El éxito de los indignados de derechas en el Reino Unido

En el Reino Unido, hay una parte de la derecha que está indignada, realmente indignada, y ahí reside la clave del éxito de los euroescépticos de UKIP en las elecciones locales. Inevitablemente, hay que pensar que el tema europeo tiene que estar detrás del avance conseguido por este partido.

La realidad es muy diferente. Por un lado, los tories son también euroescépticos. Por otro, los datos de los sondeos sobre las prioridades de sus votantes cuentan otra historia. La economía, la inmigración y la seguridad han aparecido antes que la odiada UE en algunas encuestas. En otras, se cuela la crítica al ‘welfare’, el gasto en subsidios sociales.

La Inglaterra profunda se ha rebelado contra los tories. Tres años de Gobierno de Cameron, en coalición con los liberales demócratas, les han dejado muy insatisfechos, casi sorprendentemente frustrados tras una victoria que había puesto fin a una larga estancia en la oposición. Hay una base tory permanentemente cabreada a la que el reciente fallecimiento de Thatcher les ha recordado la época en la que el partido no sólo no tenía que pactar con ninguna otra formación, sino que ni siquiera estaba obligado a escuchar a los sectores más moderados del propio partido.

Como siempre, el mito tiene más fuerza que la realidad. Y hay muchos votantes conservadores que prefieren agarrarse al mito antes que a la realidad de un político como Cameron al que no terminan de querer. Si es verdad que el 43% de los votantes de UKIP tienen más de 65 años, eso da un amplio margen para vivir engañado por la nostalgia.

El voto de protesta de las elecciones locales se repetirá probablemente en las europeas y quién sabe si entonces UKIP podría rebasar a los tories. Sería muy extraño que llegara a consolidarse en unas elecciones generales. El sistema electoral es implacable en el Reino Unido y los votantes lo saben. Abandonar en masa a Cameron equivaldría a entregar las llaves de Downing Street a Ed Miliband, incluso si los laboristas se quedaran en algún punto entre el 30% y el 35%.

En 1983, la alianza de liberales y socialdemócratas obtuvo el 25,4% de los votos, sólo 2,2 puntos menos que los laboristas. Eso le dio 23 escaños, por 209 de la izquierda.

Concentrar los escaños en una zona del país es una forma de escapar de las limitaciones del sistema mayoritario. Si el empuje de UKIP debilitara a Cameron en el sur de Inglaterra, eso sí que serían noticias terribles para los conservadores. Pero los avances conseguidos por los laboristas en el sur en estos comicios locales parecen ser muy escasos, lo que explica que el partido de Miliband no haya salido de esta cita con las urnas con la estampa del ganador, a pesar de ser el más votado.

Ahora los tories tendrán la tentación de girar a la derecha para contrarrestar la nueva amenaza. Es un error típico en política, el mismo en el que insistieron los conservadores en la época de Blair (pensar que perdían porque no eran lo bastante de derechas) o los laboristas en los años de Thatcher (lo mismo pero hacia la izquierda). En los últimos meses, ya han dado algunos pasos en ese camino, sin que les haya sido de mucha utilidad. Tratándose de los tories, será inevitable que continúen agitando la bandera de un referéndum para salir de la UE. Una vez que ya has prometido que lo convocarás si ganas las próximas elecciones, no sé qué más ventajas puedes obtener, pero el euroescepticismo es el plan B de todos los tories que creen que necesitan aumentar su apoyo a corto plazo.

El mensaje antiestablishment ha favorecido a UKIP. Lo curioso es que ese es un espíritu también bastante extendido entre dirigentes tories a nivel local, gente que desconfía de Londres, la ciudad menos inglesa de Inglaterra, y de sus autoridades. Una concejal tory derrotada se queja amargamente de que los políticos «no escuchan» a la gente corriente. En realidad, no le escuchan a la gente como ella, que cree que todos los problemas proceden de Europa y de esos extranjeros que están por todos los sitios. Es un buen retrato de los votantes de UKIP.

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–Para los interesados en saber qué pasaría en unas elecciones generales: en primer lugar, aún faltan dos años. Pero si quieren saber más datos, es interesante la encuesta reciente que encargó el empresario Lord Ashcroft, un ex vicepresidente de los tories que financia habitualmente estudios electorales más extensos que los habituales en los medios. Los datos son alentadores para Miliband. Del sondeo (19.000 votantes en 213 escaños en los que las diferencias fueron escasas en 2010) se deducía una mayoría absoluta de nada menos que 84 escaños para los laboristas.

–Un efecto del éxito de UKIP: el voto a los ultraderechistas del BNP, relevante en algunas zonas en anteriores comicios locales, casi ha desaparecido.

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