionarios sólo cobran como mucho la mitad de sus salarios desde hace tiempo.

Se dice que Nechirvan Barzani no estaba a favor del referéndum por considerarlo una iniciativa temeraria en la que los kurdos saldrían perdiendo por muchas papeletas que hubiera en las urnas. Eso fue precisamente lo que ocurrió. El viejo Barzani no le escuchó.

El plan más razonable es permitir que Bagdad controle la frontera con Turquía por primera vez desde los 90, y que ambos gobiernos compartan los ingresos de la exportación de petróleo en una zona que los kurdos habían monopolizado gracias a la ofensiva del ISIS en 2014. Ya no es sólo suya.

Sería una muy buena noticia para el futuro de Irak.

¿Y Estados Unidos? El secretario de Estado, Rex Tillerson, cometió esta semana un error de principiante. Exigir en público algo que no te pueden conocer. Tillerson reclamó al Gobierno iraquí que las «milicias iraníes» abandonen el país una vez que ISIS ha sido derrotado.

El problema es que esas milicias chiíes están compuestas en su gran mayoría por iraquíes. Y además Bagdad no va a renunciar ahora al apoyo militar iraní que le ha permitido recuperar Mosul y este mes Kirkuk. No es extraño que el Gobierno de Bagdad respondiera a Tillerson en un comunicado: no, gracias.

Los norteamericanos continúan acumulando derrotas políticas en Irak.

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Qué hacer una mujer iraquí cuando no puede salir de casa

Amany quedó encerrada en su casa durante 944 días en una ciudad iraquí ocupada por el ISIS. No quería tener que llevar el velo completo impuesto por los yihadistas a las mujeres. Dedicó ese tiempo a aprender idiomas. No tenía muchas opciones. Lo que importa es que decidió no rendirse.

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Un estado de excepción para Cataluña

En los últimos años, en la izquierda se ha extendido la idea de que el sistema político que comenzó con la Constitución de 1978 presenta un estado agonizante. Este sábado 21 de octubre, la derecha ha decidido sumar argumentos a esa idea por la vía de los hechos. El Gobierno de Mariano Rajoy ha suspendido la autonomía catalana con la aplicación del artículo 155, el cese del presidente de la Generalitat y de su Gobierno y la asunción por el Gobierno central de todas las competencias que el Estatut da a las instituciones catalanas.

No es sólo el Govern el que es decapitado por una medida que será ratificada por el Senado, donde el PP cuenta con mayoría absoluta. Hasta su disolución, el Parlament se quedará sin las competencias que tienen los legislativos en un sistema democrático. No podrá nombrar a un nuevo Govern y no podrá realizar las labores tradicionales de control del poder ejecutivo. El Gobierno central gobernará Cataluña y sólo el Congreso y el Senado pueden controlar sus acciones.

El 155 es un síntoma del fracaso del sistema político en esta crisis. Supone acabar con la autonomía catalana durante el tiempo en que esté en vigor el 155, y por tanto clausurar el pacto constitucional que se puso en marcha en 1978. Es cierto que los independentistas catalanes han dado sobradas muestras de que pretenden romper ese pacto y obtener la secesión de Cataluña. No es menos cierto que el 155 supone en la práctica un estado de excepción que cancela el reparto de poder territorial que hizo posible la actual Constitución.

Lo más grave no es la decisión en sí misma de invocar el 155 y convocar nuevas elecciones en Cataluña, sino las repercusiones que tendrá la medida en los próximos meses o años. Si hasta ahora se dice que la actual crisis tuvo como desencadenante los cambios impuestos en el Estatut por el Tribunal Constitucional, sería estúpido pretender que lo ocurrido ahora tenga menos influencia. El legado del 155 nos perseguirá durante mucho tiempo.

Ante un desafío político de la máxima gravedad, el Gobierno ha optado por utilizar al fiscal general del Estado como ariete con el objetivo de amenazar con la prisión y aplicarla en el caso de los dos principales líderes de la movilización independentista. Siempre que la tensión política ha aumentado al límite, el fiscal general Maza ha filtrado a los medios de comunicación su intención de utilizar los delitos de sedición, primero, y después de rebelión para ir contra los responsables de un desafío que es obviamente político. Como dijo Manuela Carmena, «el Derecho penal no cambia ideas». Su aplicación ciega puede tener como consecuencia hacer más populares las ideas que se quieren perseguir.

