Bloomberg, la piñata que todos los demócratas quieren atizar

Todo el mundo dice en EEUU que los anuncios de la campaña de Michael Bloomberg son los mejores que el dinero puede comprar. Y el empresario multimillonario tiene mucho dinero para gastar. Por eso, no es una sorpresa que el candidato no estuviera en el debate de Las Vegas a la altura de su propaganda. Tampoco es demasiado llamativo que un hombre acostumbrado a que las personas que trabajan para él le digan siempre que tiene razón se maneje mal en una situación en la que todos los demás se unen para llamarle de todo.

Aun así, todos los comentaristas coinciden que el estreno de Bloomberg en los debates de las primarias fue un desastre al convertirse en una especie de piñata en la que él hacía el papel de figura llena de caramelos que los demás se turnaban en atizar a la búsqueda del premio.

No podía ser de otra manera. Los candidatos que están compitiendo por debajo de lo esperado (Joe Biden, Elizabeth Warren) sabían que era una oportunidad que no podían desaprovechar. Quizá no tengan muchos más. Aquel cuyo mensaje consiste entre otras cosas en denunciar la influencia de los millonarios en la política (Sanders) tenía delante una ocasión de oro. ¿Quieren saber por qué el sistema político privilegia a unos plutócratas a los que hay que frenar? Lo tienen aquí al lado.

Un dato indicativo de que has tenido un mal debate es si algún adversario utiliza una declaración tuya especialmente desacertada para uno de sus anuncios. No tardas mucho tiempo en enterarte. En menos de 24 horas lo tienes en las pantallas. En este caso, Bloomberg ni siquiera tuvo que abrir la boca. En el fragmento elegido por la campaña de Warren para el anuncio, sólo sale ella hablando, pero se ve a Bloomberg haciendo el gesto de mirar hacia arriba en plan condescendiente. Justamente lo que haría un millonario que se pregunta por qué demonios se está relacionando con esta gentuza.

Warren le castiga con dureza en el anuncio por el hecho de que varias trabajadoras en sus empresas firmaron acuerdos de confidencialidad en casos de denuncias de acoso sexual o discriminación por género, por los que aceptaban no hacer públicas las razones de su salida.

La misma presencia de Bloomberg en los puestos altos de las encuestas es todo un misterio. La media nacional de RealClearPolitics le concede un 16,1%, la tercera posición por detrás de Sanders (27,8%) y Biden (17,8%). No es sólo por su fortuna y las acusaciones de mujeres que fueron convenientemente silenciadas con dinero. Ha sido republicano la mayor parte de su vida. Como alcalde de Nueva York, amparó una política de acoso policial a las minorías étnicas –ahora dice estar arrepentido de esa decisión– con argumentos que pueden definirse como racistas. Defendió de forma encarnizada a Wall Street contra las reformas profundas que Sanders y Warren han promovido, aunque ahora acepta algunos cambios en la industria financiera.

Bloomberg sólo parece un candidato atractivo para los votantes demócratas cuando rectifica.

La presencia de Bloomberg en el debate permitió intervenciones enérgicas de Warren en una resurrección que no ha pasado desapercibida. Si la senadora hubiera demostrado antes esa determinación, quizá no estaría ahora en un segundo plano en las encuestas. Básicamente, no ha encontrado su hueco en las primarias, porque el bloque progresista parece firmemente en manos de Bernie Sanders y hay demasiados candidatos centristas como para que por ahí Warren pueda hacerse hueco. Pero algunas frases («me gustaría hablar de la persona contra la que nos presentamos, un multimillonario que llama a las mujeres tías gordas y lesbianas cara de caballo. Y no, no estoy hablando de Donald Trump, estoy hablando del alcalde Bloomberg») le colocan otra vez en primera línea, como ha quedado demostrado al recaudar casi tres millones de dólares en las 24 horas posteriores al debate.

Bernie Sanders también salió bien parado confirmando la tendencia observada con el comienzo de la carrera. Si bien parecía prematuro considerarlo favorito después del inicio de Iowa y NH, lo ocurrido desde entonces le refuerza en esa posición. Parece ser el candidato que mejor ha rentabilizado en los sondeos sus números de esos dos estados, mientras Pete Buttigieg no lo ha hecho así.

Para Sanders, la asistencia de Bloomberg al debate fue un regalo. Con tanta atención puesta en el millonario, los ataques que recibió fueron de poca entidad, casi lo menos que puedes esperar de un debate. Si se da el caso de que el dinero de Bloomberg es suficiente para convertirlo en el gran representante del sector moderado frente a Sanders, el proceso de demolición de su candidatura comenzó ya con brío en este duelo.

El senador de Vermont puso algo de su parte. Cuando Bloomberg dijo que no iba a pedir disculpas por su fortuna porque había trabajado duro para conseguirla, Sanders respondió: «Quizá tus trabajadores jugaron algún papel también».

El alto número de delegados que se reparten en el supermartes de marzo pueden dar la primera gran ventaja al senador y convertir su camino a la victoria final en el único resultado previsible, a menos que el asunto no esté resuelto antes de la celebración de la convención y el establishment demócrata se arriesgue a montar una operación ‘Todos contra Sanders’ que tenga éxito y que al mismo tiempo provoque tal conmoción que asegure la victoria de Trump mucho antes del día de las elecciones.

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