Asedio por hambre de la ciudad siria de Madaya

La pieza de Channel 4 es una de las aparecidas esta semana en los medios en relación al sitio de la ciudad siria de Madaya, rodeada por fuerzas gubernamentales y a la que no llega comida ni suministros médicos desde octubre. Fue en agosto de 2015 cuando el cerco se estrechó y la población quedó aislada. Está situada muy cerca de la frontera con Líbano en un corredor que el Gobierno quiere tener controlado.

Las imágenes son terribles. Niños y ancianos parecen esqueletos al haberse convertido en casos severos de desnutrición. Muchos se han visto abocados a comer hierbas y hojas para sobrevivir, lo que a su vez puede producir diarreas que se convierten en mortales. Se dan cifras diferentes sobre el número de muertos, nunca confirmadas por completo, ya que ningún medio de comunicación tiene a gente allí, aunque sí se han podido hacer algunas llamadas telefónicas, por ejemplo con los médicos. Las imágenes que han salido de Madaya proceden de las redes sociales movidas por gente opuesta al Gobierno.

Médicos sin Fronteras tiene allí un centro al que ha facilitado antes ayuda y está en condiciones de confirmar algunos datos. 23 personas han muerto de hambre en ese centro desde el 1 de diciembre, según un comunicado de MSF: «De esas 23 personas que han muerto, seis tenían menos de un año, cinco más de 60 años, y los otros 12 entre cinco y 60 años. 18 eran hombres y cinco, mujeres».

«Esto es un ejemplo claro de las consecuencias de utilizar un sitio como estrategia militar», dice Brice de le Vingne, director de operaciones de MSF. «Ahora que el cerco se ha estrechado, los médicos a los que apoyamos tienen vacía la farmacia, y una lista cada vez mayor de pacientes enfermos y hambrientos. Los médicos han tenido que recurrir alimentar a los niños desnutridos con sirope médico, al ser la única fuente de azúcar y energía, por tanto aumentando el consumo de los pocos suministros médicos que quedan. Además de distribuir alimentos, la única manera de aliviar una situación que es ya catastrófica es la evacuación inmediata de los enfermos y el aprovisionamiento urgente de medicinas».

El Gobierno sirio ha anunciado en la tarde del jueves que está dispuesto a permitir la entrada de suministros, que se podría llevar a cabo el domingo.

La situación de Madaya, donde viven al menos 20.000 personas, está asociada a la de otras dos localidades, Fua y Kefraya, también cercadas en la provincia de Idlib desde hace meses, en esta ocasión por los insurgentes, y que están habitadas por chiíes. La ONU y la Media Luna Roja llevan tiempo mediando para alcanzar un acuerdo entre Gobierno e insurgentes que permita la evacuación de enfermos y de grupos insurgentes en aquellas zonas en las que están completamente rodeados, lo que a su vez permitiría solucionar la situación de los dos pueblos de Idlib.

En los últimos días de diciembre, se produjo una evacuación gestionada por organizaciones humanitarias en Fua y Kefraya en la que pudieron salir civiles heridos o enfermos con destino a Beirut.

En agosto, las conversaciones habían fracasado porque los insurgentes acusaron al Gobierno de pretender montar una operación pactada de limpieza étnica; suníes hacia el norte, chiíes hacia el sur. El objetivo sería acabar con los núcleos de resistencia más cercanos a Damasco y poblarlos con chiíes que se sienten más defendidos por el Gobierno ante la amenaza de los grupos yihadistas.

Los insurgentes acusan a Hizbolá de reforzar el bloqueo de Madaya desde territorio libanés y sirio. Hizbolá, aliada del régimen de Damasco, acusa a los insurgentes de ser ellos quienes mantienen como rehenes a los habitantes de la localidad a los que usan como escudos humanos. También niega que haya muerto gente por hambre.

Madaya es un caso extremo, pero no el único. La ONU calcula que unas 400.000 personas viven en 15 localidades también sitiadas sin acceso a ayuda médica y con constantes problemas para conseguir comida. Es uno de los rasgos característicos de la guerra siria. Para no perder más combatientes, cada bando rodea una zona e impide que le lleguen suministros. Es un asedio por hambre, que se refuerza con periódicos ataques con morteros o bombardeos aéreos para dejar claro que no tienen más opción que la rendición.

Los acuerdos gestionados por la ONU y organizaciones humanitarias son la única garantía de que esos lugares cercados puedan sobrevivir. Ningún bando ha dado muchas facilidades para que se concreten, porque al final la de Siria es una guerra de aniquilación del enemigo.

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