Por qué fracasó el golpe en Turquía y por qué pudo triunfar

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El fracaso en pocas horas del golpe de Estado en Turquía ha hecho pensar a muchos que su preparación y ejecución estuvieron tan llenas de errores que en realidad nunca tuvo posibilidades de triunfar. Como siempre, las conclusiones a las que se llegan en los primeros días pueden no ser las correctas. Algunas imágenes y hechos que se conocen después alteran esa impresión inicial. Lo cierto es que, si bien los errores de los golpistas resultan evidentes, también es posible llegar a la conclusión de que el resultado podría haber sido diferente.

Las primeras noticias sobre el golpe se produjeron unos minutos antes de las 23.00, hora local, cuando varios puentes sobre el Bósforo fueron bloqueados por unidades militares. Quince minutos después, el primer ministro dio la señal de alarma en una comparecencia. No mucho tiempo después los golpistas ocuparon la sede de la televisión pública.

Ahora sabemos que el Gobierno sabía que un golpe estaba a punto de producirse y que es probable que sus autores tuvieron que adelantarlo cuando aún no tenían todo preparado al temer que estaban siendo vigilados. Dentro de unos días, se iba a celebrar una reunión del Consejo Supremo Militar, el máximo organismo de todos los ejércitos. Se esperaba que varios de sus integrantes fueran destituidos o pasados a retiro, entre ellos el exjefe de la Fuerza Aérea, el general Akin Ozturk, que aún conservaba un puesto en el Consejo. Ozturk está considerado uno de los promotores del golpe.

El presidente Erdogan dijo el domingo que supieron que había una «actividad militar» –se supone que sospechosa– «entre siete y diez horas antes» del inicio de la asonada. Es mucho tiempo, tanto que sería en ese caso extraño que el presidente turco no hubiera abandonado antes su lugar de vacaciones en Marmaris, en el sur del país.

Otras informaciones indican que el jefe de las Fuerzas Armadas, el general Hulusi Akar, supo que algo estaba ocurriendo a las 17.00. Tanto él como otros miembros de la cúpula militar se encontraban en el cuartel general de las FFAA, donde después fueron capturados por los rebeldes. El Ejército estaba dividido, así como las demás armas, pero el levantamiento había cobrado una importante ventaja al neutralizar al alto mando.

La siguiente pieza que necesitaban era la de Erdogan. El objetivo de los golpistas debería haber sido matarlo o detenerlo. No consiguieron ninguna de las dos cosas. Los soldados se presentaron en el hotel de Marmaris donde estaba residiendo en los últimos días. Llegaron una hora tarde cuando era ya de noche; unos pocos minutos, según otras informaciones. La agencia Anadolu ha difundido este vídeo, sacado de las cámaras de videovigilancia del edificio. Hasta 20 soldados pasan delante de la cámara antes de refugiarse para protegerse de una amenaza que no puede verse.

Según una fuente del partido de Erdogan citada por el FT, en el hotel de Marmaris se quedaron varios de los coches de la comitiva presidencial, escoltas y asesores para hacer creer a los atacantes que el presidente aún estaba dentro. Tres de los integrantes del equipo de Erdogan murieron en el asalto.

Erdogan tenía que salir de allí y Ankara no parecía el destino más seguro. Ahí pudo aprovechar la ventaja que le dio uno de los factores clave en la derrota de la asonada. El general Umit Dundar, jefe del Primer Ejército con sede en Estambul, no se había unido a los golpistas y convenció a Erdogan de que fuera hasta allí, donde podía protegerle. El viaje en avión supone algo más de una hora y era la mejor opción. Fue en ese momento cuando se produjo otro hecho decisivo.

En el vuelo, dos F-16 de los rebeldes acosaron al avión de Erdogan, según Reuters, que cita fuentes militares turcas. ¿Por qué no dispararon? Las fuentes no lo saben, dicen que es un «misterio». Cabe la posibilidad de que no supieran quién iba en el avión, lo que es extraño tratándose de un aparato de la presidencia. O quizá sólo tenían órdenes de que ningún avión pudiera acercarse a Estambul. Hay algunas cosas que no sabemos del espacio de tiempo entre que Erdogan supo que tenía que abandonar Marmaris hasta su llegada a Estambul a las 3.20 de la mañana.

