Adiós al portavoz de Trump que nos hizo reír tanto

Al presidente de EEUU con la peor imagen en los medios de comunicación desde Nixon, su secretario de Prensa le ha durado seis meses. Sean Spicer, portavoz de la Casa Blanca, ha presentado su dimisión incinerado por un trabajo imposible y enfurecido por el nombramiento del nuevo director de Comunicación de la presidencia.

Una vez más, Donald Trump rompe el manual del sentido común político y elige para trazar la estrategia de comunicación a un empresario financiero, Anthony Scaramucci, sin más experiencia que sus apariciones para hablar de economía en Fox News y que cuenta con el rechazo de varios altos cargos de la Casa Blanca –en especial, del jefe de Gabinete, Reince Priebus–, pero no de la familia (Ivanka Trump y su esposo, Jared Kushner, es decir los que cuentan).

Obligado por sus comparecencias habituales ante los medios a estar metido hasta el cuello en la trinchera, Spicer estaba condenado a perecer en el intento de ser la voz de un presidente que a las ocho de la mañana ya está disparando desde Twitter. Nunca iba a satisfacer el gigantesco ego de su jefe y siempre iba a terminar haciendo el ridículo ante los periodistas.

Su demolición autoinfligida comenzó muy pronto cuando anunció levantando la voz que la asistencia a la ceremonia de toma de posesión de Trump había sido la mayor de todos los tiempos («y punto», dijo). Las fotos que la comparaban con la primera de Obama no dejaban lugar a dudas. La intervención de Spicer era un ejemplo del clásico ‘¿a quién vas a creer, a mí o a tus ojos mentirosos?’. Un portavoz sin credibilidad no puede durar mucho en el cargo.

Por todo ello, sólo pasaron unos minutos desde la noticia de su dimisión hasta que aparecieran las primeras recopilaciones de los grandes éxitos de Spicer.

El suyo era un trabajo duro y conseguía hacerlo aún más duro.

El vídeo más célebre sobre sus ruedas de prensa fue uno en el que lo único que se veía eran los rostros de los periodistas al escucharle. Y eso que en estos casos, cuando oyen algo absurdo o falso, suelen controlarse.

En términos humorísticos, nada puede derrotar a la parodia que aparecía en Saturday Night Live en la que la actriz Melissa McCarthy hacía un retrato de Spicer tan salvaje y delirante que de alguna manera representaba mejor que el original la relación de la Casa Blanca con los medios.

Sólo por las risas provocadas, Spicer ya ha encontrado un lugar en la historia, y si esto parece exagerado, hay que recordar que la hipérbole es la posición de partida de Trump ante todo. Scaramucci se ha estrenado ante los periodistas diciendo que el presidente es la persona con el mejor instinto político no ya del país, sino del mundo. Sin duda, es el hombre perfecto para el puesto.

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