Otro ministro brasileño dimite por obstrucción a la justicia

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Dos semanas y media. En ese escaso periodo de tiempo, dos ministros brasileños ya han tenido que dimitir porque unas grabaciones han descubierto que su celo contra la corrupción es una fachada. El segundo ha sido Fabiano Silveira, ministro de Transparencia, Fiscalización y Control, y sus polémicas declaraciones en privado también tienen que ver con Lava Jato, la investigación judicial de los delitos cometidos en la empresa petrolera Petrobras.

El anterior fue Romero Jucá, al que descubrieron tramando la forma de sacar a Dilma Rousseff del poder «para detener esta hemorragia”, en relación a Lava Jato.

La conversación se produjo en febrero, antes de que se llevara a cabo la destitución de Dilma Rousseff a la espera del juicio político en el Senado. Silveira era entonces presidente del Consejo Nacional de Justicia, lo que no le impedía criticar la forma en que el fiscal general, Rodrigo Janot, estaba llevando a cabo la investigación de Lava Jato. Y además, y esto es lo más grave, proponía estrategias de defensa al presidente del Senado, que está imputado en ese caso, para salir bien librado. Su interlocutor era Renán Calheiros. La otra persona presente es la que graba el diálogo, Sérgio Machado, exsenador del PMDB y expresidente de una filial de Petrobras, que puso después las cintas a disposición de la Fiscalía.

Es la típica reunión de dirigentes del PMDB, el partido del actual presidente Michel Temer, alarmados por el alcance de Lava Jato. Todos ellos confiaban en que el proceso de destitución de Dilma aplacara a la justicia y los medios de comunicación y que permitiera reconducir esa investigación y limitar el número de dirigentes implicados del partido. Silveira presidía el organismo público cuya función es fiscalizar el sistema de justicia, pero estaba más interesado en advertir a sus compañeros de partido sobre lo que debían hacer para que no les pillaran.

Al igual que en el caso de Romero Jucá, la primera intención del presidente Temer era mantener al ministro de Transparencia en el puesto. No parecía importarle que la principal función de ese Ministerio sea contribuir a la lucha contra la corrupción. Una parte del Gobierno y la presión inmediata de los medios de comunicación y de trabajadores del Ministerio le convencieron de lo contrario.

Los promotores de las manifestaciones populares contra Dilma antes de su destitución siempre dijeron que era un movimiento independiente de los partidos políticos. El MBL (por las siglas en portugués de Movimiento por un Brasil Libre) pedían a sus partidarios que aportaran dinero para financiar la organización de manifestaciones.

Ahora se ha sabido a través de otra grabación filtrada que sus responsables se reunieron con políticos del PMDB (partido aliado antes con el PT de Lula y Dilma, y después el principal promotor de la destitución de Dilma) y del PSDB (el principal partido de la oposición) para pedirles financiación.

Uno de los coordinadores nacionales del MBL ha reconocido esos contactos y ha dado una explicación no muy convincente: «El MBL es un movimiento de todos los brasileños, por eso es lógico que participaran los partidos de la oposición».

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