Obama on fire contra Trump

¿Me dejáis soltarme un poco?, dijo Obama en un mitin en Filadelfia. Le dejaron y se lanzó a un alegato contra Donald Trump que es de los más intensos y efectivos que se han visto en esta campaña. Tan bueno que casi deja en mal lugar a Clinton en la comparación. Con razón le ganó tan fácil en las primarias de 2008.

¿Transparencia? «Hay un candidato (por Clinton) que ha hecho públicas sus declaraciones fiscales de décadas atrás. El otro candidato es el primero en décadas que se niega a entregar un solo dato». Luego pasa a las fundaciones. Sobre la Fundación Clinton, Obama dice que «ha salvado muchísimas vidas en todo el mundo» (un poco exagerado y obvia la polémica sobre el origen de esas donaciones, entre los que están regímenes autoritarios o dictaduras en la época en que Clinton era secretaria de Estado).

De la fundación de Trump, afirma que utilizó dinero de las donaciones para pagar un retrato suyo de 1,82 metros de altura (lo que es cierto). «Al menos, tuvo el buen gusto de no elegir la versión de tres metros».

Obama sigue y sigue. Como un artista de la stand-up comedy, aprovecha las reacciones del público. La gente abuchea cuando oye el nombre de Trump y el presidente norteamericano les dice: «Nada de abucheos. Votad».

Se hace llamar empresario, dice, y pasa a resumir su trayectoria, lo peor de ella, claro: las demandas en tribunales, trabajadores a los que no paga, gente estafada… «Siempre oigo esos análisis que dicen que es un tipo que defiende a los trabajadores. ¿En serio?». «¿Él va a ser el campeón de los derechos de los trabajadores? ¿Seguro? No os iba a dejar entrar a ninguno a sus campos de golf».

¿Cómo desaprovechar los elogios de Trump a Putin? «Yo tengo que hacer negocios con Rusia, pero no voy por ahí diciendo que (Putin) es un modelo a imitar». Trump sólo busca dividir y atemorizar, afirma, «y cree que si asusta al número suficiente de personas, tendrá los votos para ganar las elecciones».

Y también hay tiempo para sacudir al Partido Republicano.

Como siempre con los buenos discursos políticos, el truco está en apelar a lo mejor de sus compatriotas y olvidarse de lo peor. Al final, se trata de una campaña electoral y hay que acariciar al votante. Se le puede estimular apelando a los resentimientos y al odio al diferente, como hace Trump, y en el tono en que lo hace Obama, que incluye también el ingrediente fundamental en las campañas: ridiculizar al rival.

Obama ya no puede presentarse a la reelección, así que los norteamericanos que no soporten a Trump deberán conformarse con Clinton.

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