Retrato de dos grupos insurgentes sirios (o por qué la guerra va a continuar)

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El inicio de conversaciones promovidas por los países occidentales y del Golfo y toleradas por Rusia para acabar con la guerra de Siria ha suscitado algunas especulaciones sin fundamento sobre la posibilidad de un alto el fuego, o al menos que sean valoradas como un indicio prometedor. Nada de lo que ocurre sobre el terreno concede motivos para ser optimista sobre el fin de la guerra.

En una entrevista, Hassan Hassan (coautor de ‘ISIS: Inside the Army of Terror’) intenta explicar por qué algunas de las opiniones que circulan en los medios tienen pocos visos de cumplirse. Por ejemplo, la posibilidad de promover un alto el fuego sin contar con el Frente Al Nusra (vinculado a Al Qaeda):

«Al Nusra está luchando contra el Gobierno de Asad, y de forma discreta está consiguiendo controlar tanto Idlib como Alepo (las dos provincias del norte del país), especialmente desde la intervención rusa. Han conseguido muchos progresos desde marzo y este año se han hecho con Alepo colocándose como el grupo imprescindible (lo llama en inglés ‘kingmaker’). Después de la intervención rusa, está claro que están intentando replicar el escenario de Idlib en Alepo. Poco a poco, Al Nusra se ha convertido en la fuerza dominante en la zona. Eso es un cambio muy importante, teniendo en cuenta que las fuerzas rebeldes nacionalistas habían dominado siempre Alepo. Algunas de ellas podían ser islamistas, pero todavía estaban comprometidas con Siria» (no con una yihad global).

Según Hassan, esta preponderancia de Al Nusra es preocupante en la medida en que consiga convencer a muchos sirios de que su lucha no debe limitarse a Siria, que no se trata de gobernar en Damasco, sino que esta guerra es sólo el primer capítulo en la lucha mucho más amplia. Su gran baza:

«Al Nusra es parte de las fuerzas antiAsad y ha estado colaborando con otras de esas fuerzas durante mucho tiempo. La mayoría de las victorias contra el Gobierno de Asad han sido obtenidas con el apoyo de Al Nusra. No debería sorprender a nadie. Por tanto, cuando se empieza a hablar acerca de la posibilidad de establecer un alto el fuego, ¿quién lo aplicará?

Las conversaciones de Viena buscan que el Gobierno de Asad y la oposición acuerden un alto el fuego con la ayuda de la comunidad internacional. Entonces, digamos que el Ejército Libre de Siria (FSA) acepta decir ‘OK, podemos hacerlo’. Pero ellos no controlan por completo ninguna zona. Al Nusra opera en todas las zonas en las que está el FSA. El Gobierno de Asad no puede ignorar a Al Nusra, y las conversaciones de Viena establecen claramente que cualquier alto el fuego no implicará a Al Nusra o ISIS. El plan establecido en Viena no tiene ninguna influencia sobre el terreno y se contradice a sí mismo. Si el alto el fuego no incluye a Al Nusra, y Al Nusra controla u opera en la mayoría de las zonas en las que quieren establecer el alto el fuego… entonces es un Catch-22″.

Por eso, Hassan no cree que las negociaciones iniciadas en Viena tengan mucho futuro en la medida en que no tienen ninguna relación con la realidad actual de la guerra. Y pasa a comentar las posibilidades de que otro grupo armado, Ahrar al-Sham, juegue un papel relevante en favor del fin de la guerra. Improbable.

«Dado que es apoyada por países extranjeros, Turquía y Qatar, Ahrar al-Sham estaría más dispuesta a aceptar algún compromiso en algún momento. Pero en primer lugar, este tipo de acuerdo dejaría a Ahrar al-Sham sin apoyo en algunos círculos (probablemente, los más radicales), que tienen el potencial de restar fuerza a Ahrar al-Sham (esto es casi un eufemismo, no hay que descartar que grupos como Al Nusra puedan finiquitar a Al Sham, como han hecho con otros). En segundo lugar, Ahrar al-Sham podría aceptar algunas cosas en teoría, pero eso no se corresponde con su conducta sobre el terreno. Y en tercer lugar, crearía divisiones entre ellos y otros grupos. No es probable que Ahrar al-Sham acepte una solución a menos que permita eliminar a Basar Al Asad y a su Gobierno».

Ahrar al-Sham suele ser definido como islamista, no yihadista. Afirma que su lucha es sólo por la liberación de Siria en la que quieren crear un «Estado islámico», con independencia de lo que signifique eso, no por una yihad global. Pero cuando murió el mulá Omar, jefe de los talibanes afganos, difundió un mensaje de condolencia. Y está aliado con Al Nusra en el norte en una coalición a la que llaman Ejército de Conquista y que en el último año ha derrotado al Ejército sirio en la provincia de Idlib y amenazado a la provincia costera de Latakia, uno de los factores que ha propiciado la intervención rusa.

Se habla mucho últimamente de Al Sham ante la esperanza de encontrar un grupo que sea islamista, pero no yihadista, que quiera derrocar a Asad pero esté dispuesto a aceptar una solución negociada y no lo apueste todo a una derrota total del régimen de Damasco, algo que se contradice con sus las declaraciones públicas de sus dirigentes. En otras palabras, buscar un ‘caballero blanco’ que pueda luchar contra ISIS pero que no haya prestado juramento de lealtad a Al Qaeda, como hizo Al Nusra.

Al Sham no cumple esas características. Lo que es indudable es que cuenta con fondos cuantiosos, procedente de estados extranjeros.

«Si Ahrar al-Sham quiere lanzar un ataque en Idlib contra el Gobierno de Asad, contratan a gente, contratan a 1.000 o 2.000 combatientes y les pagan por luchar en una determinada batalla, durante, pongamos, un mes. Si alguien muere, se ocupan de su familias y cosas así. Tienen la capacidad de movilizar un alto número de fuerzas siempre que quieren.

Pero en términos de tamaño tienen una estructura pequeña y disciplinada. El dinero, la logística, la profundidad territorial, la información… todo se lo facilitan Turquía y Qatar. Por eso, Ahrar al-Sham parece tan fuerte para la gente fuera de Siria. Hemos oído a diplomáticos turcos y qataríes en reuniones privadas presentarlos como una fuerza potente y viable. Pero eso es engañoso.

El contexto lo es todo. Tenemos que comprender por qué Ahrar al-Sham parece tan fuerte. Si su ideología fuera popular o el grupo lo fuera, lo sería también en otras zonas de Siria, no sólo en una región concreta cercana a la frontera turca».

No resulta demasiado especulativo pensar que la mayor oportunidad de reclutar a Al Sham para los intentos internacionales de promover un alto el fuego como fase previa a una negociación más ambiciosa pasaría por que turcos, qataríes y probablemente saudíes utilizaran el suministro de fondos para presionar al grupo. Sin dinero, Al Sham no podría estar a la altura de Al Nusra en las operaciones militares contra el Ejército y correría el peligro de convertirse en irrelevante y conceder a sus socios yihadistas el monopolio de la lucha contra Asad en el norte. Pero si ese grupo acepta esa supuesta presión, sus apoyos internacionales pensarían que sólo estarían fortaleciendo por un lado a Al Qaeda y por otro a Asad. Es algo que no está en absoluto en sus prioridades. En cierto modo, es otro Catch-22.

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