En una democracia al final siempre están las urnas esperándote y nada podrá hacerse contra la voluntad de los ciudadanos catalanes. De ellos depende el desenlace de los acontecimientos de los que somos testigos estos días. Hay una cosa que está bastante clara. Dentro de seis meses, el Partido Popular seguirá siendo la quinta fuerza del Parlament (y no es la sexta porque la coalición Junts pel Sí engloba a dos partidos). La legitimidad del Estado se habrá visto seriamente mermada por la situación actual. El discurso de los independentistas se verá reforzado, porque al otro lado habrá un Gobierno que sostendrá que el autogobierno catalán no se ha visto afectado por el hecho de que Cataluña sea gobernada desde Madrid. Esto último es precisamente lo que el pacto constitucional del 78 pretendía evitar.

El mismo Gobierno que prometió que no habría urnas en la consulta del 1 de octubre y que luego lanzó a policías y guardias civiles a que golpearan con saña a los que querían entregar su papeleta –ensuciando la reputación de España en Europa– ahora nos quiere convencer de que la aplicación del artículo 155 servirá para «recuperar la convivencia», en palabras de Rajoy. Los que se han sido incapaces de hilar un discurso positivo para ganarse la confianza de los catalanes ahora se harán con el control de Tv3 y Catalunya Radio para garantizar que ofrezcan «una información veraz objetiva y equilibrada».

Si la unidad de España depende de ellos, hay motivos para temer lo peor.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Una lista con los grandes directores de fotografía del cine.

–La cámara de David Fincher siempre está en movimiento.
Persecuciones de coches en el cine de los 80.
–Qué sería del cine sin los gadgets.
–Cómo se elabora el ranking de Rotten Tomatoes.
–‘La momia’ es un caso de cómo las secuelas están destruyendo los guiones.
–Ryan Gosling tiene un problema con la fuente Papyrus (SNL).
Blue Planet II, una secuela que necesitábamos.
–Emmanuel Carrère pasa una semana cerca de Macron.
–Los premios del Wildlife Photographer of the Year.
–¿Es el universo una simulación?
–Un satélite lanzado en 1958 aún está por ahí arriba.

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Los kurdos pagan un alto precio en Kirkuk por el error del referéndum

No pasó mucho tiempo desde la invasión de Irak en 2003 cuando se empezó a hablar de la cuestión de Kirkuk. La mayoría de los artículos destacaba tres cosas: los kurdos nunca renunciarían a ella, el Gobierno iraquí nunca renunciaría a ella, y la ciudad era considerada el Jerusalén de los kurdos. Las dos primeras revelaban un conflicto sin solución. La tercera, que más tarde o más temprano habría sangre.

Como otras muchas zonas de Oriente Medio, la zona tenía más historia de la que podía absorber. Kurdos, turcomenos, árabes y asirios creían tener credenciales de sobra para defender su control de Kirkuk. Todas ellas se remontaban a varios siglos atrás. Cuando el reparto de los despojos del imperio turco por británicos y franceses asignó la antigua provincia de Kirkuk al nuevo Estado iraquí, se inició una disputa que no iba a tener fin.

A pesar de todo ese pasado histórico y de la inestabilidad permanente en que vivió Irak desde 2003, incluida una guerra civil entre suníes y chiíes en 2006 y 2007 de consecuencias atroces, nadie movió ficha en relación a Kirkuk a lo largo de esos años, más allá de amenazas y declaraciones públicas que dejaban claro que el conflicto no estaba cerrado.

El Gobierno central dominaba Kirkuk en teoría, pero nadie sabía por cuánto tiempo. Mientras los norteamericanos ocuparon Irak, mantuvieron controlados a los kurdos iraquíes, que por lo demás vivían el mejor momento de su historia reciente, una situación que los medios definían como de semiindependencia (con un semi muy pequeño). Mientras el resto de Irak estaba bañado en sangre, los kurdos vivían una relativa calma sin más perturbación que los periódicos enfrentamientos con Bagdad a cuenta de los ingresos del petróleo.