En otros lugares, los golpistas no se contuvieron en el uso de la fuerza. Atacaron el Parlamento y otros edificios civiles. En este vídeo, se ve el ataque por aviones o helicópteros a la sede central de los servicios de inteligencia y cómo respondieron desde la entrada los agentes encargados de la seguridad.

Entre el momento en que Erdogan supo del golpe y su llegada a Estambul pasaron muchas horas. Reuters se refiere a un vuelo con un Gulfstream desde el aeropuerto de Dalaman, a una hora y 20 minutos en coche desde Marmaris, que fue localizado por FlightRadar24 y en el que se dijo que podía ir Erdogan. Ese vuelo partió de allí a las 21.40, hora local, lo que confirmaría que Erdogan y los generales supieron del golpe horas antes de que los primeros blindados bloquearan los puentes del Bósforo, y dio varias vueltas al sur de Estambul antes de su aterrizaje. Para entonces, las unidades golpistas ya habían abandonado el aeropuerto.

Indudablemente, hay cosas que aún no están claras. La dificultad en saber exactamente lo que ocurrió, las versiones contrapuestas y la actuación del Gobierno ordenando la detención o destitución de miles de militares, policías, jueces y fiscales en los días posteriores han extendido los rumores sobre la posibilidad de un autogolpe de Erdogan o golpe ficticio con el que justificar la ofensiva posterior contra los partidarios del líder religioso Gulen, que reside en EEUU. La hipótesis es tentadora, pero no hay pruebas que la sustenten, sólo sospechas por los beneficios políticos que Erdogan puede conseguir ahora –eso no es extraño tras el fracaso de un golpe– o su decisión de depurar las filas de la judicatura para controlar el único poder del Estado que se le había resistido hasta ahora.

Si hubiera sido un autogolpe, hay que suponer que Erdogan habría elegido seguir los acontecimientos desde un lugar seguro en el que contara con un equipo de televisión para transmitir a la opinión pública sus mensajes, y que eso no dependiera de la calidad de la transmisión de un teléfono 4G. No se habría visto obligado a coger un avión y arriesgarse en el aire a ser abatido por un caza de los golpistas.

El golpe fracasó porque no tuvo apoyo suficiente en el Ejército de Tierra para llenar de soldados las principales ciudades. El general Dundar ofreció refugio a Erdogan. Los golpistas no neutralizaron al presidente ni contaban con un centro de mando que impartiera órdenes precisas. Ocuparon la televisión pública, pero no los canales privados que cuentan con una amplia audiencia.

Muy pronto, el golpe dejó de parecer irreversible, a pesar de que casi toda la cúpula militar estaba detenida, cuando miles de personas se lanzaron a la calle arriesgando su vida. Los seguidores del partido de Erdogan tenían que recordar muy bien lo ocurrido en Egipto, donde el golpe triunfó en las primeras horas con facilidad y cuando los islamistas se movilizaron ya era demasiado tarde. El mensaje de Erdogan transmitido por un móvil no daba mucha seguridad sobre si realmente controlaba la situación, pero al menos confirmaba que estaba vivo, lo que suponía una llamada a sus millones de partidarios para que se enfrentaran a los golpistas.

Ahora, la depuración de miles de funcionarios públicos permitirá a Erdogan un control casi absoluto del Estado, en especial del mundo judicial que hasta ahora se le había resistido. Tiene ahora otra oportunidad de hacer que se apruebe una reforma constitucional que convierta a Turquía en un sistema presidencialista.

En pocas palabras, los gobiernos autoritarios suelen aprovechar con rapidez las oportunidades que se les presentan para eliminar los últimos reductos de oposición a su mando.

Dos golpes de Estado en Turquía en 24 horas. Guerra Eterna, 17 julio.

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