Una de las razones de esa prosperidad kurda, también en el plano económico, eran las buenas relaciones del Gobierno kurdo, dirigido por el clan de Masud Barzani, con el turco. Contra lo que pueda pensar mucha gente, la solidaridad entre kurdos iraquíes y turcos era escasa, por no decir inexistente. Para Barzani, era mucho más importante que Turquía garantizara una frontera suave para los intercambios económicos entre ambos lados. Desde el punto de vista de los intereses de los kurdos iraquíes, eso tenía todo el sentido del mundo.

La solidaridad entre kurdos es un concepto relativo, también dentro de Irak. Frente al movimiento de Barzani, que no era realmente un partido político al uso, estaba el partido de Yalal Talabani (fallecido el 3 de octubre). Talabani, marxista y maoísta en sus orígenes -tradujo al kurdo varias obras del líder chino–, tenía su base de apoyo en la provincia de Suleimanía, mientras que Barzani controlaba Erbil y Dohuk.

En 1994, las milicias de ambos caudillos se enfrentaron en una guerra civil en la que hubo miles de muertos durante tres años. La derrota de Sadam Hussein en la guerra del Golfo y la zona de exclusión aérea impuesta por EEUU en el norte habían liberado a los kurdos del poder de Bagdad. Utilizaron ese regalo para enfrentarse entre ellos por el dominio de todo el Kurdistán iraquí, que empezaba por el control del lucrativo contrabando de petróleo con destino a Turquía.

Los de Barzani jugaban con la ventaja de dominar las zonas fronterizas con ese país, por lo que Talabani formalizó entonces una alianza con el Gobierno iraní. Ante la posibilidad de verse rodeado por ambos rivales, Barzani llegó a un pacto con Sadam Hussein que permitió la llegada al norte de las tropas iraquíes para acabar con las fuerzas de Talabani. La matanza de kurdos ejecutada por Sadam unos años antes, incluido el ataque con armas químicas sobre Halabya, no suponía ningún obstáculo moral o político para Barzani. En el juego de alianzas, los kurdos iraquíes son capaces de aliarse con sus enemigos si eso les sirve para sus intereses inmediatos.

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Un soldado iraquí retira una bandera kurda en una plaza de Kirkuk.

Una década después de la invasión de Irak por EEUU, se abrió una oportunidad inesperada para los kurdos, y esta vez parecía que las viejas rivalidades no tenían que ser un obstáculo. Todo cambió con un hecho que nadie esperaba ni en Bagdad ni en el norte. Los yihadistas del ISIS se hicieron con el control de Mosul gracias a la desbandada del Ejército iraquí.

Un hecho que todo el mundo definió como una catástrofe era para Barzani un regalo inesperado del que había que sacar beneficio. Envió a los peshmergas para que entraran en Kirkuk. La razón que se dio es que era la única manera de impedir que Estado Islámico avanzara hacia allí aprovechando la desaparición del poder iraquí en el norte. No fue un argumento muy creíble a ojos de Bagdad.

Hasta entonces, se consideraba que el más mínimo avance kurdo hacia Kirkuk provocaría una guerra con Bagdad. Ningún gobernante iraquí sobreviviría mucho tiempo si permitía a los kurdos dominar esa ciudad. Pero la irrupción del ISIS hizo que lo que parecía imposible, o altamente improbable, se convirtiera en realidad en cuestión de días.

La decisión de iniciar una guerra saltaba al otro lado. Era Bagdad quien debía arriesgarse a desencadenar un conflicto que tampoco convenía a EEUU y que no era una prioridad para Irán. Antes había que acabar con ISIS en Ramadi, Tigrit y Mosul. Era una campaña de dimensiones gigantescas que garantizaba a los kurdos varios años de control de Kirkuk.

Esa ofensiva culminó con éxito y por tanto la cuestión de Kirkuk volvía a estar sobre la mesa. Barzani, ya con 71 años, pretendía zanjar el debate y convertirse en una leyenda para sus compatriotas con la convocatoria de un referéndum de independencia que tenía garantizada la victoria del ‘sí’. Fue una apuesta a todo o nada y muy pronto se vio que el desenlace era la nada. Un gran error por no haber sido consciente de que la alianza militar entre los gobiernos iraquí e iraní daba esta vez a Bagdad una ventaja definitiva. EEUU había rechazado el referéndum, lo que daba a entender que no intervendría en caso de una reacción militar de los iraquíes. Y hace tiempo que la influencia norteamericana en Irak es muy limitada.

La capacidad militar de los peshmergas kurdos en Irak siempre ha estado sobrevalorada en los medios occidentales. Incluso así, se esperaba que pudieran oponer algún tipo de resistencia. La ofensiva del Ejército duró unas horas y fue suficiente. En sólo un día, ocuparon los centros neurálgicos de Kirkuk.

Para que eso fuera posible, tuvo que producirse un hecho muy similar a los conflictos internos del pasado. Los milicianos del partido de Talabani dejaron pasar sin luchar a los soldados iraquíes, entre los que estaban combatientes de las milicias chiíes entrenadas y dirigidas por Irán. Miles de kurdos huyeron por la carretera camino de Erbil. En menos de un día, Kirkuk volvió a pasar a manos del Gobierno central. Y también, desde luego, los campos petrolíferos de la provincia, así como varias localidades de las cercanas provincias de Diyala y Nínive, también controladas por el Gobierno kurdo.

Los peshmergas tuvieron que empezar a cavar trincheras y levantar protecciones a 40 kilómetros al norte de la ciudad que acababan de perder. Por un momento, parecía que las tropas iraquíes podían llegar a continuar hasta ocupar todo el Kurdistán iraquí, pero era una falsa alarma. El símbolo de Kirkuk y el petróleo eran ya un botín suficiente.

Los cinco campos petrolíferos de la provincia que Barzani obtuvo en 2014 aprovechando el caos ocasionado por el avance del ISIS volvieron a manos de Bagdad. Ahora su Gobierno tiene serios problemas para financiar su Administración. Esos campos producían 400.000 de los 650.000 barriles diarios de crudo que los kurdos exportaban hasta ahora. Ni siquiera eso impidió que en los dos últimos años los funcionarios kurdos recibieran a tiempo sus salarios.

La pérdida de Kirkuk para los kurdos ha sido recibida con el silencio en casi todo el mundo. Barzani consideraba el referéndum una forma de conseguir una baza negociadora imbatible frente a Bagdad. Una forma de cargarse de razones democráticas que otros países no podrían refutar. Hay que suponer que estaba pensando en EEUU y los países europeos, lo que es un error difícil de creer. Para Washington, cualquier cuestión sobre el futuro de Irak pasa por impedir a toda costa una división entre iraquíes que pueda beneficiar a ISIS. Para conseguir eso, incluso se ha visto forzada a permitir el creciente protagonismo militar iraní en Irak.

El referéndum era un intento arriesgado de convertir en irreversibles las ganancias territoriales de los últimos años. Lo único que ha provocado es que los kurdos hayan vuelto a la situación anterior a 2014, hayan perdido Kirkuk quizá para siempre y estén en una situación económica mucho peor que la anterior.

Foto superior: policías iraquíes pisan la bandera kurda en un antiguo cuartel de los peshmergas en Kirkuk.

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Cosas que hacer en sábado cuando no estás muerto

Ridley Scott explica cuál es su escena favorita de ‘Blade Runner’.

–Harrison Ford y Ridley Scott aún discuten si Deckard era un replicante en la primera película (obviamente, spoilers).
–El origen del nombre ‘Blade Runner’ no tiene nada que ver con Philip K. Dick.
–‘Blade Runner’, la construcción del ‘noir’ futurista.
–La novela era muy diferente.
–En Honest Trailers le hacen el tratamiento salvaje a ‘Blade Runner’.

‘Stranger Things’ ordeñó bien el terror de los 80.
‘Hijos de los hombres’ y ‘Logan’ tienen puntos en común.
–La Masterclass de stand-up comedy de Jabba the Hutt.
Algunos consejos para sobrevivir al fin del mundo.
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